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Salir de nuestro núcleo da vértigo, pero hemos de entender que la vida está en constante cambio, y nuestros entornos sociales o laborales también

Saliendo de mi zona de confort, ¿tendré miedo?

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Somos seres de rutinas y estamos acostumbrados a realizar las mismas actividades día tras día o en su defecto, similares. Conocemos los lugares por los que transitamos de forma habitual, nos relacionamos con personas afines a nosotros y los trayectos suelen repetirse en el tiempo. Es decir, nos sentimos seguros en nuestro círculo de relaciones y de todo lo que tenga que ver con el entorno que nos rodea. Nos volvemos cómodos y sobre todo, dichosos porque somos capaces de controlar las situaciones que se dan diariamente y de solucionar, aquellas cosas que puedan suceder de la manera más sencilla.

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Pero puede llegar un día en el que todo eso cambie, en el que sea necesario reajustar la vida o que, directamente, sea ella la que nos obligue a salir de la comodidad en la que estábamos y adentrarnos en un mundo nuevo. Y esto, se puede extrapolar a numerosas situaciones porque las vivencias de cada uno pueden dar lugar a muchas formas de entender la zona de confort. Una zona en la cual nos desenvolvemos a la perfección y de la que la gran mayoría de las veces, no queremos salir porque tenemos miedo de lo que habrá fuera.


Cuando conocemos el entorno, es más fácil vivir en él pero cuando vamos a un lugar nuevo del cual desconocemos absolutamente todo, esto puede hacer que la persona que antes estaba segura de sí misma, de repente, se muestre con miedo e incertidumbre. Y es que cuando nos sentimos inseguros es cuando aparecen esos sentimientos contradictorios que nos hacen reflexionar sobre si lo que teníamos es mejor que lo que tenemos ahora, si lo que vendrá merecerá la pena o de si nos hemos equivocado a la hora de arriesgarnos y no haberlo pensado mejor. Existirán muchos pensamientos en nuestra cabeza. Y es que salir de nuestro núcleo da vértigo y ese periodo de adaptación podrá ser largo, o quizá corto si somos capaces de entender que la vida está en constante cambio y que nuestros entornos sociales o laborales, también. Además, todo gira alrededor de diversas influencias que harán que la experiencia de uno no sea como la de otro.


La vida es un regalo y tenemos que vivirla acorde a unos estándares que nos inculcan desde que somos pequeños. Y todos, vamos creciendo en unas burbujas donde las familias nos ponen las cosas fáciles pero por ley de vida, tendremos que salir de muchas de esas zonas de confort para poder seguir evolucionando como personas. Algo tan simple como abandonar la casa de los padres, volver a encontrar pareja tras una ruptura o encontrar el primer trabajo. Todos ellos son ejemplos de lo que supone cambiar y dejar esa zona para encontrar algo diferente, que no tiene por qué ser peor o mejor, sino diferente. Pero el simple hecho de no saber cuál será el resultado de la nueva decisión hará que sintamos miedo al posible resultado. El temor a equivocarnos y que las cosas no salgan como esperaban o la duda de si aquello nuevo que hemos encontrado se convertirá en un nuevo espacio que nos brindará la comodidad que hemos dejado o no.


Y ante esto, también influyen las fuerzas y el estado anímico de cada uno porque las fortalezas a medida que nos vamos haciendo mayores, se pierden por el camino debido a las decepciones y a los esfuerzos, a veces, desmedidos, que tenemos que hacer para seguir adelante. Todo camino supone un esfuerzo pero cuántas veces nos hemos planteado lo difícil que es avanzar o cómo es posible que el lugar en el cual nos sintamos nosotros mismos tenga que cambiar, y esto es referido a familia, amigos o conocidos.


Todos tenemos ese lugar especial al que acudimos cuando estamos con pocas energías anímicas o escuchamos esa canción que nos hace pensar. Todos recurrimos a esa persona que nos escucha o comemos algo que nos hace recordar un sabor de la infancia, pero todo esto, son sólo algunas de nuestras piezas que nos dan seguridad y que se encuentran en esa zona de confort. Y es que, es ser de valientes empezar nuevos proyectos y tomar diferentes caminos, no sabiendo si eso podrá dar sus frutos. Pero es que, hay veces, que no queda otro remedio porque hay que abandonar lo que teníamos para adentrarnos en otros mundos que nos devuelvan cierta seguridad pese a las dificultades que, seguramente, encontremos.

Saliendo de mi zona de confort, ¿tendré miedo?

