Hace ya décadas el laureado escritor español Juan Goytisolo había notado en su libro “El Problema del Sahara” que Argelia intenta hacer pasa por refugiados del Sáhara Occidental no sólo a sus propios erguibats sino también a decenas de miles de tuaregs, chaambas y otros nómadas procedentes de Mali y aún de Níger (que abandonaron sus habituales zonas de pastoreo a consecuencia de la dramática sequía del Sahel).
En efecto, el tema de las tribus saharianas es clave para comprender cómo un conflicto cargado de anacronismo y falto de lógica puede perdurar por tanto tiempo en esas latitudes del mundo.
Cuando lograron su independencia Marruecos, Mauritania y Argelia, las tribus saharauis decidieron que había llegado la hora de buscar su unidad como pueblo. Con un pacto de Unión Nacional, en 1975, intentaron abolir el tribalismo. Ello suponía grandes cambios en la organización social y económica, el poder debía ser transferido de viejos a jóvenes, debía abolirse la esclavitud, debían otorgarse derechos que las mujeres no gozaban, permitirse matrimonios intertribales. El proceso parecía marchar bien mientras hacían la guerra Marruecos y Mauritania, hasta que llegó la paz y el flujo de la ayuda humanitaria.
Apenas concluida la guerra de guerrillas que se desató por el control del Sahara Ocidental, entre Marruecos y el grupo pro-argelino Frente Polisario, la mentalidad tribal de los saharauis sufrió un nuevo impulso.
Uno de los factores de ese fenómeno fue la necesidad de organizar el censo para un referéndum sobre el territorio, para el cual se hacía llamados en la radio en función de tribus, por lo tanto la pertenencia tribal resurgió. También influyó la entrada del dinero en los campamentos, antes todo era cedido por la ayuda internacional, no habían desigualdades, pero con el regreso de los hombres que dejaron de hacer la guerra, con el permiso de salida de los campamentos, la gente comienza a entrar y salir, empezaron a aparecer pequeñas economías informales y, poco a poco, las desigualdades sociales.
Como el intento de suprimir tribus evidenció su fracaso, los dirigentes del Frente Polisario decidieron excluir aquellas tribus que a pesar de figurar en el censo elaborado en 1974 por los eapañoles, no eran funcionales a sus planes. Así decidieron privar de sus derechos a los ciudadanos miembros de las tribus de Ait Lahcen, Ait Baamaran, Ulad Bu Aita, Filala, Ait Lahcen, Yagut, Ulad Bu Sbaa, Ait Musa Ulad Ali, de Varias Tribus del Norte ( por ejemplo Ait Usa, Azuafit), Meyat, algunos de Cheikh Ahl Malainin, algunos de Ulad Delim, de Erguibat, de Izarguien etc.
Al mismo tiempo, decidieron incluir a tribus como la de Tendega, Ahl Berica-la, Idegob y otras del sur, en realidad originarias de Mauritania y que no habitaron nunca en ninguna de las provincias del Sahara Atlántico que estuvo bajo protectorado de España.
A lo largo del proceso de identificación para organizar el censo promovido por la comunidad internacional, el Polisario también promovió la xenofobia contra los grupos tribales que no le convenían, llamándolas tribus “contestatarias”.
El resultado fue una odiosa diferenciación entre ciudadanos de primera con derecho a ejercer su propia elección de autoridades y ciudadanos de segunda categoría despojados de ellos. Basta conocer esta realidad para entender la imposibilidad de elaborar padrones para realizar el referéndum de autodeterminación. Una parte sustancial de la población saharaui se vería impedida de participar en una consulta que concierne de forma decisiva a sus intereses.
La clave para comprender esta discriminación antidemocrática por parte del Frente Poliario y los argelinos radica en saber que las tribus excluidas son saharauis pero al mismo tiempo se sienten ciudadanos marroquíes de pleno derecho, dado que pertenecen a un territorio que desde tiempos inmemoriales ha sido considerado marroquí. De allí habían surgido varias dinastías de sultanes que habían gobernado al Marruecos almorávide, y esta autoridad había estado fuera de discusión por tanto tiempo que no había duda razonable.
Muy a pesar de los grupos pro-argelinos, muchos saharauis se han solidarizado con sus conciudadanos exigiendo su inclusión y expresaron su rechazo a participar en cualquier consulta en la que no estarían incluidos todos u cada uno de los saharauis excluidos por el frente Polisario. Una situación que por lógica hace inviable la celebración de un referéndum se da si se rechaza sin fundamento la inclusión de ciudadanos saharauis de pleno derecho por razones políticas discriminatorias.
Esta realidad es más que suficiente para entender que el único camino para el Sahara Occidental es un estatuto de autonomía, a través del cual los saharauis podrían gestionar sus propios asuntos regionales y obtener grandes ventajas. Por supuesto, sería el fin del lucro antisocial para los grupos que se benefician del actual status quo, y que al mismo tiempo que promueven la desinformación, lo mantienen exigiendo condiciones inaceptables aún al costo de una guerra de la que hablan tranquilamente.
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