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‘Comanche’, de Hermann y Greg, un buen western, una cuidada edición

Herme Cerezo
Herme Cerezo
viernes, 26 de septiembre de 2008, 22:12 h (CET)
La editorial Planeta acaba de publicar en un solo volumen cinco álbumes originales, enteritos, y de una sola tacada de la serie ‘Comanche’: ‘Red Dust’, ‘La revuelta del hambre’, ‘Los lobos de Wyoming’, ‘El cielo es rojo sobre Laramie’, ‘El desierto sin luz’ y un apéndice titulado ‘Palomino’.




Portada del cómic.


‘Comanche’, por si a estas alturas todavía queda alguien que no se lo haya imaginado, es un cómic de género, un western. La acción se enmarca en torno al rancho ‘666’ o ‘Triple Seis’, regentado por una mujer cuyo nombre da título a la serie, ayudada por Ten Gallons, un vejete de consistencia más aparente que real, "sesenta kilos de huesos viejos y arrogancia", en palabras de Sid Bullock, el conductor de diligencias, cuyo pasaje parece reducirse al tráfico de pistoleros a sueldo. Al ‘Triple Seis’ irán llegando Red Dust, Toby, el vaquero negro, Clem y Mancha-de-luna, el cheyene, que conformarán el núcleo principal de protagonistas. La vida en ‘Comanche’ al revés que otras series del Oeste, donde los protagonistas viajan, incansables, de un pueblo a otro, se centra alrededor del rancho ‘Triple Seis’ y de Greenstone Falls, la pequeña ciudad a la que acuden para aprovisionarse de existencias y cerrar negocios, ese pueblo inherente a todas las narraciones del género. Por supuesto, no faltan ‘casacas azules’, ni indios en este recopilatorio, ¿qué sería una historieta de vaqueros sin emplumados pieles rojas? Evidentemente, nada. Sin embargo, no son ellos el leitmotiv esencial de la serie, más centrada en los problemas del rancho (crianza, transporte y venta de reses) y en los bandidos de baja calaña: la banda de los Dobbs.

La nómina de tipos humanos que desfilan por sus páginas es notable: el sheriff, Charlie Donovan, un corrupto borrachín; Cathrell, el pisaverde que mueve los hilos de la ciudad en nombre de algún preboste local, que aguarda en la sombra; los obreros del ferrocarril, una auténtica tribu de músculos hambrientos, panzas resecas y martillos pilones; Faraón, un vagabundo también borracho como Donovan; Howard F. Calhoun, el agente indio, y el reverendo Brian Braggshaw quien, embutido en su levita negra, despliega la liturgia de la pistola y la Biblia sin hacer distinciones.

Hermann – el dibujante – y Greg – el guionista – planearon un western de incuestionable calidad, que comenzó a publicarse en la revista ‘Tintin’ el 16 de diciembre de 1969. En España aparecería unos cuantos años más tarde, dentro del tebeo ‘Mortadelo’. Por aquel entonces el territorio western estaba ampliamente dominado por la obra maestra del género: las aventuras del teniente Blueberry, que casualmente también se incluyeron en ‘Mortadelo’, obra de Charlier y Giraud (el alter ego de Moebius) y no resultaba nada fácil hacerse con un hueco en el ranking. Este clima de interés por el western, género clásico donde los haya, se alimentaba también con la espléndida labor desarrollada en el terreno cinematográfico por los directores Sergio Leone, Arthur Penn y, especialmente, Sam Peckimpah.

Los creadores de ‘Comanche’ trataron de alejarse del estereotipo de Blueberry. Leídos sus álbumes, resulta difícil no establecer ciertos paralelismos entre ambas series. El rostro de Blueberry y Red Dust, por momentos, se parecen bastante, aunque Dust, en algunas viñetas, presenta rasgos poco reconocibles e incluso algo desproporcionados. Sid, el conductor de diligencias, parece inspirado en McClure, un personaje secundario de Blueberry. Pero era inevitable. El universo gráfico de los cómics llega a convertirse en imaginario común y las referencias e influencias son constantes. Hermann y Greg saltaron a la palestra, espoleados por un comentario que les dirigió Goscinny, el guionista de Astérix: "¡En realidad, después de Giraud ya no se pueden hacer westerns" y teniendo siempre presente que las comparaciones no tardarían en producirse: "Hermann y yo – dice Greg – nos lo planteamos mucho antes de lanzarnos. Éramos conscientes de que el peligro de parecernos a Jijé y Jean Giraud era real. De todas formas, a los dos nos apetecía hacer western [...] Comanche está ubicado en Wyoming, lejos del territorio de los apaches, lejos de la frontera con Méjico. Frontera que nunca cruzamos. Con el rancho ‘666’ y el desarrollo de la ciudad vecina, Greenstone Falls, los acontecimientos surgían solos".

Greg no sólo cuidó los guiones, provocando situaciones adecuadas para sus historias. También se preocupó por la calidad y corrección de los textos que apoyan la narración. Y eso se nota. ‘Comanche’ posee detalles de indudable calidad literaria. Hermann, por su parte, presenta espléndidos dibujos de panorámicas generales, frecuentemente alimentados por la técnica del travelling y del zoom, de cabalgadas a ras de suelo, polvareda incluida, o de pequeñas viñetas donde los primeros planos no sean el elemento principal. En eso, en los primeros planos, su lápiz flaquea, como ya dije antes. Sin embargo, aporta una novedad muy interesante: en los duelos a pistola vemos, en un mismo recuadro, dos revólveres contrapuestos que disparan a la vez. Eso le permite ganar unos segundos, fomentar el suspense y picar la curiosidad del lector por el desenlace de la balacera. Es decir, un pequeño golpe de misterio en un cómic de vaqueros.

Editorial Planeta DeAgostini se ha apuntado un buen tanto con esta reedición de ‘Comanche’, un producto cuidado, con una sabrosa Introducción, bien encuadernado con tapa dura, y reproduciendo, como una página más, las cubiertas originales con las que amanecieron los álbumes en su día. Así que, los amantes del western, tienen ahora una espléndida oportunidad de gozar con la lectura y visión de un cómic de primer nivel. De primera fila, vaya. Algo completamente incuestionable.

Sin duda.

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‘COMANCHE’, de Hermann&Greg. Editorial Planeta. 252 páginas, 25 euros.

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