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Opinión
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Sin tener uno propio no se puede ser coherente

Criterio provisional y vital

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¡Qué difícil es posicionarse con sentido! Pero la renuncia es destructora, aniquiladora, de la mínima condición personal. Reducirlo todo a un exclusivo cuerpo biológico no resuelve el dilema. Las palabras son insuficientes, tenemos serios problemas a la hora de concretar qué es la presencia personal, su singularidad y atributos. Su esencia relevante es la SINGULARIDAD, nadie suplanta sus ejes. Comienza a través de los contactos con las realidades circundantes, superadas las anécdotas, sus reacciones posteriores son definitorias, tratando de armonizar con el entramado general. Inseparable de toda la conjunción de elementos es un elemento iniciático por excelencia, con sus cotas de independencia, al menos, particulares.


Las prontas intuiciones de cada momento se inclinan hacia las percepciones atrayentes, sin tiempo disponible para más razonamientos trabados; quedan relegadas otras señales menos sugerentes. Se dan de bruces con el templado intelecto empeñado en el logro del engarce de dichos conocimientos con el resto de los hilos neuronales. Las novedades, siendo sorprendentes, afectan a cualquiera de las orientaciones de la existencia. Generamos nuevos ESQUEMAS en la manera de afrontar aspectos desiguales. La intuición frente al intelecto, lo rechazable y lo sugestivo, lo de fuera y lo interno; nos introducen en esa tensión entre lo desconocido y la mínima coherencia del cómo vamos a responder. Son los primeros trazos de la añorada presencia individual.


Tras los primeros pasos instintivos, las cosas entran en un torbellino complejo, el dinamismo se puso en acción con la multiplicación de variantes y conexiones. No obstante, aún no hemos ido más allá de las primeras impresiones. A las múltiples incógnitas derivadas de cuanto desconocemos del entorno e incluso de las propias condiciones; se añaden las diferentes señales de los esquemas elaborados después de los primeros contactos. Antes de seguir adelante con nuevas y mejores ideas, nos crecen los enigmas por todas partes, en un evidente estado de CONFUSIÓN; en realidad no se trata de una mala señal, por el contrario, refleja la vitalidad previa, la confluencia de los primeros estímulos con las respuestas de las personas.


No se atisba la salida de semejante embrollo, las primeras intenciones esquemáticas contribuyen a la ofuscación, su consistencia era muy primaria; además, su proliferación originó imágenes contrapuestas, poco nítidas, sin que ninguna de ellas aportara asentamientos válidos. Las propiedades de cada hallazgo emergen como elementos novedosos; crecimientos y aniquilaciones, simplicidad o complejidad, agradable o insatisfactorio, mezclados con intuiciones e inexplicables sensaciones. El esquema inicial aboca sin remisión a la necesidad de unas COHERENCIAS entre las cualidades detectadas en cada experiencia. Se convierten en un eslabón imprescindible, como asociación básica de las ideas percibidas en aquellos momentos.


Casi sin pensar, uno se va introduciendo en esa aproximación a las coherencias de cuanto le rodea. En esta progresión es primordial el papel de la ciencia, siempre detrás del establecimiento de los últimos PARADIGMAS, según sus demostraciones. Logrados estos, la investigación continua con nuevos retos por delante. Nos aferramos a ellos como un importante pilar de la existencia, pero tendemos a olvidarnos del último impulso, ese de no cerrarse a las nuevas aspiraciones. Aunque sí experimentamos las carencias de ese proceso científico, que no resuelve los grandes dilemas de la vida, los relatos de las vivencias personales, ni perfila el sentido de la poesía, el arte, la belleza o similares apreciaciones.


En la línea de dichas verdades coherentes en un momento dado, intentamos la ubicación mental de los hechos, las personas, las relaciones; desgranando esa acumulación de actividades, opciones y decisiones cotidianas. Desde lo más cercano a las circunstancias remotas. Las ideas se entrelazan con la lógica y la razón, la inteligencia, en suma; con esa fantasía imaginativa propia, que culmina en la fantasía más racional. En este fenómeno progresivo se consolidan las ACTITUDES personales, minuciosas ante determinados retos y después perfilando un cierto talante global. Podemos interpretarlas como una especie de paradigma individual decisivo de cara a los comportamientos. Resumen el trayecto de la imaginación a la práctica.


El mapa de todos los procesos reveladores de lo que somos y donde estamos, de lo que vamos percibiendo; se ha extendido de tal manera que resulta imposible abarcarlo por completo. Se implantó la necesidad de los planteamientos globales, a la fuerza colectivos, con mayores recursos; con la contrapartida de un desfase peligroso, la relegación progresiva de los individuos hacia posiciones irrelevantes. El sentido inicial de tratar de comprendernos, se desperdigó por la densidad y extensión de ese mapa; fue SUPLANTADO por la dirección contraria, las directrices esenciales brotan desde el colectivo, pasando todo lo demás a depender de sus dictámenes; y es mucho decir, eso de erigirse en dueño del cotarro.


