Todo lo relacionado con el Frente Polisario es un fraude. Empezando por su supuesta lucha contra el colonialismo, entablada contra Marruecos, uno países que más ha sido victimizado por las potencias colonialistas europeas.
Lo había advertido décadas atrás un escritor de la talla de Juan Goytisolo, Premio Cervantes de Literatura, cuando en su esclarecedor libro sobre el problema del Sahara advertía que Argelia incurría en el error de defender la intangibilidad de las fronteras trazadas por el colonialismo.
Es un fraude su lucha por la independencia, totalmente dependiente de Argelia, que inspira, sufraga, financia y cede territorio para sostener la ficción de la república fantasma que dicen gobernar.
Es un fraude el número de falsos refugiados que dicen asistir, con la ayuda internacional que se pasan mendigando en todo el mundo. Por años fue enviada ayuda humanitaria para abastecer a 155.000 refugiados, cifra que había comunicado Argelia.. Cuando estaba investigando el fraude, la UE encargó en 2005 al Centro Común de Investigación europeo de Ispra que tratase de averiguar, recurriendo a satélites de observación, el número de refugiados. Resultaron ser unos 91.000.
El Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados nunca pudo disponer de un censo propio porque el Polisario, que controla los cuatro campamentos, se ha negado a autorizar un conteo real en cuatro décadas. Un informe de la UE del año pasado destacó que “ni Argelia ni el Frente Polisario aceptaron que las instancias internacionales realizaran un censo de la población de los campamentos a pesar de los pedidos formales de la Agencia de la ONU para los refugiados en 1977, 2003 y 2005”.
La exageración del número de refugiados, constatada por los satélites, no es casual.
Es la cortina para un gigantesco desvío de dicha ayuda humanitaria. Esta ayuda se desvía sistemáticamente al llegar al puerto argelino de Oràn, y no llega integra a los saharauis que se encuentran en los campamentos controlados por el Polisario en Tinduf, bajo tutela argelina. Lo “extraviado” se convierte inmediatamente en mercadería vendible en los mercados de Argelia, Mauritania o Malí.
Saltaron a la luz numerosas anomalías de tipo informático relacionada con la falta de utilización de las tarjetas de racionamiento, lo cual impide a los destinatarios de la ayuda acusar recibo de la misma. La capacidad de verificación de la llegada a destino de la ayuda es muy baja, dado que los visitantes solo pueden ingresar acompañados por guardias del Polisario, y existen áreas restringidas.
Una prueba del fraude puede encontrarse en el tono festivo de los grotescos panfletos con los que el POLISARIO inundó la web hace unos días, celebrando la prorroga de la MINURSO, misión de la ONU en el Sahara, la misma a la que habían vilipendiado como inútil e inoperante. Allí se vanagloriaban, ebrios de triunfalismo, del tiempo de descuento obtenido por sus cómplices en el negocio del fraude humanitario.
En realidad, la prórroga de la misión de la ONU en el Sahara solo servirá para un año más de robo descarado de ayuda internacional, algo que solo pueden festejar aquellos que llenarán sus bolsillos por unos meses más.
La opinión pública mundial que supone no estar involucrada en este tema, debería tener en cuenta que supuestas misiones de la ONU para “mantener la paz” en diversas latitudes del mundo, representan un presupuesto global es de 7.255 millones de euros, esto es, un 0,47% del gasto militar mundial, que asciende a 1,53 billones. Decía un famoso periodista que para dilucidar la corrupción, basta con seguirle la pista al dinero.
Quienes no participan del negocio de la supuesta “ayuda humanitaria” en beneficio de un dictadorzuelo de pacotilla, saldos y retazos de las dictaduras africanas y anexo a la dictadura en Argelia, de ONG corruptas y delegados parásitos del Polisario desperdigados por el mundo entero, deberían recordar cuanto nos cuesta a todos estas operaciones de la ONU que llevan décadas.
Deberían haberlo pensado todos, dado que se trata de un debate que involucra a la opinión pública mundial, antes de avalar un año más de robo descarado en el Sahara Occidental.
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