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Casandra

Esperanza Aguirre, Yolanda Barcina y Ana Palacios, entre otros, representan a Casandra en la actualidad. Es una mala tragedia griega inadmisible en el contexto
Carlos Ortiz de Zárate
domingo, 31 de mayo de 2015, 07:29 h (CET)
Casandra sabe que se producirán los desastres de la Guerra de Troya, del asesinato de Agamenón y de su propia perdición, pero no puede hacer nada para evitarlo; se lo impide Apolo. Aquella está muy presente en la actualidad española, interpretada por Esperanza Aguirre, Yolanda Barcina, Ana Palacio, el ministro de Interior, ciertos empresarios….Presagian horrores tras los resultados de las recientes elecciones que han dado más poder del que estiman se debiera a las “fuerzas del mal”, la decisión tomada por los votantes es su Apolo. Echo en falta la presencia del último en los escenarios que nos imponen y sin pretender ser su voz, me sitúo en la perspectiva que justifica la impotencia de Casandra.

Cualquiera de las Casandras presentes en la actualidad se desacredita al considerar que las instituciones han legitimado partidos maléficos. Es difícil comprender que se pase por alto tal violación de la democracia que ya era patente en la precampaña y la campaña, como señalé en “La abstención en cuestión”.

Los augurios suenan terribles, invocan las amenazas de los regímenes de Hitler, Stalin, ISIS, Venezuela, Argentina ETA o el caso griego. Es, cuando menos, curioso que la base argumental sea la premisa de la posesión de la democracia de las, los augures; el resto es una tautología. No es serio que las elecciones y las negociaciones para constituir los nuevos poderes se vean impactados por discursos que afectan los procesos y no están fundamentados. Apolo desactivaba la influencia de Electra, los medios de comunicación potencian las interpretaciones de las actuales Casandras.

Si nos fijamos en las mismas, el descrédito es aún mayor. Todas/os ellos abusan y se benefician del poder y los augurios de los resultados de las últimas elecciones no les son favorables. Hay más, los abusos de poder están implicados en causas que nos afectan gravemente, como son los casos del rescate bancario por la mala gestión de las Cajas de Ahorro, por la corrupción o por la obstinación en defender la mentira de la potencia iraquí en armas de destrucción masiva.

Resulta patético que Ana Palacio mencione el peligro de ISIS, cuando esta fuerza surge de la destrucción de los Estados, en la que ella participa tan activamente, no solamente en su encarnada defensa de la destrucción de Irak, sino también como vicepresidenta de Areva, la empresa semipública francesa que explota el uranio en minas a cielo abierto, sin protección alguna para sus trabajadores desprotegidos por Estados fantoches.

Lástima que los “hacedores de opinión no se fijen en esos detalles. Lástima que nadie haga nada, por estar tan ocupados por los escándalos, la frenética destrucción de documentos o la salida de la Pantoja.

http://carlos-ortizdezarate.blogspot.com.es/

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El nombre del circo lo hemos cambiado de lugar. Ahora lo tenemos en el congreso de los diputados. Sus señorías lo han trasladado al circo de verdad. estos han pensado que los leones estaban muy solos y hacía falta darle más chispa.

La palabra terremoto para mí es una palabra significativa. Es una palabra significativa porque viví el terremoto de Lorca del 2011. En nuestra mente, todos tenemos palabras que destacan por su significatividad. “Cáncer”, una palabra muy significativa, para las personas que luchan contra esa enfermedad. “Guerra”, significativa para las personas que han abandonado su casa, huyendo de la violencia. “Desempleo”, para las personas que hace tiempo que perdieron su trabajo.

Hoy en día existe una gran preocupación por los distintos tipos de contaminación, -atmosférica, acústica, (...)-, del medio ambiente y los efectos nocivos que provocan para los seres humanos o el medio ambiente. Esta realidad, me ha hecho pensar en “los contaminantes” que suponen una amenaza para el ambiente familiar y sociocultural de cualquier persona. Ambientes en los que conformamos nuestra personalidad, nuestro pensamiento y, por ende, nuestra forma de vida.

 
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