A la fuerza, ese determinismo falseado nacido de la organización social, multiplica sus tropiezos con la terca y enigmática realidad, activada en cualquiera de los órdenes de la existencia. Su primer obstáculo radica en su incapacidad para conocer siquiera los entresijos de cada sujeto; no digamos si añadimos el resto de sus limitaciones para comprender el mundo. Sólo la existencia de un ORDEN SUPERIOR latente, con sus esporádicas manifestaciones, mantiene los hilos conectados con la realidad. Esa apertura subsiste a todos los niveles; por lo tanto, quien no la acepta, se aplica en meros desvaríos. Seguimos con el interrogante inicial, tratando de hallar los rasgos inteligentes para la convivencia.


El flujo desmedido de la información, junto a la desidia general, han cerrado un círculo morboso. Entre todos hemos configurado las monstruosidades de lo efímero sin contemplaciones; digo entre todos, pero unos más que otros, muchas manos trabajando en su favor, ocultas tras la movida. En eso radica el equívoco que degrada la convivencia, detrás de lo efímero se sitúa el baluarte de los manipuladores. En pleno jolgorio de la frivolidad nos transformamos en cómplices. A alguien beneficia esa disgregación DEGRADANTE, que perjudica a todos y además nos hunde en una serie de entidades ficticias, dando por desaparecida la auténtica realidad de las personas insustituibles.


No podemos confundir los términos. Átomos, moléculas, personas y cosas, formamos partes fragmentarias del movimiento general, con la inestabilidad consiguiente; pero con la indudable VERDAD funcional de cada componente con sus características. La comprensión incompleta no justifica los planteamientos caprichosos, habla en favor de las adaptaciones accesibles.

Adoptar un criterio no es nada fácil, es evidente; sobre todo, si tenemos en cuenta su carácter transitorio en pleno dinamismo general. El COMPROMISO de ponernos a mirar con franqueza las situaciones, es elemental, con la conciencia creativa para elaborar las aportaciones propias. Con ese esfuerzo y el diálogo echaremos a andar camino adelante con dignidad, sin ser avasallados por las ventoleras sociales manipuladas.

Criterio provisional y vital

Sin tener uno propio no se puede ser coherente
Rafael Pérez Ortolá
viernes, 23 de febrero de 2024, 09:16 h (CET)

¡Qué difícil es posicionarse con sentido! Pero la renuncia es destructora, aniquiladora, de la mínima condición personal. Reducirlo todo a un exclusivo cuerpo biológico no resuelve el dilema. Las palabras son insuficientes, tenemos serios problemas a la hora de concretar qué es la presencia personal, su singularidad y atributos. Su esencia relevante es la SINGULARIDAD, nadie suplanta sus ejes. Comienza a través de los contactos con las realidades circundantes, superadas las anécdotas, sus reacciones posteriores son definitorias, tratando de armonizar con el entramado general. Inseparable de toda la conjunción de elementos es un elemento iniciático por excelencia, con sus cotas de independencia, al menos, particulares.


Las prontas intuiciones de cada momento se inclinan hacia las percepciones atrayentes, sin tiempo disponible para más razonamientos trabados; quedan relegadas otras señales menos sugerentes. Se dan de bruces con el templado intelecto empeñado en el logro del engarce de dichos conocimientos con el resto de los hilos neuronales. Las novedades, siendo sorprendentes, afectan a cualquiera de las orientaciones de la existencia. Generamos nuevos ESQUEMAS en la manera de afrontar aspectos desiguales. La intuición frente al intelecto, lo rechazable y lo sugestivo, lo de fuera y lo interno; nos introducen en esa tensión entre lo desconocido y la mínima coherencia del cómo vamos a responder. Son los primeros trazos de la añorada presencia individual.


Tras los primeros pasos instintivos, las cosas entran en un torbellino complejo, el dinamismo se puso en acción con la multiplicación de variantes y conexiones. No obstante, aún no hemos ido más allá de las primeras impresiones. A las múltiples incógnitas derivadas de cuanto desconocemos del entorno e incluso de las propias condiciones; se añaden las diferentes señales de los esquemas elaborados después de los primeros contactos. Antes de seguir adelante con nuevas y mejores ideas, nos crecen los enigmas por todas partes, en un evidente estado de CONFUSIÓN; en realidad no se trata de una mala señal, por el contrario, refleja la vitalidad previa, la confluencia de los primeros estímulos con las respuestas de las personas.


