Es indudable que vivimos hoy en día un interesante boom de la crónica, tanto en Latinoamérica como en España, y también es indudable que cualquiera no puede llamarse cronista. A este escritor que reseña solamente los libros que le gustan, le revienta que se crea que la crónica es un género muy fácil de llevar, y le revienta doblemente el ninguneo que “goza” en las esferas del limbo de la crítica literaria. (Pongo el parche: la crítica jamás debe ser inmediata.) Veamos: ¿cuál es el criterio de un reseñista para valorar un libro de no ficción? Pues al parecer solo existe una sola respuesta, que por muy jalada de los cabellos, denota un fortísimo asidero prejuicioso: que el autor sea, ante todo, alguien proveniente del ambiente literario, porque solo así podría tener la oportunidad de que un “catador de libros” se ocupe de él. Son pocos los escritores de no ficción que tienen la oportunidad de gozar de la atención mediática pertinente. Cito: John Lee Anderson, Julio Villanueva Chang, Juan Villoro, Ricardo Uceda…A estos nombres debemos sumar el del chileno Juan Pablo Meneses (Santiago, 1969), quien con su último libro, LA VIDA DE UNA VACA, se ubica como el mejor cronista latinoamericano.
Meneses es autor de un par de libros también importantes: el primero, EQUIPAJE DE MANO, sobre viajes y personajes; el segundo, SEXO Y PODER, sobre un destape social y político que puso en jaque a las esferas más connotadas de la sociedad chilena. Podemos colegir entonces, que el autor no es un pipiolo en estos menesteres, digamos que tiene la suficiente experiencia como para abordar cualquier tema, porque como bien se sabe, hoy en día, las verdaderas historias, las que valen la pena contar, no están en la imaginación, sino en la misma realidad, cualquier hecho puede servir, no importa si se es un gran personaje o uno ordinario, hasta los animales pueden ser protagonistas, como es el caso de La Negra, la protagonista de LA VIDA DE UNA VACA.
El cronista basa su trabajo en un detalle no muy visto pero a la vez muy presente en la cultura argentina: la carne, el excesivo consumo de esta; sin embargo, lo canaliza a través de una sola vaca, con la que se vale para recorrer la radiografía de un país, abordando una serie de protagonistas marcados por la igualdad de opinión, ergo: no hay una sentencia absoluta, sino que esta se dispara en la variedad. Es notorio también el impresionante trabajo de biblioteca que yace en cada una de sus páginas y el reflejo del lado humano del cronista en su apego con determinados actores, como el caso del ganadero Juan Jorajuría, en quien recaen las dosis melodramáticas de la historia, sin perder en ningún instante su punto central: La Negra.
LVDUV es un libro pionero, pero no por el hecho que se hable de una sola vaca (aunque también es cierto), sino porque su germinación, desarrollo y llegada final a su edición de libro, partió del medio de comunicación que viene subiendo como la espuma de una cerveza: el medio virtual, muy en especial el blog. A diferencia de otros autores, Meneses, en su blog, hizo público la intención de comprarse a La Negra, dio a conocer a sus miles de lectores lo que pensaba hacer con ella, y escribió sobre aquello en artículos y crónicas para revistas como SOHO y Etiqueta Negra. Esto configura al libro como uno interactivo, lo cual se deja notar en el texto puesto que tiene varias páginas dedicadas a la transcripción de los comentarios de los lectores del blog del autor.
Muchas veces se ha creído que la mejor manera de abordar a una sociedad es por medio de sus visibles traumas o sus personajes más conocidos. Creo, a mi juicio, que se abusa muchísimo de las figuras encarnadas por presidentes, dictadores, narcotraficantes, sicarios y deportistas. Los nuevos cronistas deberían echar un ojo a esos grandes detalles presentes en el imaginario de sus países, no muy tomados en cuenta. Las historias, como dije, están en la misma realidad, solo hay que convertirlas en idioma, encausarlas bien, pensando siempre en el lector, tal y como lo hace Juan Pablo Meneses.
Editorial: Planeta / Seix Barral.
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