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Varsovia, Cracovia y Gdansk, los imperdibles de la visita

Polonia, un destino turístico tan cercano como atractivo

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Polonia es un destino turístico en la vieja Europa económico y cercano para los españoles, a tan solo tres horas de avión. ¿Y qué no podemos renunciar a ver si decidimos visitarla? Sin duda, a su capital, Varsovia, una ciudad levantada de la escombrera en la que se convirtió tras la II Guerra Mundial; a Cracovia, considerada como una de las más bellas urbes del viejo continente y las minas de sal de Wieliczka y el campo de exterminio de Auschwitz, en sus proximidades y a Gdanks, la perla del Báltico.


Foto principal


Varsovia, una ciudad reconstruida


Varsovia es un ejemplo de supervivencia. Reducida a escombros tras la guerra, su casco antiguo es una maravilla de reconstrucción minuciosa a base de fotografías, con un cierto halo especial  en sus plazas coloridas y calles empedradas, paradigma de ciudad verde y ligada muy estrechamente a Chopin, el gran compositor polaco que residió media vida en la capital. Tanto es así que se puede visitar su residencia y su corazón se venera en una urna en la iglesia de la Santa Cruz, aunque su cuerpo reposa en París.


En la capital aún se conservan restos del gueto judío creado para confinar a casi el medio millón que habitaban en la capital polaca al comienzo de la guerra y la sinagoga Nozyk, la única que se mantuvo en pie tras la conflagración bélica.


Frente al Vístula se ubica el Castillo Real,  residencia de los monarcas polacos entre los siglos XVII y XVIII, que alberga hoy un museo que exhibe tapices, colecciones de porcelana, muebles de época y retratos. Y a las afueras de la ciudad se emplaza el palacio Wilanow, de estilo barroco, conocido como el Versalles polaco.


Para los apasionados de la historia, el Museo  de la Insurrección de Varsovia es un referente, con infinidad de imágenes y fotografías de la resistencia polaca contra la ocupación nazi; así como el museo-prisión de Pawiak, construida en el siglo XIX, utilizada por los alemanes durante la guerra y terrible marco de la muerte de más de 40.000 prisioneros.


Y en el ámbito de lo religioso destaca sobremanera la catedral de San Juan, la iglesia más antigua de Varsovia, una de las grandes obras del gótico en el viejo continente. Este templo fue protagonista de la  coronación de Estanislao II, último rey polaco.


Palacio de Cultura y Ciencias, Varsovia


El Palacio de Cultura y Ciencias, de estilo soviético, corona la capital. Durante muchos años, con sus 230 metros de altura, fue el edificio más alto de Varsovia, posteriormente superado por el flamante Varso Tower, que alcanza los 310 metros. Fue un regalo de Stalin a Polonia y cuenta con un magnifico mirador panorámico de la ciudad, así como un cine, un teatro y una pista de patinaje sobre hielo.


Cracovia, Patrimonio de la Humanidad


Cracovia, bañada por el Vístula, se distingue por  su arrolladora personalidad y presencia monumental. Ciudad Patrimonio de la Humanidad, de aspecto medieval, arquitectura barroca y rico patrimonio cultural, destaca su centro histórico medieval, el barrio de Kazimierz y la colina de Wavel.


Plaza del Mercado, Cracovia


La Plaza del Mercado, una de las más amplias de Europa, es el corazón de la ciudad con palacetes, galerías de arte, tiendas de souvenirs, terrazas, la Torre del viejo ayuntamiento y la basílica gótica de Santa María, flanqueada por dos espigadas torres.


En el barrio judío de Kazimierz, uno de los escenarios de la película La lista de Schindler,  se ubican las más históricas sinagogas y el cementerio hebreo. De hecho, antes de la II Guerra Mundial se significó por acoger a una de las mayores comunidades semitas en el mundo.


Mientras que en la colina de Wawel, a cuyos pies se halla la ciudad, se emplaza el Castillo Real de estilo renacentista, sede  de la realeza polaca desde el siglo IX   y la catedral gótica de San Estanislao y San Wenceslao, del siglo XIV, panteón nacional donde reposan los restos mortales de varios monarcas polacos.


A las afueras de Cracovia, a tan solo 15 kilómetros, se encuentran las minas de sal de Wieliczka. Todo un espectáculo en los 3,5 kilómetros de recorrido turístico subterráneo, a poco más de 300 metros de profundidad,  en el que se exponen numerosas figuras esculpidas en sal, capillas y cámaras con bajorrelieves.


