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Ministerio de Superioridad, 11:15 a.m de cualquier día:
-¿Entonces yo soy no binario?
-Eso es. Y yo máximo común divisor. Me gustan las disensiones.
-Pues yo soy integral. De masa madre.
-Yo derivado pero no del cerdo. No como carne.
-Yo limitado hasta el infinito.
-Yo exponencial. Cuando me pongo a exponer no paro.
-Yo soy una ecuación. Y cumplo segundo grado por no saber despejar incógnitas.
-Pues soy la raíz cúbica de alguien que aún no conozco.
-¿Y para que nos hemos reunido aquí?
-No lo sé. ¿Había que averiguar el área de algo, no?
-¿Para recalificarlo?
-Ni idea, El orden del día parece un Teorema.
-Ya me acuerdo. Yo soy número Complejo. O Primo.
-Entonces eres opresor. Ya tenemos algo.
En la Biblia se presenta cómo Nabucodonosor tuvo un sueño en el que se podía contemplar una magnífica figura de oro y plata, pero que estaba sustentada sobre una base de barro que, al menor golpe, hacía desmoronar toda la efigie. Claramente se trataba de una advertencia sobre la vulnerabilidad de aquel al que se “idolatra” momentáneamente por su aspecto exterior, y que, posteriormente, se rompe en mil pedazos al ser empujado por los mismos que le han encumbrado.
Reproduzco el título que Albert Gimeno le da a su escrito que comienza así: “Uno de los grandes problemas que tenemos en Cataluña –añado España, Europa, el mundo entero- es el del liderazgo. Faltan líderes de verdad de las modalidades que a ustedes se les ocurran: Políticos, empresarios, el mundo de los deportes, en la sociedad en general”.
En cuanto a las ciencias, tenemos que aceptar que si un concepto o idea o experimento es aceptado totalmente, por casi toda la comunidad científica de esa especialidad, tenemos que aceptarlo como verídico o verdadero. Después, vendrán algunos científicos de esa rama que puede que pongan en crisis ese concepto o idea o enunciado o teoría.
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