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Herme Cerezo

‘La Agenda Bermeta’ de Pablo Sebastiá: el imprescindible duelo entre el escritor y sus lectores

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‘La Agenda Bermeta’ es la nueva novela del escritor Pablo Sebastiá (Castellón, 1973), una obra que, nada más ojear sus primeras páginas, huele a trhiller, thriller de espías, espías españoles además. ‘La Agenda’ no se aleja mucho de cualquiera de los bestsellers de Frederic Forsyth, pongo por ejemplo ‘El cuarto protocolo’ o ‘Chacal’, que es el autor al que más me ha recordado. Sebastiá se maneja muy bien entre las bambalinas del espionaje, del tráfico de armas, del acuchillador selecto y del implacable asesino a sueldo, aunque de un agente secreto se trate, creando un baile de personajes, escenarios y situaciones que contribuyen a que el argumento sea de lo más verosímil.

Lo mejor de ‘La Agenda Bermeta’, sin duda, es la trama, realmente vibrante. El lector tiene pocos minutos de tregua. Su mente o su espíritu, o ambos a la vez, son constantemente sacudidos por los sobresaltos de los que el escritor castellonense hace víctimas a sus personajes y, por ende, a los lectores que se aventuren por sus páginas. Jon Beotegui, el protagonista, es llevado de un lado a otro, de París a Kinshasa, de Madrid a Castellón, pasando por Valencia, sin piedad, acuciado por las premuras de la supervivencia. Y eso lo agradece la lectura, porque no hay espacio para el aburrimiento. Pablo Sebastiá, por otro lado, incorpora a su novela un aspecto muy positivo: en toda ella flota un ambiente de engaño continuo, de desconfianza, que obliga a los personajes a recelar unos de otros hasta los últimos pasajes. De esa suspicacia provocada, igualmente participa el lector ya que, a poco que se implique, él también comenzará a sospechar de Ferrari, de Bermeta, de Laura o del propio Beotegui, de todos en suma, y lo que es el colmo, hasta del propio autor, porque llega un punto que no sabe a qué atenerse y comienza a preguntarse desde qué parte del libro va a lloverle una nueva andanada de emociones. Un enorme mérito de este escritor que, a través de ese manejo de la intriga, consigue establecer un duelo escritor-lector que se convierte en el elemento más imprescindible de ‘La Agenda Bermeta’. Creo que ese sembrar la duda, ese abrir el paraguas para parar la lluvia de acontecimientos, constituye la seña de identidad más característica de Pablo Sebastiá.

El lenguaje con el que está construida ‘La Agenda Bermeta’ es preciso, ajeno a florituras literarias. El escritor sabe perfectamente qué quiere contar y como transmitir al lector sus ideas y sensaciones en todas y cada una de las páginas de la obra. Y el resultado es obvio: difícilmente puede abandonarse su lectura una vez comenzada la misma. A lo sumo aplazarse para unas horas después. Y es que en la ‘Agenda’ los puñetazos crujen, los cuellos se rompen, las cuchilladas se clavan, las bombas estallan y los disparos de los fusiles ametralladores suenan. ¡Y se ven! Sí, se ven también porque esta novela es muy visual y fácilmente podría ser adaptada al cine.

Sin embargo, hay un par de detalles que, aunque no desmerecen este buen trabajo, podrían haberse cuidado un poco más. En primer lugar, el uso de determinados sustantivos y adjetivos en combinaciones tópicas y estereotipadas: automóvil flamante, traje impecable, pingües beneficios …. Suenan demasiado sobadas, habituales, oídas, tanto que el lector las recita en silencio antes de leerlas. Y en segundo lugar, Sebastiá muestra un excesivo afán enciclopedista que aquí, creo, que no toca. Es indudable que se ha documentado exhaustivamente sobre todo lo que rodea a los personajes y las situaciones. Por ejemplo, encontramos una explicación minuciosa sobre los fusiles del modelo Kalashnikov, "el arma más conocida de la tierra" o una clasificación, en la página 144, de los ladrones en cuatro tipos: raterillos, de viviendas, bandas organizadas y ladrones expertos. Estos detalles, al igual que algunas completísimas descripciones de escenarios (el de la casa de Jaime Bermeta, por ejemplo) entran en contradicción con la trepidante y dinámica estructura de la trama. Es un choque de ritmos que no debería producirse, porque el planteamiento del escritor castellonense no precisa de parones innecesarios. Hay que tomarse alguna pausa, pero breve, porque la historia, dado el ritmo que le ha impuesto el autor desde las primeras páginas, cada vez exige más marcha.

