Aún a riesgo de ser reiterativa, esta columna, pilastra, o poste de señales clavado a la intemperie en lo alto del Macizo central sobre el Guadarrama, tiene que insistir en que el panorama político que se divisa es diáfano y contundente. De 350 escaños, 323 son ocupados por tan sólo dos partidos. No es porque ambos sean “grandes”, la grandeza que cuenta es la interior, no la numérica, y en eso no se les ve sobresalir. En nuestra cultura, siempre ha sido más digna de respeto la calidad que la cantidad, aunque existan muchos ejemplares de “cuanto más mejor”. Qué se va a hacer…
Sucede entonces, que, dos-partidos-dos, mal que les pese a algunos, representan el casi unánime sentir de los ciudadanos de España. El conocido “bipartidismo”, con sus ventajas e inconvenientes, está extendido en la mayoría de las modernas democracias de corte occidental, y no es preciso mencionarlas. La alternancia de gobierno también suele ser la norma. Pero, sobre este tema hay mucho escrito en Internet, y todo el mundo sabe para qué sirve Google.
El caso es que los resultados electorales le han sentado, a uno y otro partido, de muy distinta manera. Los dos han ganado con más votos de los que tenían, y con menos de los que esperaban. Como comenta paternal Epifanio del Cristo Martínez a una de sus hijas: “Tú, que te pareces a tu padre más de lo que crees, y menos de lo que deberías”… Del mismo modo, con más de los tenían y menos de los que esperaban… Y así están las cosas “a la finitiva”, como decía Dolores, la que cuidó de la chiquillería de Epifanio. Uno de ellos ha sacado más votos que el otro, y, en buena lid, debe gobernar los próximos cuatro años. Aunque muchos millones de españoles se estremezcan por su incapacidad para los grandes “números”.
En el partido de Zapatero reina la calma salvo en unos pocos que no saben si seguirán de ministros, o de si llegarán a serlo. Mujeres de “cuota”, y hombres de “cuarta”, no le faltan, así que tiene donde elegir. Cómo tampoco tiene ambiciones políticas de “calado” porque le vienen grandes, pues, tampoco se preocupa. Además, bien se sabe cómo, con el “como sea”, logrará capear estos cuatro años, y quién sabe, si, hasta sabrá sobrevivir para otros tantos. Total, el lugar de España en el mundo, tras el “ninguneo”, es cómodo y no hay muchos codazos en la cola del mundo.
En cambio, en el PP, las cosas no pintan claras. Rajoy, un hombre elegante, y “registrador de la propiedad”, que farda mucho, convoca un congreso para despejar la situación, más, ¡ay!... de al que se le ocurra cerrarle el paso… porque ya no contará con él, si al final gana. Con esos jeribeques, ¿qué clase de congreso es? ¿Tanto les molesta en ese partido las llamadas elecciones primarias, que tan bien conoce cualquier lector medio informado? Incluso, a través de Internet. Elegantemente podía haber renunciado a su puesto, y pedir que una Junta provisional regentara el partido hasta el congreso. Una renuncia a punto, es un nombramiento asegurado; recuerden si no a Felipe González en aquel congreso en que renunció al socialismo de viejo cuño, para seguir con el mismo puño, solo que con un capullo en la mano. El, ¡no te vayas!, y ¡queremos un hijo tuyo!... se hizo atronador, y siguió en su sitio.
El futuro del PP pertenece a Esperanza, y, eso, se entrevé con este catalejo. Claro, que, también vislumbró el fracaso de Zapatero en el pasado nueve de marzo (que la providencia le conserve el oído al columnista, porque lo que es la vista…). Por otra parte, tan sólo se demuestra que más de once millones de españoles, hombres al fin, son capaces de tropezar “dos veces en la misma piedra”. Los comentarios a favor de ella, y en su contra, están en el aire y en el papel de los medios. La cuota de Presidentas de gobierno a escala mundial se redondearía, y no por voluntad superior como se hacen por aquí las “cuotas” de féminas, sino por la de un país que la encumbre.
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