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Aznar, “el jarrón chino” del PP

Pedro de Hoyos
Pedro de Hoyos
domingo, 23 de marzo de 2008, 06:19 h (CET)
Dice Montserrat Nebrera que Aznar es el jarrón chino del PP… A veces, los objetos valiosos son un estorbo y lo mejor es ponerlos donde no entorpezcan la vida cotidiana. Vivir en una casa museo, llena de cuadros valiosos, lámparas antiguas y jarrones chinos es muy difícil, estorban y se te cruzan en cualquier lugar. En cualquier momento.

Aznar ya hizo perder unas elecciones al PP. Dos. Y además sigue opinando en su mal inglés por esa boquita que Dios le ha dado, que si las últimas declaraciones tan festivas y jocosas sobre Irak llega a hacerlas una semanita antes le da la mayoría absoluta a Zapacejas. Sigue sin aceptar que es el pasado, sigue sin aceptar el papel institucional de vieja gloria que le corresponde.

Las casas actuales, modernas y llenas de vida no tienen jarrones chinos. Que llegas a casa con un paquete de churros después de media hora de pasar frío en la churrería del parque y cuando vas a ponerlos en la mesa para desayunar resulta que no puedes porque está allí el jarrón chino. O te pones a jugar con tus hijos y el primer balonazo va al jarrón chino.

Los jarrones chinos son incompatibles con la vida moderna. Suelen ser un regalo de la difunta tía Eduvigis, la pobre, y lo procedente es colocarlos donde no estorben. Hombre, tampoco digo que haya que llevarlos al punto limpio, no, que no dejan de ser un preciado recuerdo de épocas más gloriosas, pero podría bastar con subirlos a la dichosa buhardilla, allí donde nadie sube en muchos años. También cabe la posibilidad de regalarlos a algún pariente lejano… pero en este caso… ¿quién aceptaría semejante regalo? A la semana siguiente llegaría el cartero a devolver el paquete a su remitente.

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Corría el mes de abril de 1994 cuando un grupo de malagueños celebramos la Semana Santa en el lejano cantón Valais de Suiza. Por aquellos tiempos dedicaba buena parte de mi tiempo a transmitir, en la medida de mis posibilidades, el Evangelio. Estaba totalmente involucrado en las tareas de evangelización del Cursillo de Cristiandad. Una tarea gestionada por seglares.

Al referirnos a las expresiones del habla cotidiana, las quejas son las principales protagonistas. Independientemente de cómo se exprese cada cual, somos muy perspicaces en la crítica dirigida a los demás y poco propensos al examen del escaparate propio. Sin embargo, no es tan sencillo pronunciarse al respecto, debido a las imprecisiones propias, las tretas ajenas y los muchos factores implicados.

Los que desde muy pronto y ya sin interrupción hemos tenido un contacto frecuente con los libros sentimos cierta incomodidad al oír consejos y expresiones como “leer es bueno”, “un libro es un amigo” o “lee lo que quieras, pero lee”. Es como si alguien dijera: “¡viva la comida!, da igual qué comas, lo importante es que comas”, o “beber es vivir, sea lo que sea que bebas, bebe”.

 
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