No se atisba la salida de semejante embrollo, las primeras intenciones esquemáticas contribuyen a la ofuscación, su consistencia era muy primaria; además, su proliferación originó imágenes contrapuestas, poco nítidas, sin que ninguna de ellas aportara asentamientos válidos. Las propiedades de cada hallazgo emergen como elementos novedosos; crecimientos y aniquilaciones, simplicidad o complejidad, agradable o insatisfactorio, mezclados con intuiciones e inexplicables sensaciones. El esquema inicial aboca sin remisión a la necesidad de unas COHERENCIAS entre las cualidades detectadas en cada experiencia. Se convierten en un eslabón imprescindible, como asociación básica de las ideas percibidas en aquellos momentos.


Casi sin pensar, uno se va introduciendo en esa aproximación a las coherencias de cuanto le rodea. En esta progresión es primordial el papel de la ciencia, siempre detrás del establecimiento de los últimos PARADIGMAS, según sus demostraciones. Logrados estos, la investigación continua con nuevos retos por delante. Nos aferramos a ellos como un importante pilar de la existencia, pero tendemos a olvidarnos del último impulso, ese de no cerrarse a las nuevas aspiraciones. Aunque sí experimentamos las carencias de ese proceso científico, que no resuelve los grandes dilemas de la vida, los relatos de las vivencias personales, ni perfila el sentido de la poesía, el arte, la belleza o similares apreciaciones.


En la línea de dichas verdades coherentes en un momento dado, intentamos la ubicación mental de los hechos, las personas, las relaciones; desgranando esa acumulación de actividades, opciones y decisiones cotidianas. Desde lo más cercano a las circunstancias remotas. Las ideas se entrelazan con la lógica y la razón, la inteligencia, en suma; con esa fantasía imaginativa propia, que culmina en la fantasía más racional. En este fenómeno progresivo se consolidan las ACTITUDES personales, minuciosas ante determinados retos y después perfilando un cierto talante global. Podemos interpretarlas como una especie de paradigma individual decisivo de cara a los comportamientos. Resumen el trayecto de la imaginación a la práctica.


El mapa de todos los procesos reveladores de lo que somos y donde estamos, de lo que vamos percibiendo; se ha extendido de tal manera que resulta imposible abarcarlo por completo. Se implantó la necesidad de los planteamientos globales, a la fuerza colectivos, con mayores recursos; con la contrapartida de un desfase peligroso, la relegación progresiva de los individuos hacia posiciones irrelevantes. El sentido inicial de tratar de comprendernos, se desperdigó por la densidad y extensión de ese mapa; fue SUPLANTADO por la dirección contraria, las directrices esenciales brotan desde el colectivo, pasando todo lo demás a depender de sus dictámenes; y es mucho decir, eso de erigirse en dueño del cotarro.


A la fuerza, ese determinismo falseado nacido de la organización social, multiplica sus tropiezos con la terca y enigmática realidad, activada en cualquiera de los órdenes de la existencia. Su primer obstáculo radica en su incapacidad para conocer siquiera los entresijos de cada sujeto; no digamos si añadimos el resto de sus limitaciones para comprender el mundo. Sólo la existencia de un ORDEN SUPERIOR latente, con sus esporádicas manifestaciones, mantiene los hilos conectados con la realidad. Esa apertura subsiste a todos los niveles; por lo tanto, quien no la acepta, se aplica en meros desvaríos. Seguimos con el interrogante inicial, tratando de hallar los rasgos inteligentes para la convivencia.


El flujo desmedido de la información, junto a la desidia general, han cerrado un círculo morboso. Entre todos hemos configurado las monstruosidades de lo efímero sin contemplaciones; digo entre todos, pero unos más que otros, muchas manos trabajando en su favor, ocultas tras la movida. En eso radica el equívoco que degrada la convivencia, detrás de lo efímero se sitúa el baluarte de los manipuladores. En pleno jolgorio de la frivolidad nos transformamos en cómplices. A alguien beneficia esa disgregación DEGRADANTE, que perjudica a todos y además nos hunde en una serie de entidades ficticias, dando por desaparecida la auténtica realidad de las personas insustituibles.


No podemos confundir los términos. Átomos, moléculas, personas y cosas, formamos partes fragmentarias del movimiento general, con la inestabilidad consiguiente; pero con la indudable VERDAD funcional de cada componente con sus características. La comprensión incompleta no justifica los planteamientos caprichosos, habla en favor de las adaptaciones accesibles.

Adoptar un criterio no es nada fácil, es evidente; sobre todo, si tenemos en cuenta su carácter transitorio en pleno dinamismo general. El COMPROMISO de ponernos a mirar con franqueza las situaciones, es elemental, con la conciencia creativa para elaborar las aportaciones propias. Con ese esfuerzo y el diálogo echaremos a andar camino adelante con dignidad, sin ser avasallados por las ventoleras sociales manipuladas.

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