Una de las mayores pérdidas que ha tenido la literatura de no ficción en estos años del nuevo siglo, es, no hay duda que valga, la del suicidio del escritor norteamericano Hunter S. Thompson (1937 – 2005), creador del Periodismo Gonzo.
El gonzo, tal y como le gustaba que le llamen, había tenido una vida harta conocida por encausar sus proyectos al límite, los que se veían reflejados en el vesánico estilo de su escritura que dio cuenta de los años más revoltosos en Estados Unidos, signados por el aura del nihilismo, la protesta, la libertad sexual y, cuándo no, el abuso de las drogas por parte de la juventud gringa.
Su suicidio no sorprendió a nadie, muchas de sus amistades y admiradores sabían que se trataba de una noticia pautada por el ritmo del retraso en la decisión final, porque más de uno llevaba años preguntándose el por qué no jalaba del gatillo y muera de la misma forma en que vivió: jugando permanentemente con su vida.
A tres años de su muerte, el recordado autor de imprescindibles títulos como MIEDO Y ASCO EN LAS VEGAS, LA GRAN CAZA DEL TIBURÓN o LOS ÁNGELES DEL INFIERNO, ya tiene su documental, el cual tiene todos los componentes para ser definitivo, el carpetazo final que pondrá a descansar todas las habladurías sin fundamento que en torno a su vida, muchas veces sin haber leído más de tres de sus endemoniadas páginas, se han venido dando.
Estrenada para el imaginario hispanoparlante en octubre del año pasado en el Festival de Cine Documental de Barcelona, GONZO: THE LIFE AND WORK OF DR. HUNTER S. THOMPSON es un documental que está a la altura de la grandeza de su personaje. No es para menos, diera la impresión de que todos los convocados pusieron lo mejor de sí para ofrecer un testimonio honesto de quien en vida fuera el gonzo.
El director Alex Gibney, sabedor de las trampas que significa caer en el anecdotario con tal de ser efectista, hace lo más inteligente: centra su trabajo en los años de plenitud vital, literaria y periodística del gonzo. Estamos pues ante casi tres horas que se pasan volando, las cuales giran en la influencia del escritor suicida en lo que conocemos hoy como Nuevo Periodismo.
Gibney no pudo haber escogido mejor, es precisamente esa etapa sesentera la que tatuó a una generación ávida por librarse de las ataduras de la tradición, de la moral y del doble discurso. En medio de estos inconformes, la figura de Thompson fue descollante, tal y como lo certifican los que estuvieron en su entorno, siendo el testimonio de Tom Wolfe el más iluminador, puesto que si no fuera por LOS ÁNGELES DEL INFIERNO y las grabaciones en audio que Thompson le alcanzó, Wolfe no hubiera escrito el libro mayor de la literatura de no ficción del siglo XX, PONCHE DE ÁCIDO LISÉRGICO.
El ritmo de la narración que emplea Gibney nos recuerda mucho al método literario empleado por su protagonista “ausente”, la narración de Johnny Depp se acopla bien con las imágenes de archivo del gonzo, imposible notar desbalance alguno en estos senderos narrativos. Y ni qué decir del buen oído del director puesto que la banda sonora es en sí misma otra protagonista, las canciones son idóneas en todos los pasajes, reflejan el espíritu de época acorde con las declaraciones de, por ejemplo (entre varios), Jann Venner, destacando por sobre todas el “Spirit in the Sky” de Norman Greenbaum.
A pesar de algunas incoherencias de contenido, como el amorío de Thompson con la cantante de Jefferson Airplane, Grace Slick, pero consignando en imágenes el “It´s no Secret” con Toly Anderson, el presente documental no solo tiene el poder de contagiar interés a quienes recién conocen a Thompson (imperdonable a estas alturas), sino también la de afianzar conciencias y cimentar vocaciones, logros encomiables que lo convierten desde ya en un referente llamado a quedar.
|