Otro punto atractivo de este thriller es que, exceptuando el principio, sus escenarios son españoles – o sea que en España también se puede espiar sin ser de la CÍA, del Mossad o de la KGB – y, en algunos instantes, mediterráneos. La acción de algunos pasajes se traslada a tierras valencianas y castellonenses, a sus raíces, vaya. E imaginar que cerca de donde paso bastantes días en verano desde hace un cuarto de siglo, un asesino ha perseguido a alguien a través de las limpias arenas de Benicàssim o que ha escalado las verjas de algunas villas y chalés en busca de idéntico objetivo tiene su puntito. Les aseguro que, desde ahora, ni las aguas, donde uno toma su baño anual, ni el sol, ni la arena de Benicàssim me sabrán igual. Siempre tendré presente que por allí anduvieron Jon Beotegui, Laura o el agente secreto Alfa, un holandés sin escrúpulos a sueldo del servicio de espionaje español.

Por último y aunque sea pura suposición y pura ficción, también es interesante ver cómo funciona el CNI, cómo se organiza, cómo son sus dirigentes, cómo actúa en territorio nacional y fuera de él. Después de leer ‘La Agenda Bermeta’ resulta particularmente atractivo introducirse en la piel de un agente secreto, que debe llevar una doble existencia: la familiar y la laboral. Y es que en su apartado laboral el secuestro, el interrogatorio, más o menos violento, el ligue aparentemente real y el asesinato entran en el sueldo. No queda hueco para los sentimientos. Curioso cometido, difícil, enrevesado, el de vivir bajo semejantes coordenadas mentales y aceptar que producir la muerte o la infelicidad de un semejante pueda considerarse como una circunstancia "normal" de la vida. Pablo Sebastiá ha conseguido asumir ese rol y contarnos una historia altamente interesante. ¿Cómo lo ha hecho? Pues no tengo ni idea, pero la próxima vez que lo vea se lo voy a preguntar. Y luego se lo contaré a ustedes, mis improbables lectores. Pero de momento, vayan leyendo ‘La Agenda Bermeta’. Seguro que pasarán un rato más que agradable. Ya lo creo que sí.

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‘La Agenda Bermeta’, de Pablo Sebastiá. Ellago Ediciones, mayo 2008. 319 páginas, 19,80 euros.

‘La Agenda Bermeta’ de Pablo Sebastiá: el imprescindible duelo entre el escritor y sus lectores

Herme Cerezo
Herme Cerezo
sábado, 18 de abril de 2009, 11:13 h (CET)
‘La Agenda Bermeta’ es la nueva novela del escritor Pablo Sebastiá (Castellón, 1973), una obra que, nada más ojear sus primeras páginas, huele a trhiller, thriller de espías, espías españoles además. ‘La Agenda’ no se aleja mucho de cualquiera de los bestsellers de Frederic Forsyth, pongo por ejemplo ‘El cuarto protocolo’ o ‘Chacal’, que es el autor al que más me ha recordado. Sebastiá se maneja muy bien entre las bambalinas del espionaje, del tráfico de armas, del acuchillador selecto y del implacable asesino a sueldo, aunque de un agente secreto se trate, creando un baile de personajes, escenarios y situaciones que contribuyen a que el argumento sea de lo más verosímil.

Lo mejor de ‘La Agenda Bermeta’, sin duda, es la trama, realmente vibrante. El lector tiene pocos minutos de tregua. Su mente o su espíritu, o ambos a la vez, son constantemente sacudidos por los sobresaltos de los que el escritor castellonense hace víctimas a sus personajes y, por ende, a los lectores que se aventuren por sus páginas. Jon Beotegui, el protagonista, es llevado de un lado a otro, de París a Kinshasa, de Madrid a Castellón, pasando por Valencia, sin piedad, acuciado por las premuras de la supervivencia. Y eso lo agradece la lectura, porque no hay espacio para el aburrimiento. Pablo Sebastiá, por otro lado, incorpora a su novela un aspecto muy positivo: en toda ella flota un ambiente de engaño continuo, de desconfianza, que obliga a los personajes a recelar unos de otros hasta los últimos pasajes. De esa suspicacia provocada, igualmente participa el lector ya que, a poco que se implique, él también comenzará a sospechar de Ferrari, de Bermeta, de Laura o del propio Beotegui, de todos en suma, y lo que es el colmo, hasta del propio autor, porque llega un punto que no sabe a qué atenerse y comienza a preguntarse desde qué parte del libro va a lloverle una nueva andanada de emociones. Un enorme mérito de este escritor que, a través de ese manejo de la intriga, consigue establecer un duelo escritor-lector que se convierte en el elemento más imprescindible de ‘La Agenda Bermeta’. Creo que ese sembrar la duda, ese abrir el paraguas para parar la lluvia de acontecimientos, constituye la seña de identidad más característica de Pablo Sebastiá.

