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"Una novela histórica es un tapiz donde se cruzan personajes y acontecimientos"

Entrevista a José María Pérez «Pedris»
Herme Cerezo
sábado, 23 de julio de 2016, 13:32 h (CET)



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José María Pérez González (Cabezón de Liébana, Cantabria, 1941), más conocido como PERIDIS, es arquitecto, dibujante, director de cine y escritor. En TVE presentó y dirigió ‘Las claves del románico’. Habitualmente colabora con sus viñetas diarias en el diario ‘El País’ y es presidente de la Fundación Santa María la Real. Además de diversos libros sobre humor y sátira política, ha publicado ‘La luz y el misterio de las catedrales’ y las novelas ‘Esperando al rey’ (Premio Alfonso X el Sabio 2014) y ‘La maldición de la reina Leonor’.

A veces una entrevista comienza al revés. Por el final. Así ocurre en esta ocasión con PERIDIS. En la Nota del Autor que incluye su nueva novela, ‘La maldición de la reina Leonor’, editada por Espasa, el polifacético escritor cántabro habla de un dibujante, Cronos, cuyas caricaturas frecuenté en mi juventud. PERIDIS define su estilo, el de Cronos, como «de trazo sinuoso que yo calcaba o imitaba tratando de reflejar la fisonomía interior de las personas en unos trazos rápidos y con gran economía de medios». Después de leer centenares de sus tiras en ‘El País’, jamás imaginé que su trabajo de dibujante estuviera tan marcado por aquel caricaturista del deportivo Marca, de quien PERIDIS afirma que «no le conocí personalmente, pero sí vi sus dibujos en el periódico y en las cajas de cerillas. De tan finos que eran, sus retratos parecían alambres. Cronos representaba la tradición de Luis Bagaría y de los ilustradores modernistas. Recuerdo con especial agrado sus ciclistas y futbolistas. Su trazo me influyó totalmente y por su trabajo aprendí la fuerza mágica que posee la línea simple. Gracias a él me convertí en caricaturista. Mantuvimos una relación epistolar, pero en uno de mis traslados domiciliarios se perdieron las cartas. Me gusta que lo hayas nombrado en esta entrevista, eres la primera persona que lo hace».

Tras esta introducción, toca hablar de otra cosa. ‘PERIDIS’ pasó por Valencia – nos citamos en el establecimiento vintage La Chaise retro & med –, para presentar su novela. El escritor cántabro, ahora que ya no rueda sus ilustrativos documentales sobre las piedras románicas, parece empeñado en ficcionar la Edad Media completa o casi. Y es fácil que lo logre. Ocupado en cualquiera de sus quehaceres habituales, PERIDIS se siente igual de cómodo con la escritura o las viñetas. «La única diferencia que encuentro es la hora. De cinco a seis dibujo la tira del diario y el resto del tiempo lo empleo en contar por escrito lo que no puedo narrar por televisión. Si hubiera seguido con la serie no hubiera dispuesto de tiempo para escribir. Ahora pretendo contar la vida de aquella sociedad y para ello recurro al lenguaje escrito y también al dibujo, no caben aquí más imágenes ni tampoco músicas». Y es que sus ilustraciones también están presentes en ‘La maldición de la reina Leonor’, porque PERIDIS ha dibujado en las guardas del libro un cuadro genealógico completo de los monarcas. «Dibujar estas guardas me ha llevado mucho más tiempo que escribir algunos capítulos. Excepto a los muertos, los he pintado a todos desnudos, con sus coronas y sus atributos, para que los lectores puedan reconocerlos con facilidad».

En ‘La maldición de la reina Leonor’ nos ubicamos en el año del Señor de 1184 y en una Castilla próspera y en paz, donde reinan don Alfonso VIII y doña Leonor de Inglaterra. Parecería el momento adecuado para disfrutar de todo lo alcanzado hasta ese momento, a no ser porque la reina no conseguía alumbrar un heredero varón que diera continuidad a la dinastía. Tras dos partos desgraciados, Leonor, una extranjera en su propia corte, se convencerá de que su desgracia es el castigo divino por el amor adúltero que mantiene el rey con Raquel, una hermosa judía de Toledo. Loca de celos e ira, la reina urdirá una trampa para librarse de su rival… Lo que ignora es que la venganza siempre deja víctimas inesperadas.

«Escribir un libro es un parto doloroso, pero placentero, es todo un proceso creativo. Si, además, la gente compra la novela, será maravilloso, un regalo». O sea que para PERIDIS la escritura no es sinónimo de sacrificio, sino de todo lo contrario. «Me lo paso en grande cuando escribo, tanto que no hay manera de llevarme a la cama cuando encuentro el filón. Al acostarme, enseguida tengo ganas de que amanezca para retomar la tarea». El escritor cántabro compara un libro con un tapiz: «Una novela histórica es como un tapiz, donde hay unos personajes, que son los hilos, y unos acontecimientos que los entrelazan y hacen que la vida fluya por ellos. El mérito está en construir el tapiz sin que el lector se pierda durante su confección. Precisamente, ese es el juego que a mí me gusta».

