“Parlachina la dueña dice cosas banales/ y vestido de rojo piruetea el bufón/…” Así es como yo vea a nuestro reeditado señor Presidente del Gobierno de la nación, como un “rojo” y un “bufón” haciendo piruetas extrañas en una España desconocida, adormecida y aletargada, como si un hábil anestesista le hubiera practicado, en su columna vertebral, la epidural.. Es feliz, rebosa autocomplacencia por cada uno de sus poros y, por si no bastara este estado de éxtasis en el que se encuentra, surge de la renovada y versallesca oposición el hada conciliadora, apaciguadora y benevolente que le sonríe ofreciéndole el ramo de olivo de la paz, la paz zapateril, la paz del que prefiere entregarse a continuar luchando, aquella paz que según el historiador y estadista ingles, lord John Russell: “si no se puede mantener con honor deja de ser paz”. Un verdadero paisaje idílico que parece que estuviere ajeno a todo lo que no fuera incienzar al PSOE y a su carismático líder.
Malogradamente, existe otra España, la real, la integrada por la gente corriente, los que deben acudir al trabajo cada día, que necesitan para poder vivir cobrar un salario, disponer de un puesto de trabajo, habitar en una vivienda y poder acudir al mercado para proveerse de vituallas para el sostenimiento de sus respectivas familias. Estas gentes no entienden de metáforas; de brindis al sol y de promesas que, con el tiempo, se desvanecen en el vacío del olvido. El ciudadano de a pie huye de las novelas de ciencia-ficción que intentan colarles los políticos, porque ellos saben que deben pagar al tendero y no pueden hacerlo con las palabras de ánimo, que tan baratas les resultan a los gobernantes; sus hipotecas vencen cada mes y las cuotas, encarecidas por la crisis, no se las paga el Estado, aunque simule hacerlo, sino que deben salir de sus propios recursos.
Por eso, cuando la gente ve que el señor Zapatero, en un programa hecho a su medida en la TVE estatal, rodeado de sus periodistas más adictos y jaleado por propios y extraños, sin que nadie le recuerde, como se hacía con los generales romanos vencedores de las batallas, que sólo es un simple mortal y no un dios del Olimpo; que se atreve a decir que, en España, no pasa nada, que sólo tenemos unos “problemillas” que van a durar poco, que la crisis ya está amainando y que todo lo que se dice de que estamos a las puertas de una grave recesión sólo es una demagogia de los “antipatriotas” y que, la culpa de todo lo que ha pasado, está pasando y ocurrirá en el futuro, no es del PSOE, ni del Gobierno, sino que, como siempre, todo es consecuencia de la mala gestión del PP; se queda admirada, se restriega los ojos con las manos y se miran los unos con los otros buscando una explicación a su perplejidad.
Para aclararnos un poco, vamos a ver lo que intenta decirnos ZP respecto al desempleo actual. Según el señor Presidente, ahora aún tenemos menos desempleo del que dejó el PP cuando fue relevado en el gobierno. Lo que ocurre es que el señor ZP tiene poca memoria y la poca de que dispone es bastante retorcida porque, si no estamos muy equivocados, cuando el señor Aznar se hizo cargo del ruinoso país que le dejó el señor González, se tuvo que hacer cargo, nada más y nada menos, que de un ¡22’5% de desempleo! Y esto, estando de ministro de Hacienda, el mismísimo señor Solbes. De este hecho parece que nuestro Presidente prefirió no hacer mención, ¡claro no le convenía! El señor Aznar, conviene recordarlo, no sólo rebajó en tres millones la tasa de desempleo, sino que revitalizó la industria, saneó una Sanidad Social en quiebra técnica y permitió a España incorporarse a la CE, cumpliendo con todos los condicionamientos que se le exigían. ¡Hay que tener una cara de cemento armado, señor Zapatero, para mentir de una forma tan desvergonzada, a la audiencia!
Entre tanto, el paro de cada mes, desde que principio de este año, va de mal en peor, a razón de más de doscientos mil nuevos parados cada mes. Pero nuestros ministros no se preocupan por ello. Primero negaron la mayor, diciendo que no había paro, luego, al serles imposible ocultar cifras tan escalofriantes, dijeron que los reciclarían para que ocuparan puestos de trabajo en otras actividades distintas de la construcción. Lo que está ocurriendo, como era previsible que sucediera, es que en las otras ramas de la industria tampoco las cosas van bien (se venden menos automóviles, los electrodomésticos están en caída libre, el turismo empieza a ser distinto y la gente se gasta menos, las industrias auxiliares de la construcción están cayendo como moscas etc.) y en lugar de absorber a desempleados ya están empezando a producir los suyos. El señor Corbacho, al que el cargo le va ancho, habla de reenviar a los inmigrantes a sus países. Examinemos su propuesta. Primero nos hacen creer que en España se necesita mucha inmigración y se regularizan dos millones y medio de ellos, pero quedan un millón sin regularizar. Ahora para unos sobran, aunque, para otros todavía hasta el 2020 se precisarán más. En definitiva que entre ellos no se entienden.
No obstante, el señor Corbacho está dispuesto a pagarles el viaje de retorno a sus países; entregarles el importe de capitalizar los subsidios de desempleo que les hubieran correspondido para dárselos de una vez y, por si fuera poco, parece que estarían dispuestos a entrenarlos para que pudieran ejercer un empleo en sus países de origen. Y ustedes se preguntarán: ¿De dónde van a sacar tanto dinero para pagar todo lo que cuesten estas repatriaciones? Muy fácil: de nuestros bolsillos. Se equivocaron los señores ZP, Moratinos y Caldera aceptando tantos inmigrantes y ahora, para arreglarlo, acuden al cajón del dinero, las arcas del Estado. Deberíamos preguntarnos: si resulta que España no crecerá, como mucho, más que un 2’4% en el 2008; si cuando se crece menos de un 2% se considera que un país ya entra en recesión, ¿cómo diablos podrá el Estado atender a tantas subvenciones, gastos sociales, obras públicas, recolocaciones de parados, aumentos de las plantillas de las Administraciones Públicas etc? ¿Sabe el señor ZP lo que está diciendo y lo que tiene entre manos? Convendría que antes de decir perogrulladas se asesorara de estos “sabios” que se ha traído para lo de la Memoria Histórica, y se pusiera a trabajar para evitar, en lo posible, lo que se nos está viniendo encima. De lo contrario me temo que los que le votaron serán los que le van apear de su burro político. ¡Líbrenos el Señor de los iluminados y falsos profetas!
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