Probablemente uno de los mejores conciertos de Luis Eduardo Aute, con toda seguridad el mejor del año hasta ahora. Desde el momento en el que apareció en el escenario, llegó consigo la poesía. El artista (pintor, cantautor y dramaturgo), presentó en Madrid la tercera y última entrega de la trilogia 'Auterretratos'. Lo único que prometió es que el concierto, a pesar de no tener tiempo de cantar las 115 canciones de los tres discos, iba a ser memorable. Y lo fue. No cantó las 98 que 'igual sí' cantaba, pero fueron casi 40 y tres horas de un auténtico recital instrumental en el que demostró que por su voz no pasa el tiempo.
Luis Eduardo Aute. / Foto: Lorena González.
El concierto dio comienzo con la canción 'Invisible', e hizo honor al nombre y apareció sobre el escenario en la siguiente canción, junto a su clásica copa de vino y la ausencia de la guitarra a la que todo cantautor se aferra. No la necesitaba, pues Tony Carmona, el director musical, se encargó de todo aquello que era necesario para acompañar la impresionante voz de un Luis Eduardo Aute que, recordemos -como Serrat-, se ha ganado a pulso la jubilación; pero sin embargo sigue ahí. Antes de continuar, alguien del público le gritó '¡poeta!', a lo que él, tímido pero tranquilo, le respondió 'poesía eres tú'. Y entonces fue cuando comenzó la poesía.
Como buen malabarista de las palabras -autor e inventor de los 'poemigas'-, Luis Eduardo deleitó a un público tan entregado como él cuando sonaron, entre otras, canciones como 'Una de dos', cuya técnica del teclista sorprendió y hasta el artista se puso en pie antes de dar por finalizada la canción. Ésa, junto a 'Las cuatro y diez' y 'Sin tu latido', amortizaron el precio que el público pagó por llenar el Palacio de Congresos. Sembró de luces y sombras, pausas y silencios, y entró en el corazón de los presentes (jóvenes, y jóvenes con experiencia), mojándolo todo, con sus comentarios irónicos y las gargantas profundas en la introducción de sus canciones, la belleza de sus letras y la positividad del escepticismo más clarificador de la realidad.
Lamentó, no obstante, que 'ya no se haga el amor, ahora se trata de echar polvos y joderse unos a otros', aunque predicó que 'otro mundo es posible, porque éste es insoportable'. También explicó -introduciendo la canción 'Giraluna'- la importancia de tener fe, critero propio y curiosidad para poder cumplir los sueños a pesar de ser disidentes de los demás. A pesar de la crisis financiera que nos invede
Cabe destacar los nuevos cambios musicales en algunas canciones, como la introducción de 'Aleluya', basada en una armonización sobre los tres grados de la escala con un timbre eclesiástico, 'Una de dos, convertida al 'rock and roll', o el ritmo de 'Siento que te estoy perdiendo' que vuelve a sus inicios. Pero sin duda, lo mejor de la noche y el broche final, fue 'Al Alba', una vez más, ésta vez destacó porque Luis Eduardo Aute la cantó a capella, de forma magistral. Puso a todo el público en pie para despedirle, y a los críticos sin argumentos que criticar.
Con él se despidieron también Tony Carmona (director y productor del disco), Igor tukala (teclista), Antonio Calero (batería y cajón flamenco) y Cristina Narea (coros y pequeña percusión). Con ellos se fue, después de tres horas, la mundología de Aute, que a día de hoy, es el pintoautor que ha sabido retratar como nadie, la belleza más allá de la carne de cualquier memorable cuerpo.
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