Dijo un filósofo de la historia que no existe ninguna historia nacional en la cual la historia universal no haya jugado algún papel, y la historia nacional de Estados Unidos está demostrando que no es una excepción.
El notorio crecimiento de la comunidad hispana ha derivado en discursos populistas antes inimaginables en este país, donde para encontrar a un referente de populismo los analistas e historiadores necesitan retroceder a los años de la gran depresión de los años treinta.
Por aquel tiempo, emergió con fuerza el gobernador de Luisiana y luego senador Huey Pierce Long, quien fue pionero entre los líderes políticos que gestan sus propia prensa para defenderse de su adversarios, algo que hoy los monopolios mediáticos caracterizan como un vicio de la nueva izquierda latinoamericana.
Por estas fechas de marzo pero del año 1930, hace 86 años, Huey Long fundaba su propio periódico para defenderse de la prensa adversa, "The American Progress", que llegó a editar hasta un millón y medio de ejemplares, sobre todo en la etapa en que se discutía su candidatura a la presidencia de Estados Unidos. Lo asesinaron antes, en 1935, cuando tenía el balance de poder de las elecciones de 1936.
En Asunción (Paraguay) lo recuerda una importante calle de Villa Morra, dado que en el fragor de su lucha contra los amos de la finanzas de Wall Street, se envolvió en la guerra del Chaco paraguayo-boliviana con sensacionales discursos que apuntaban a la empresa petrolera Standard Oil.
Su estilo ha vuelto al tapete en la actual carrera hacia la Casa Blanca, dado que algunos lo comparan con Donald Trump, y otros con Bernie Sanders. Precisamente Sanders había insertado a Hugo Chávez en la carrera hacia la Casa Blanca tiempo atrás, cuando debió defenderse de los partidarios de Clinton, que hicieron esfuerzos por vincularlo con el terrorismo de Medio Oriente y con el líder de la revolución bolivariana.
El vínculo de Sanders con Chávez sería que éste no se opuso públicamente a aceptar una donación de combustible para calefacción de la petrolera estatal de Venezuela , conocida por sus siglas PDVSA. Obligado por las circunstancias, Sanders se refirió a Hugo Chávez como “un dictador comunista muerto”.
Evidentemente, esas declaraciones fueron dictadas por ese mismo establishment de medios masivos que alguna vez debió enfrentar Huey Long con sus propios medios.
El discurso de Sanders, a pesar de sus dichos, es muy parecido al del líder venezolano de cuya desaparición física se cumple un año más este cinco de marzo.
Lo apuntado por Sanders no quedó en la nada, y recibió respuesta del catedrático de la Universidad de Albany, New York, Gabriel Hetland : “Así que me quedé sorprendido y consternado al ver que etiquetabas, la semana pasada, al fallecido Hugo Chávez como un "dictador comunista muerto". Yo podía esperar eso de candidatos como Marco Rubio, Jeb Bush o Hillary Clinton - no de alguien que apoyó a los Sandinistas en la década de 1980 y que aceptó de Chávez el combustible con descuento para calefacción de los residentes de bajos ingresos de Vermont-“ señaló el mismo en una carta abierta.
Hetland también recordó a Sanders que Chávez ganó las elecciones por márgenes enormes, y en las raras ocasiones en las que sufrió derrotas aceptó haber perdido de inmediato sin objeciones. Nunca ganó merced al fraude, y alguien tan comprometido con la democracia como Jimmy Carter llegó a declarar que "De las 92 elecciones que hemos monitorizado (en el Centro Carter), yo diría que el proceso electoral en Venezuela es el mejor del mundo".
Según Hetland, la razón por la que Chávez tuvo tanto éxito político es porque implementó algunas de las mismas políticas que Sanders promete poner en práctica en Estados Unidos, como aumentar el gasto en salud y educación.
No es ningún secreto que cuando se habla de discursos políticos, se da por descontado que el doble discurso estará siempre presente. Decía un famoso escritor que Estados Unidos tiene un discurso sobre el libre comercio que es sólo para consumo ajeno, dado que siempre ha sido proteccionista dentro de sus fronteras.
Tal vez lo mismo podría decirse hoy sobre la satanización del populismo, “terrible vicio” latinoamericano que se ha infiltrado fronteras dentro como por arte de algún audaz y obstinado fantasma.
El problema es que sostener al respecto la ambigüedad tendrá un costo tan alto en estos tiempos de hiperconexión que corren, al soplo del periodismo digital y en tiempo real, que acabará siendo tan impagable como la deuda externa.
|