Tras la celebración del Campeonato Nacional de Orientación en Calasparra (Murcia), los componentes de los distintos clubes de la comunidad castellano-leonesa volvieron con numerosos éxitos en su haber. Quienes con mejor éxito defendieron los colores de la comunidad fueron los más jóvenes, que prometen muchos días gloria y mieles, sin desmerecer a los más veteranos, que desde hace algunos años deleitan con su experiencia y actitud a quienes empiezan.
Pero pese a todos esos éxitos, la realidad en cuanto a patrocinio de las instituciones sigue siendo preocupante. Mientras el resto de las comunidades autónomas aparecen cada año con nuevas equitaciones, traje de calle y competición, los componentes de los equipos castellanos y leoneses – con evidente desprecio de los dirigentes políticos de la Junta de Castilla y León y, particularmente, de la dirección general de deportes que dirige la inconstancia y desidia de don Miguel Ignacia González, con el consentimiento de la consejera de Cultura y Turismo, María José Salgueiro – no tienen más remedio que acudir a las carreras con equitación propia, y cada uno de un color (como el ejército de Pancho Villa), con lo que se convierten en el hazmerreír de la competición y de los equipos de otras comunidades. Claro que… llueve sobre mojado, y no será porque no se le ha advertido al director general.
Lo indicado suele ser habitual ante la actual descoordinación, dejadez, desidia y desprecio al ciudadano por parte de la Consejería de Cultura y Turismo, que consiente y ampara. No entendemos cómo al director general de deportes no se le cae la cara de vergüenza, al igual que a sus jefes más directos. A ello hay que añadir la falta de coordinación en cuanto al trasporte de deportistas. Y es que cada orientador castellano y leonés se ve obligado a correr con sus propios gastos; la última ocasión ha sido el fin de semana pasado, desde su lugar de residencia hasta Calasparra (Murcia), mientras que el resto de comunidades autónomas organizan el transporte en autobús, aglutinando a todos los deportistas de la comunidad, organizados por provincias y distribuidos según las distintas federaciones regionales.
Es una vergüenza comprobar cómo la Federación Nacional de Orientación aporta medios diversos y todas federaciones regionales optan a los mismos, mientras que la Federación de Orientación de Castilla y León, así como el director general de deportes, se desentienden de los medios existentes y ejercitan la descoordinación con las instituciones de carácter nacional.
Esa actitud hace que se conviertan en la risión de todas las demás comunidades autónomas. Y no solo en la vergüenza de todos los demás, sino que demuestran con su ignorancia que los deportistas de Castilla y León son los parias del deporte. Eso sí, la incompetencia de los dirigentes políticos del deporte en nuestra comunidad les lleva a volcarse con los deportistas consagrados, en busca de la foto, la televisión y el reportaje con rentabilidad política.
Con todo ello, se puede observar que la reciente creación de la FOCyL (Federación de Orientación de Castilla y León) no ha proporcionado las facilidades necesarias a nuestros deportistas, para representar a Castilla y León como se merece. Se demuestra que la creación de la citada federación es, nada más, el resultado de la insistencia de diversas instancia y personas, sobre todo desde el momento en que se pidió a Juan Vicente Herrera la dimisión ‘ipso facto’ del director general de deportes, mediada la legislatura anterior, una vez demostrada su desidia y mediocridad en la gestión del deporte.
Y si en lo sucesivo sigue existiendo el mismo nivel de pasotismo hacia los deportistas que empiezan, no solo será difícil remontar desde la cola del pelotón, sino que don Miguel Ignacio González – director general de deportes de la Junta de Castilla y León – deberá replantearse su actitud, su desidia, su mala fe para con el deporte aficionado y su reiterada incompetencia. Sin duda, lo mejor es hacer caso a la opinión de los deportistas de la comunidad, por lo que nos hacemos eco de ese pensamiento: ¡“Váyase, señor director general de deporte!
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