Auscwitz Birkenau


Y a 70 kilómetros se accede al complejo del horror de los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau, donde fueron exterminados más de un millón de personas. Auschwtiz fue la construcción original que albergó en un principio a presos políticos polacos.  Y, posteriormente, a tres kilómetros se levantó Auschwitz-Birkenau, concebido para el exterminio masivo de prisioneros judíos que llegaban en tren, conservándose aún los raíles y la puerta de entrada del convoy al campo. Todavía quedan en pie algunos barracones originales, las letrinas y restos de los hornos crematorios. Un recuerdo imborrable de lo vivido allí.


Gdansk, la joya del Báltico


Gdansk


Gdansk se precia por ser quizá la más bella ciudad de Polonia, con un agradable centro histórico, de casas y pequeños palacetes coloridos y pintorescos frente al mar Báltico, que denotan un pasado aristócrata de la urbe.


La llamada Ruta Real, eje de la ciudad tanto en el Medievo como en la actualidad, atraviesa la Puerta Dorada, construida en el siglo XVII y llega hasta la Puerta Verde, la más antigua de la ciudad, a través de una calle peatonal de notable influencia flamenca con antiguas casas de comerciantes, de escaleras a la calle y ornamentadas por gárgolas.


Destaca la Corte Artus, uno de los edificios más impresionantes de Gdansk; el Ayuntamiento con una torre culminada por una estatua de Segismundo II, rey de Polonia entre 1548 y 1572; y la Basílica de Santa María, el templo católico más grande del país, construido por completo en ladrillo rojo.


Para rematar el recorrido turístico llegamos hasta el muelle del área portuaria sobre el río Motlawa, aglutinadora de la vida social de la ciudad, flanqueada por un paseo con viejos almacenes reconvertidos en terrazas, bares y restaurantes, barcos amarrados en la orilla y la grúa medieval, la única conservada en el mundo. E, igualmente, imprescindible es la visita a tres interesantes museos: el de la II Guerra Mundial, el del Ámbar y el del sindicato Solidaridad.


Y a tan solo doce kilómetros se sitúa la ciudad balneario de Sopot, la glamurosa villa de aristocráticos palacetes y El Molo, el mayor muelle de madera de Europa con sus 500 metros de longitud, un paraje idóneo para la contemplación de un atardecer en el Báltico. 

Polonia, un destino turístico tan cercano como atractivo

Varsovia, Cracovia y Gdansk, los imperdibles de la visita
Javier Yubero Morato
martes, 23 de enero de 2024, 11:18 h (CET)

Polonia es un destino turístico en la vieja Europa económico y cercano para los españoles, a tan solo tres horas de avión. ¿Y qué no podemos renunciar a ver si decidimos visitarla? Sin duda, a su capital, Varsovia, una ciudad levantada de la escombrera en la que se convirtió tras la II Guerra Mundial; a Cracovia, considerada como una de las más bellas urbes del viejo continente y las minas de sal de Wieliczka y el campo de exterminio de Auschwitz, en sus proximidades y a Gdanks, la perla del Báltico.


Foto principal


Varsovia, una ciudad reconstruida


Varsovia es un ejemplo de supervivencia. Reducida a escombros tras la guerra, su casco antiguo es una maravilla de reconstrucción minuciosa a base de fotografías, con un cierto halo especial  en sus plazas coloridas y calles empedradas, paradigma de ciudad verde y ligada muy estrechamente a Chopin, el gran compositor polaco que residió media vida en la capital. Tanto es así que se puede visitar su residencia y su corazón se venera en una urna en la iglesia de la Santa Cruz, aunque su cuerpo reposa en París.


En la capital aún se conservan restos del gueto judío creado para confinar a casi el medio millón que habitaban en la capital polaca al comienzo de la guerra y la sinagoga Nozyk, la única que se mantuvo en pie tras la conflagración bélica.


Frente al Vístula se ubica el Castillo Real,  residencia de los monarcas polacos entre los siglos XVII y XVIII, que alberga hoy un museo que exhibe tapices, colecciones de porcelana, muebles de época y retratos. Y a las afueras de la ciudad se emplaza el palacio Wilanow, de estilo barroco, conocido como el Versalles polaco.


Para los apasionados de la historia, el Museo  de la Insurrección de Varsovia es un referente, con infinidad de imágenes y fotografías de la resistencia polaca contra la ocupación nazi; así como el museo-prisión de Pawiak, construida en el siglo XIX, utilizada por los alemanes durante la guerra y terrible marco de la muerte de más de 40.000 prisioneros.


