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Sahara Occidental y la herencia corrupta de España

La presencia española en Marruecos estuvo siempre marcada con el sello de la corrupción, desde el Protectorado a las ONG que lucran con la “causa saharaui”
Luis Agüero Wagner
viernes, 13 de mayo de 2016, 08:15 h (CET)
“Morirás en Chafarinas” es una novela de Fernando Lalana, en la que hizo su debut el actor Willy Toledo, quien recientemente sostuvo una tormentosa polémica con el Frente Polisario en la cual puso en la balanza la legitimidad de la “causa saharaui”, afirmando que con prácticas como el secuestro de Maloma Morales no queda otra alternativa que dar la razón a Marruecos.

La novela de Lalana, llevada al cine en 1995 por Pedro Olea, se desarrolla en un acuartelamiento de Regulares en Melilla, donde se producen varias muertes envueltas en una nebulosa de misterio. Con el desarrollo de la acción, se va resolviendo el enigma y descubriendo que todas las muertes de militares están relacionadas con el tráfico de heroína, que ha inficionado a los pundonorosos soldados y humanistas austeros del ejército español.

La corrupción en la milicia apostada en Marruecos es una tradición celosamente cuidada por los españoles, desde los tiempos del informe Picasso demostró su implicancia en la mayor derrota militar de la historia española.

Hacia 1920, Abdelkrim ya era el principal líder anticolonialista en Marruecos, y desde esa posición preparó la sublevación del Rif, contando con el apoyo de las cabilas que habitaban la zona. La mayoría de sus hombres eran indígenas que habían desertado del Ejército colonial español.

En julio de 1921, tropas españolas se encontraban situadas en la zona de Annual, desmoralizadas tras varias choques con los guerrilleros de AbdelKrim. Dicen los detractores de la monarquía que, desoyendo al Alto Comisario de España en Marruecos, general Berenger, el general Silvestre cruzó el río Almerkan llegando a las puertas de Alhucemas, solo para cumplir una apuesta que hizo al rey Alfonso XIII. Es que había prometido celebrar con champán el cumpleaños del rey, el primer día de agosto, en esa ciudad. Cuentan que el rey le respondió en un telegrama “Ole ahí tus cojones, Silvestre”.

El resultado sería el desastre de Annual, considerado por algunos como la mayor derrota militar en la historia de España, consumado el 22 de julio de 1921. Las fuerzas de Abdelkrim, unos tres mil guerrilleros, derrotaron a un ejército español de más de trece mil hombres, dando origen a la leyenda del líder rifeño. Tras humillar al ejército español, Abdelkrim declaró la república del Riff, reduciendo la presencia española en Marruecos a la zona de Melilla, por el este, y a Ceuta, Tetuán y Larache por el oeste.

El desastre causó gran conmoción política en España, al punto que el mismo Alfonso XIII diría poco tiempo después a Joaquín Salvatella (ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes) que era inevitable e imprescindible instaurar una dictadura debido al descontento.

Gran parte del descontento se debía a las revelaciones del general Picasso, contenidas en un informe que fue imposible mantener en secreto, sobre la descomunal corrupción del ejército español en Marruecos que había propiciado el desastre de Annual. Si hoy son falsos refugiados para percibir mayores dividendos de ayuda internacional y enriquecer a la dirigencia del Polisario, en aquel tiempo se inflaban los números de la intendencia y se pagaban salarios a soldados fantasmas.

Apenas dos años sobreviviría la monarquía constitucional a dicho desastre. El golpe militar que siguió, iniciado el día 13 de septiembre de 1923, culminó con éxito el 15 de Septiembre, instaurando la Dictadura de Primo de Rivera. Este cambio no sería muy traumático, sobre todo porque el rey Alfonso XIII era partidario del golpe y nombró al general sublevado Jefe del Gobierno al frente de un Directorio militar.

De esta forma el rey Alfonso XIII ligó su destino a la dictadura, de allí que cuando Primo de Rivera fracasó en su intento de perpetuar su modelo político y renunció, en enero de 1930, la debacle de la misma monarquía quedó sentenciada. El general Berenguer, quien dirigió las riendas del poder entre 1930 y 1931, fue incapaz de evitar el avance de los partidarios de la república, que quedó proclamada el 14 de abril de 1931. El rey Alfonso XIII terminó en el exilio.

Con estos antecedentes históricos tan relevantes, no es extraño que los problemas españoles en Marruecos se hayan convertido en un arma arrojadiza tradicional contra el gobierno de turno. Si una derrota en Marruecos propiciada por militares corruptos había sido el principio del fin de la monarquía, no es extraño que desde entonces se invoque lo que sucede en ese país para atacar al gobierno de Madrid.

Es notorio que lo siguen haciendo muchos españoles, y sobre todo aquellos que sienten nostalgia de los militares africanos, de Primo de Rivera y de su nunca bien ponderado caudillo por la gracia de Dios Francisco Franco.

Estos prohombres ya no están, ni España volverá a Marruecos, pero la tradición de corrupción iniciada por los militares africanos sigue intacta en los que hoy lucran, ONG corruptas mediante, con la tragedia de refugiados en el Sahara Occidental.

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