El lenguaje con el que está construida ‘La Agenda Bermeta’ es preciso, ajeno a florituras literarias. El escritor sabe perfectamente qué quiere contar y como transmitir al lector sus ideas y sensaciones en todas y cada una de las páginas de la obra. Y el resultado es obvio: difícilmente puede abandonarse su lectura una vez comenzada la misma. A lo sumo aplazarse para unas horas después. Y es que en la ‘Agenda’ los puñetazos crujen, los cuellos se rompen, las cuchilladas se clavan, las bombas estallan y los disparos de los fusiles ametralladores suenan. ¡Y se ven! Sí, se ven también porque esta novela es muy visual y fácilmente podría ser adaptada al cine.

Sin embargo, hay un par de detalles que, aunque no desmerecen este buen trabajo, podrían haberse cuidado un poco más. En primer lugar, el uso de determinados sustantivos y adjetivos en combinaciones tópicas y estereotipadas: automóvil flamante, traje impecable, pingües beneficios …. Suenan demasiado sobadas, habituales, oídas, tanto que el lector las recita en silencio antes de leerlas. Y en segundo lugar, Sebastiá muestra un excesivo afán enciclopedista que aquí, creo, que no toca. Es indudable que se ha documentado exhaustivamente sobre todo lo que rodea a los personajes y las situaciones. Por ejemplo, encontramos una explicación minuciosa sobre los fusiles del modelo Kalashnikov, "el arma más conocida de la tierra" o una clasificación, en la página 144, de los ladrones en cuatro tipos: raterillos, de viviendas, bandas organizadas y ladrones expertos. Estos detalles, al igual que algunas completísimas descripciones de escenarios (el de la casa de Jaime Bermeta, por ejemplo) entran en contradicción con la trepidante y dinámica estructura de la trama. Es un choque de ritmos que no debería producirse, porque el planteamiento del escritor castellonense no precisa de parones innecesarios. Hay que tomarse alguna pausa, pero breve, porque la historia, dado el ritmo que le ha impuesto el autor desde las primeras páginas, cada vez exige más marcha.

Otro punto atractivo de este thriller es que, exceptuando el principio, sus escenarios son españoles – o sea que en España también se puede espiar sin ser de la CÍA, del Mossad o de la KGB – y, en algunos instantes, mediterráneos. La acción de algunos pasajes se traslada a tierras valencianas y castellonenses, a sus raíces, vaya. E imaginar que cerca de donde paso bastantes días en verano desde hace un cuarto de siglo, un asesino ha perseguido a alguien a través de las limpias arenas de Benicàssim o que ha escalado las verjas de algunas villas y chalés en busca de idéntico objetivo tiene su puntito. Les aseguro que, desde ahora, ni las aguas, donde uno toma su baño anual, ni el sol, ni la arena de Benicàssim me sabrán igual. Siempre tendré presente que por allí anduvieron Jon Beotegui, Laura o el agente secreto Alfa, un holandés sin escrúpulos a sueldo del servicio de espionaje español.

Por último y aunque sea pura suposición y pura ficción, también es interesante ver cómo funciona el CNI, cómo se organiza, cómo son sus dirigentes, cómo actúa en territorio nacional y fuera de él. Después de leer ‘La Agenda Bermeta’ resulta particularmente atractivo introducirse en la piel de un agente secreto, que debe llevar una doble existencia: la familiar y la laboral. Y es que en su apartado laboral el secuestro, el interrogatorio, más o menos violento, el ligue aparentemente real y el asesinato entran en el sueldo. No queda hueco para los sentimientos. Curioso cometido, difícil, enrevesado, el de vivir bajo semejantes coordenadas mentales y aceptar que producir la muerte o la infelicidad de un semejante pueda considerarse como una circunstancia "normal" de la vida. Pablo Sebastiá ha conseguido asumir ese rol y contarnos una historia altamente interesante. ¿Cómo lo ha hecho? Pues no tengo ni idea, pero la próxima vez que lo vea se lo voy a preguntar. Y luego se lo contaré a ustedes, mis improbables lectores. Pero de momento, vayan leyendo ‘La Agenda Bermeta’. Seguro que pasarán un rato más que agradable. Ya lo creo que sí.

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‘La Agenda Bermeta’, de Pablo Sebastiá. Ellago Ediciones, mayo 2008. 319 páginas, 19,80 euros.

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