Es endémica y bien explotada por las fuerzas conservadoras. La fragmentación toma forma desde la crítica constructiva que toda izquierda dice defender, pero los egos y la intransigencia en los postulados comunes que defienden unido a la labor de la derecha apoyando unas u otras por medios afines disfrazados de independientes hacen el resto. No ocurre lo mismo en el lado contrario, ahí es más hegemónico en pensamiento, solo les separa matices en cómo se debe beneficiar una minoría a costa de los demás, frente a la izquierda que defienden el cómo conseguir el beneficio de la mayoría por la vía más rápida, lo que puede significar en algunos de los casos el caos en la sociedad actual, ya que ha estado sujeta desde el inicio de los asentamientos humanos en fomentar el enriquecimiento individual sin pensar en la colectividad porque todo individuo siempre quiere más. Desde poco más de 200 años con los escritores de principios de la Ilustración y sus ideas sobre una sociedad más justa culminó con la Revolución Francesa y Los Derechos del Hombre de 1793 supuso la difusión de sus ideales, ideales que sirvió de acicate para que la mayoría de los ciudadanos tomasen conciencia de cuál era su verdadera posición en el mundo, y que el capital no es nada sin la mano de obra, pues solo con ella y gracias a ella obtiene la plusvalía o beneficio el patrón o capitalista inversor. Pero de nuevo otra revolución trastocó aquellos ideales, la Revolución Industrial del siglo XIX con la propiedad privada de los medios de producción y la regularización de los precios del mercado según la oferta y la demanda, la población mayoritariamente agrícola emigró masivamente a la ciudad al ser sobrante para el campo, este cambio los convirtió en obrero industrial, prácticamente abducidos y reducidos a esclavitud. El capitalista a los avances técnicos los llamó progreso, cuando en realidad era codicia, al ser él quien organizaba la vida de las fábricas, la disciplina, régimen de trabajo, más próximo a un programa carcelario que al taller. Surgieron los gremios que entre las funciones de su oficio también estaba la ayuda mutua entre sus miembros como sociedades de resistencia, e inmediatamente los primeros sindicatos. A principios del siglo XX empiezan los sindicatos a tomar fuerza consiguiendo mejoras sociales y laborales, la abolición de trabajo a menores hasta los 14 años y jornadas de 8 horas, a costa de grandes sacrificios humanos, porque ya solo podían perder la vida.
El capitalismo pasó a un grado superior, el imperialismo, y como tal experimentó un trauma con la Gran Depresión que desemboco en la II Guerra Mundial donde se polarizó la sociedad en general, por un lado las naciones capitalistas, que pasaron a llamarse liberales, y por otro las socialistas. También fue el origen de la noción de Estado Benefactor y del Bienestar Social en 1946 por parte de los liberales, pero no por altruismo, sino por temor a perder su hegemonía frente al gigante comunista que surgió tras la guerra.
Los sindicatos cobraron representatividad y toma de decisiones, no en todos los campos decisorios, pues bien se guardó el Capital de no mostrar sus entrañas, crearon en 1954 el Club Bilderberg por las 130 personas más influyentes del mundo, toman decisiones a puerta cerrada y secretas, ahí se fragua de nuevo el resurgir del capitalismo como Ave Fénix, ahora con el nombre de Neoliberalismo, aún más atroz que el capitalismo imperialista tomando las riendas hasta llegar a los momentos actuales. Crearon sindicatos afines, a otros compraron afinidad subvencionando por medio de los Gobiernos su mantenimiento para que no estuviesen en los Parlamentos y solo en el ámbito laboral, nacen las Castas Sindicales. El neoliberalismo tuvo sus momentos culminantes: el 9 de noviembre de 1989, la caída del Muro de Berlín y la llegada al poder en el 2005 de Angela Dorothea Kasner, conocida como Angela Merkel, representante del Neoliberalismo destructor del Bienestar Social que nunca se terminó de desarrollar plenamente en estos 61 años, solo fue una añagaza para la ciudadanía, el Capitalista tenía fondos suficientes y podía aguantar el tiempo necesario hasta volver a su objetivo, subyugar al mundo.
La progresía no ha aprendido, en España todos dicen poseer la verdad y el mejor sistema para lograr el beneficio de la mayoría de la población y por ende del Estado, pero tienen enfrente a una derecha muy conservadora e intransigente que siembra cizaña en sus filas y convierten las críticas de los debates internos en destructivas para personas y partidos progresistas afines, crean tal complejidad y división de opiniones que es difícil para converger, el fomentar intransigencias en los progresistas tiene un fin, lograr la perpetuación en el poder de los que nunca habían desaparecido, estaban camuflados para el siguiente asalto dando la falsa imagen de una derecha democrática y liberal que se había desprendido de los hábitos de la dictadura, pero las nuevas leyes dicen todo lo contrario, “Ley Mordaza”, “Ley para el TC”…
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