Por más que lo intento, siempre termino alargando distancias. Me refiero al género literario más difícil de concebir: el cuento. Si ya es toda una odisea empezarlo, mucho más duro es terminarlo, y no sólo eso, sino también lograr que el cuento sea cuajado, bueno, que termine quedándose en tu memoria.
Pues bien, confieso que después de muchísimo tiempo que no me topaba con cuentos como a mí me gustan. En una época signada por la experimentación formal y las elasticidades de la palabra, no deja de ser grato toparse con argumentos bien hilvanados e interesantes, de estirpe clásica y tradición. Esto y mucho más puede leerse en “Crisis respiratoria”, de la peruana Susanne Noltenius (Lima, 1972).
El gran hilo conductor de este libro no es más ni menos que la cotidianidad, la misma que se traduce en innumerables puntos de quiebre a lo largo de los argumentos. Los puntos de quiebre son necesarios porque como el cuento, como tal, es complicado, necesita de respiros para refrescar la historia que se relata. Y es justo decirlo, saber aplicar los puntos de quiebre no lo hace cualquiera, para ello se necesita de dos factores imperecederos: talento e inteligencia, puesto que como se narra desde los mínimos detalles, hay que tener cuidado para no ser presa de los lugares comunes que por lo general suelen jugar una mala pasada a más de uno. Por ello, Noltenius sabe bien lo que hace, como si de antemano tuviera una especie de storie board como base.
La mayoría de los cuentos son protagonizados por mujeres que, digámoslo de una forma, lo tienen todo. Sin embargo, dentro de ese mundo acomodado es que pueden resaltarse más los dramas y traumas que ellas encierran, en un claro manifiesto del estilete de la introspección llevado sin reservas hacia finales cerrados o abiertos. Noltenius nos entrega de esta manera, personajes inolvidables, situaciones cargadas de ternura y encuentros no menos que desgarradores, tal y como se deja ver en cuentos como “Escenas de circo”, “Un vaso de whisky”, “Crisis respiratoria”, “El viaje”, “Al pie del volcán” y el extraordinario “Tsunami”.
Ningún libro nace de la nada, y más allá de la experiencia vital que este libro encierra, pues es menester destacar las influencias que he podido percibir ya que es notoria la impronta de Lorrie Moore y Raymond Carver, o sea, contenido y estilo del que posiblemente el libro “Crisis respiratoria” es deudor.
Por otro lado, me gustaría señalar un par de cuentos porque con ellos sí puedo rastrear lo que posiblemente Noltenius escriba en el futuro. Tanto “Manos en la nieve” y “El lenguaje de las flores” son novelas atomizadas disfrazadas de cuento. Si fuera así esta percepción, pues creo que la autora puede estar pergeñando una muy buena novela de largo aliento.
Todo libro tiene reparos, y este no es ajeno a las inevitables falencias, pero estas no están en la parcela del defecto, sino en el mismo tratamiento, en algunos casos los cuentos son muy cerebrales, marcados por el paso fijo, con la medición de los sentimientos. Aún así no dejan para nada de ser apreciables.
La historia de “Crisis respiratoria” como conjunto es peculiar. Es de esos libros que ha tenido la mejor propaganda: el boca a boca. Y recordemos que, más allá de lo que se pueda decir en una entrevista o lo que un crítico pueda “dictaminar”, no existe mejor espaldarazo que aquel ofrecido por un lector satisfecho. Por ello, no me sorprendió que el libro haya agotado su primera edición vertiginosamente y que ahora circule en una edición de bolsillo que ya muchos quisieran tener.
Es que Noltenius es una narradora de asunto. Su proyección tiene como base la sencillez de su propuesta. Para ella, el lector es fundamental, y escribe pensando en ese probable o improbable curioso por historias, y quienes la hemos leído, pues no dejamos de estar más que agradecidos con ella.
Editorial: Estruendomudo.
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