Y en el ámbito de lo religioso destaca sobremanera la catedral de San Juan, la iglesia más antigua de Varsovia, una de las grandes obras del gótico en el viejo continente. Este templo fue protagonista de la  coronación de Estanislao II, último rey polaco.


Palacio de Cultura y Ciencias, Varsovia


El Palacio de Cultura y Ciencias, de estilo soviético, corona la capital. Durante muchos años, con sus 230 metros de altura, fue el edificio más alto de Varsovia, posteriormente superado por el flamante Varso Tower, que alcanza los 310 metros. Fue un regalo de Stalin a Polonia y cuenta con un magnifico mirador panorámico de la ciudad, así como un cine, un teatro y una pista de patinaje sobre hielo.


Cracovia, Patrimonio de la Humanidad


Cracovia, bañada por el Vístula, se distingue por  su arrolladora personalidad y presencia monumental. Ciudad Patrimonio de la Humanidad, de aspecto medieval, arquitectura barroca y rico patrimonio cultural, destaca su centro histórico medieval, el barrio de Kazimierz y la colina de Wavel.


Plaza del Mercado, Cracovia


La Plaza del Mercado, una de las más amplias de Europa, es el corazón de la ciudad con palacetes, galerías de arte, tiendas de souvenirs, terrazas, la Torre del viejo ayuntamiento y la basílica gótica de Santa María, flanqueada por dos espigadas torres.


En el barrio judío de Kazimierz, uno de los escenarios de la película La lista de Schindler,  se ubican las más históricas sinagogas y el cementerio hebreo. De hecho, antes de la II Guerra Mundial se significó por acoger a una de las mayores comunidades semitas en el mundo.


Mientras que en la colina de Wawel, a cuyos pies se halla la ciudad, se emplaza el Castillo Real de estilo renacentista, sede  de la realeza polaca desde el siglo IX   y la catedral gótica de San Estanislao y San Wenceslao, del siglo XIV, panteón nacional donde reposan los restos mortales de varios monarcas polacos.


A las afueras de Cracovia, a tan solo 15 kilómetros, se encuentran las minas de sal de Wieliczka. Todo un espectáculo en los 3,5 kilómetros de recorrido turístico subterráneo, a poco más de 300 metros de profundidad,  en el que se exponen numerosas figuras esculpidas en sal, capillas y cámaras con bajorrelieves.


Auscwitz Birkenau


Y a 70 kilómetros se accede al complejo del horror de los campos de concentración de Auschwitz y Birkenau, donde fueron exterminados más de un millón de personas. Auschwtiz fue la construcción original que albergó en un principio a presos políticos polacos.  Y, posteriormente, a tres kilómetros se levantó Auschwitz-Birkenau, concebido para el exterminio masivo de prisioneros judíos que llegaban en tren, conservándose aún los raíles y la puerta de entrada del convoy al campo. Todavía quedan en pie algunos barracones originales, las letrinas y restos de los hornos crematorios. Un recuerdo imborrable de lo vivido allí.


Gdansk, la joya del Báltico


Gdansk


Gdansk se precia por ser quizá la más bella ciudad de Polonia, con un agradable centro histórico, de casas y pequeños palacetes coloridos y pintorescos frente al mar Báltico, que denotan un pasado aristócrata de la urbe.


La llamada Ruta Real, eje de la ciudad tanto en el Medievo como en la actualidad, atraviesa la Puerta Dorada, construida en el siglo XVII y llega hasta la Puerta Verde, la más antigua de la ciudad, a través de una calle peatonal de notable influencia flamenca con antiguas casas de comerciantes, de escaleras a la calle y ornamentadas por gárgolas.


Destaca la Corte Artus, uno de los edificios más impresionantes de Gdansk; el Ayuntamiento con una torre culminada por una estatua de Segismundo II, rey de Polonia entre 1548 y 1572; y la Basílica de Santa María, el templo católico más grande del país, construido por completo en ladrillo rojo.


Para rematar el recorrido turístico llegamos hasta el muelle del área portuaria sobre el río Motlawa, aglutinadora de la vida social de la ciudad, flanqueada por un paseo con viejos almacenes reconvertidos en terrazas, bares y restaurantes, barcos amarrados en la orilla y la grúa medieval, la única conservada en el mundo. E, igualmente, imprescindible es la visita a tres interesantes museos: el de la II Guerra Mundial, el del Ámbar y el del sindicato Solidaridad.


Y a tan solo doce kilómetros se sitúa la ciudad balneario de Sopot, la glamurosa villa de aristocráticos palacetes y El Molo, el mayor muelle de madera de Europa con sus 500 metros de longitud, un paraje idóneo para la contemplación de un atardecer en el Báltico. 

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