Salir de nuestro núcleo da vértigo, pero hemos de entender que la vida está en constante cambio, y nuestros entornos sociales o laborales también
Violeta Torrejón
miércoles, 28 de febrero de 2024, 10:33 h (CET)

Somos seres de rutinas y estamos acostumbrados a realizar las mismas actividades día tras día o en su defecto, similares. Conocemos los lugares por los que transitamos de forma habitual, nos relacionamos con personas afines a nosotros y los trayectos suelen repetirse en el tiempo. Es decir, nos sentimos seguros en nuestro círculo de relaciones y de todo lo que tenga que ver con el entorno que nos rodea. Nos volvemos cómodos y sobre todo, dichosos porque somos capaces de controlar las situaciones que se dan diariamente y de solucionar, aquellas cosas que puedan suceder de la manera más sencilla.

Little boy 1635065 1280


Pero puede llegar un día en el que todo eso cambie, en el que sea necesario reajustar la vida o que, directamente, sea ella la que nos obligue a salir de la comodidad en la que estábamos y adentrarnos en un mundo nuevo. Y esto, se puede extrapolar a numerosas situaciones porque las vivencias de cada uno pueden dar lugar a muchas formas de entender la zona de confort. Una zona en la cual nos desenvolvemos a la perfección y de la que la gran mayoría de las veces, no queremos salir porque tenemos miedo de lo que habrá fuera.


Cuando conocemos el entorno, es más fácil vivir en él pero cuando vamos a un lugar nuevo del cual desconocemos absolutamente todo, esto puede hacer que la persona que antes estaba segura de sí misma, de repente, se muestre con miedo e incertidumbre. Y es que cuando nos sentimos inseguros es cuando aparecen esos sentimientos contradictorios que nos hacen reflexionar sobre si lo que teníamos es mejor que lo que tenemos ahora, si lo que vendrá merecerá la pena o de si nos hemos equivocado a la hora de arriesgarnos y no haberlo pensado mejor. Existirán muchos pensamientos en nuestra cabeza. Y es que salir de nuestro núcleo da vértigo y ese periodo de adaptación podrá ser largo, o quizá corto si somos capaces de entender que la vida está en constante cambio y que nuestros entornos sociales o laborales, también. Además, todo gira alrededor de diversas influencias que harán que la experiencia de uno no sea como la de otro.


La vida es un regalo y tenemos que vivirla acorde a unos estándares que nos inculcan desde que somos pequeños. Y todos, vamos creciendo en unas burbujas donde las familias nos ponen las cosas fáciles pero por ley de vida, tendremos que salir de muchas de esas zonas de confort para poder seguir evolucionando como personas. Algo tan simple como abandonar la casa de los padres, volver a encontrar pareja tras una ruptura o encontrar el primer trabajo. Todos ellos son ejemplos de lo que supone cambiar y dejar esa zona para encontrar algo diferente, que no tiene por qué ser peor o mejor, sino diferente. Pero el simple hecho de no saber cuál será el resultado de la nueva decisión hará que sintamos miedo al posible resultado. El temor a equivocarnos y que las cosas no salgan como esperaban o la duda de si aquello nuevo que hemos encontrado se convertirá en un nuevo espacio que nos brindará la comodidad que hemos dejado o no.


Y ante esto, también influyen las fuerzas y el estado anímico de cada uno porque las fortalezas a medida que nos vamos haciendo mayores, se pierden por el camino debido a las decepciones y a los esfuerzos, a veces, desmedidos, que tenemos que hacer para seguir adelante. Todo camino supone un esfuerzo pero cuántas veces nos hemos planteado lo difícil que es avanzar o cómo es posible que el lugar en el cual nos sintamos nosotros mismos tenga que cambiar, y esto es referido a familia, amigos o conocidos.


Todos tenemos ese lugar especial al que acudimos cuando estamos con pocas energías anímicas o escuchamos esa canción que nos hace pensar. Todos recurrimos a esa persona que nos escucha o comemos algo que nos hace recordar un sabor de la infancia, pero todo esto, son sólo algunas de nuestras piezas que nos dan seguridad y que se encuentran en esa zona de confort. Y es que, es ser de valientes empezar nuevos proyectos y tomar diferentes caminos, no sabiendo si eso podrá dar sus frutos. Pero es que, hay veces, que no queda otro remedio porque hay que abandonar lo que teníamos para adentrarnos en otros mundos que nos devuelvan cierta seguridad pese a las dificultades que, seguramente, encontremos.

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