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Una vez más se plantea la eterna cuestión: las diferencias que existen entre los novelistas y los investigadores académicos. «El historiador no repara en si el día de una gran batalla hacía calor o frío, si el rey estaba con fiebre o no, si los turcos traían a sus temibles arqueros y los caballos debían vestir un parapeto especial… En esas cosas los escritores nos fijamos más y somos capaces de imaginar sus consecuencias, algo que ellos no pueden hacer». En este sentido, el hispanista de la Universidad de Oxford, John Ellioth, en la fajita publicitaria que acompaña al libro, afirma que en ocasiones «la novela histórica consigue captar la realidad mejor que las obras de los historiadores profesionales atados por sus documentos». A propósito de esta opinión, PERIDIS señala que «hay historiadores ingleses y americanos que escriben unas biografías que se leen como novelas, sin recurrir a ningún otro tipo de artificio literario. Y son libros muy amenos. Nosotros podemos sospechar ciertos aspectos y plantearlos a través de la ficción. Por ejemplo y con relación a ‘La maldición de la reina Leonor’, no podemos asegurar que la reina estuviera enamorada de su arquitecto, ni conocer el tipo de relaciones que mantenía con los trovadores que cantaban coplas de amor, pero nos da mucho juego pensar que así era. En el fondo solo se trata de ponerse en la piel de los personajes e imaginar lo que quizá sentían en esas situaciones».

La protagonista de la novela, la reina Leonor, no es un personaje demasiado conocido en nuestro país. «La vida de Leonor es muy interesante, aunque su historia ha pasado bastante desapercibida, porque no hay demasiados documentos que hablen de ella. Vivió en Las Huelgas, empeñada en la edificación del monasterio, rodeada por una corte de trovadores y, probablemente, enamorada de un arquitecto que construía poemas en piedra que solo ella entendía». PERIDIS ha citado la palabra clave de la novela histórica: la documentación. Para desarrollar su trabajo, el novelista requiere un escenario concreto, marcado por una serie de coordenadas espaciotemporales. Para dotarlas de verosimilitud, manejar la documentación adecuada para cada época, en este caso, la Edad Media, resulta un elemento indispensable. Y tenerla a su alcance no siempre es posible. «La Fundación Santa María la Real, a la que pertenezco, dispone de más de doscientas publicaciones sobre la Edad Media. En ellas se recogen aspectos de la vida cotidiana como los matrimonios, las fiestas, los juegos… Otro elemento de gran valor son los documentos, llamados donaciones, que escribían los reyes cuando viajaban con su corte, que estaba compuesta por los infantes, los criados, el arzobispo, el halconero, los caballeros, un notario y los escribanos. Las donaciones daban fe de todo lo que acaecía durante el viaje y se dejaban copias en los monasterios por los que pasaban. Toda esa documentación, que ha sido recopilada por el historiador Julio González, resulta utilísima para reproducir la sociedad medieval. Si, además, eres capaz de leer entre líneas, todavía sacas más conclusiones».

A PERIDIS esta novela le ha servido también como pretexto para dar rienda suelta a su vocación de enseñar y entretener. «La novela me ha permitido contar el arte y el final de la Edad Media, que es un momento trascendental de la Historia de España y de Europa, porque el Islam atravesaba un momento expansivo, trufado de guerras y victorias. Solo les faltaba tomar los cinco reinos de la Península Ibérica para completar su conquista. Por eso fue tan importante la victoria en la batalla de las Navas de Tolosa, que impidió que eso ocurriera. A partir de ese momento, los reinos cristianos avanzaron hacia el sur hasta completar la Reconquista».

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Para concluir nuestra charla, quedaban un par de temas pendientes por tratar. El primero de ellos, los personajes, una parte muy importante de ‘La maldición de la reina Leonor’. El maestro Mateo, Enrique II, Leonor de Aquitania, Ricardo Corazón de León o Juan Sin Tierra desfilan por estas páginas e interpretan sus importantes papeles para la Historia Universal. «Retrato a los personajes como personas reales, incluidos los reyes, gente normal con sus defectos y virtudes, que en ocasiones se vieron obligados a realizar cosas que nos les apetecía, como por ejemplo casarse mediante matrimonios de conveniencia. Por destacar solo un par de los que has citado, hablo del maestro Mateo, que terminó el Pórtico de la Gloria, y de Juan Sin Tierra, que probablemente era un niño enfermizo, pequeño, al que la reina Leonor no quería para nada. Fue el villano de la familia, pero su leyenda la escribió Walter Scott y con ella han fabulado de modo fantástico en torno a la monarquía inglesa».

El segundo y último tema pendiente es más complejo. Parece que hayamos olvidado que los moros vivieron en la Península Ibérica durante siete siglos. Hoy solo hablamos del concepto España, que arranca con los Reyes Católicos en el siglo XV. «Nos hemos olvidado de todo, de la presencia de los musulmanes en la península y de que antiguamente había cinco reinos que, durante muchos tiempo, se mantuvieron separados: Portugal, Castilla, León, Navarra y Aragón. Todos ellos vivieron una historia larga y muy rica en acontecimientos. Y, sin embargo, solo conocemos los nombres de los reyes de Castilla. Nadie sabe que García es de origen Vasco y que Sánchez viene de Sancho. Si observáramos el árbol genealógico general, comprobaríamos que todos los monarcas proceden de Sancho el Mayor, que dividió sus reinos entre sus hijos. La nuestra es una historia de herencias y de incestos, pero la máxima herencia es que en Europa todos eran reinos pequeños hasta que se consolidaron Inglaterra, Francia y Castilla y León, cuya unión dio origen al mayor reino existente entonces en nuestro país. Y eso ocurrió prácticamente ayer porque quinientos años no significan nada».

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