Maldita verdad, la última novela de la escritora Empar Fernández, muy reconocida y galardonada y especializada en el género negro, muestra la pericia narrativa de esta autora que, a través de su extensa obra literaria, ha ido depurando su escritura para ofrecer un estilo narrativo original y peculiar dentro de este género, llamado anteriormente policíaco, en el que el suspense es el principal ingrediente narrativo.
El género negro es similar, en cuanto al uso del lenguaje, al estilo periodístico, pues utiliza las frases cortas y da prioridad absoluta a la narración de los hechos desde un plano de objetividad, exento de cualquier tipo de conclusiones moralizantes ni subjetividad alguna por parte del narrador, voz omnisciente que va definiendo la acción sin apasionamiento como cauce narrativo por el que discurre la acción sin contratiempos.
Empar Fernández hace una inteligente descripción de la trama y personajes que la habitan, pero sin caer en el dramatismo que los hechos que provocan la narración podrían propiciar. La descripción del protagonista -joven e inexperto estudiante de Criminología que acepta averiguar los motivos ocultos del aparente suicidio de un adolescente-, la realiza con una constante ironía que despierta la sonrisa del lector, en muchas ocasiones, por el humor soterrado y continuo que muestra la autora en esta original novela del género negro que sorprende porque en ella, también, cabe el ligero y refrescante toque desenfadado de una sátira social en clave de género negro.
Nada que ver el protagonista con los habituales de las novelas de este género que suelen ser profesionales altamente cualificados (abogados, policías, detectives, etc.) decididos y expertos conocedores de la técnica a utilizar en cada caso a investigar, debido a la gran experiencia que acumulan en sus brillantes carreras de investigadores del crimen en sus múltiples facetas.
El protagonista, inexperto, inseguro, dubitativo y un tanto neurótico, despierta las simpatías fácilmente del lector que siente en la fragilidad del muchacho las inseguridades que todos, de una forma u otra, tenemos o hemos tenido en el pasado, cuando la inexperiencia, unida al deseo de explorar el mundo en el que vivimos, era nuestra única carta de presentación y bagaje.
Raúl Forcano, el incipiente e intrépido detective en ciernes que siempre sale malparado de sus pesquisas, a modo de actual y juvenil Quijote que sale a luchar, en vez de con molinos de viento, contra las sombras que envuelven a quienes, por cercanos al supuesto suicida, pueden conocer las claves de su muerte, aunque termina siempre como dice el refrán de quien "fue a por lana y salió trasquilado". Éste es un personaje que podría ser el protagonista de futuras novelas en las que su simpática y desmañada figura pudiera ser un incentivo a los lectores que se sentirán, en cierta forma, identificados con el protagonista y sus desventuras que le convierten en un remedo del ser humano actual, sumido en las muchas dificultades de la vida cotidiana ante las que se siente desvalido y, muchas veces, derrotado.
La narración está escrita sin excesivas descripciones del escenario en el que se suceden los hechos, sólo con la ligereza de un esbozo que resalta lo más importante de cada personaje o lugar, tratando así de aligerar la estructura narrativa que se ve realzada por un lenguaje claro, sencillo y diáfano en el que el lector puede encontrar innumerables modismos coloquiales, especialmente en la primera parte, tanto en los diálogos .que no son muy numerosos sino sólo los estrictamente necesarios como por la voz narradora, característica que aproximan al lector a esta historia y la hace más cercana.
El tiempo narrativo es lineal sin saltos en el tiempo, dividido en cuatro partes que, a su vez, se subdivide en varios capítulos que van marcando el ritmo de los hechos narrados que determinan el paso de un momento narrativo a otro .
El suspense se mantiene desde la primera página hasta la última en la que espera un final sorprendente, sin que el lector encuentre un momento de lectura en el que pierda interés por lo que va sucediendo en esta novela en la que la intriga va creciendo, a cada momento narrativo, con una acertada dosificación en el suspense generado.
Aunque este novela, en su sencillez de lenguaje, ofrece una lectura amena, sencilla y sin complicaciones narrativas, no deja de ser también una crítica soterrada de la sociedad actual y sus muchos obstáculos, especialmente para los más jóvenes, que son siempre fuente de frustración para los ciudadanos, quienes se ven atrapados en un mundo cada vez más complejo y competitivo en el que van desapareciendo todas las certezas de tiempos anteriores que han sido sustituidas por la temporalidad y la inseguridad más absolutas.
No es extraño que esta novela haya sido elegida finalista, al momento de escribir este artículo, en el premio "Mejor Novela VLC Negra 2016" que se entregará en el marco del IV Festival de Género Negro de Valencia que se celebrará en la ciudad de Túria, entre el 6 y 15 de mayo. El premio se concede por votación popular on line, en la web del festival, a través de cuyo link se podrá votar. Es de desear siempre que gane el mejor, pero "Maldita verdad" reúne la calidad necesaria para ser elegida ganadora por méritos propios.
Esta novela es, pues, una genuina novela del género negro que, por su suspense, ironía, toques de humor y claridad narrativa, se convierte en una lectura no sólo adecuada a los amantes de este género, sino a todo lector que quiera leer una novela en la que encontrará reflejada una pequeña parcela de la sociedad actual y su desamparo escrita con amenidad y destreza.
Maldita verdad, Empar Fernández Ediciones Versátil, Barcelona, 2016
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