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La política es una especie de castillo de naipes: no se puede sacar uno de ellos sin que se venga abajo el castillo

​Elecciones europeas, ¿para la paz?

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La paz es el bien más preciado. Lo reúne todo. Eso se sabe, sobre todo, cuando se pierde.


En junio habrá elecciones en la Unión Europea. ¿Fecha muy lejana para hablar de ellas? Razonando con la mentalidad desenvuelta que impera, sí. Basta con quince días de tópicos.


Sin embargo, la realidad es que en quince días es imposible tratar a fondo la grave situación de España y de la UE. ¿Saben ambas hacia dónde van? La sensación es más bien la contraria. Menos aún que sea una conjunción coordinada de soberanías lúcidas. Y esto desde hace décadas, sólo que ahora se evidencia frente a una crisis mundial peligrosa.


En una entrevista de Pedro Baños a Eduardo Olier este afirma que la UE ha perdió su esencia, su capacidad de pensar a largo plazo. Que está muy debilitada en aspectos fundamentales como energía, potencia financiera, tecnología, industria, IA. Así mismo, afirma, que carece de estadistas, de liderazgo político. Pedro Baños puntualiza que la UE actúa reactiva, no proactivamente. Hay que subrayar que Eduardo Olier es considerado una eminencia en diversas materias y no es sospechoso de antiatlantismo. Respecto a la capacidad financiera debemos recordar que la City no radica en la UE, y que se coordina mejor con Wall Street que con cualquier otro organismo financiero.


Vislumbrado este panorama ¿pretenden esas supuestas élites, entre otras cosas,  meternos en un conflicto bélico sin informarnos, sin preguntarnos antes, sin devolvernos el perdido derecho a decidir? A cualquier trabajador se le exige justificar su salario. ¿Esta obligación no alcanza a nuestros europarlamentarios? Hemos conocido personalmente a algunos de ellos, y sus conversaciones resultaban intranscendentes. Viven en una especie de felicidad irreal. ¿Y qué dicen nuestros subvencionados partidos democráticos? ¿Y nuestros medios de comunicación oficializados, enredados desproporcionadamente en pequeñeces miserables?


Cuando vayamos (quien vaya) a esas elecciones ¿sabremos qué representa cada fuerza en asuntos trascendentales, como el de evitar o propiciar un conflicto de dimensiones impredecibles? ¿Alguien dice algo sobre el asunto, salvo contados pensadores, que precisamente están vetados en los principales medios de comunicació,? ¿O seguimos pensando que un dios indispensable proveerá? Hay múltiples documentales actualizados sobre el llamado pequeño Nicolás. Viéndolos no debe extrañar nada de lo que ocurre.


Baños rescata de un político una frase sobre la que es preciso reflexionar: “la política es la expresión concentrada de la economía”, a lo que él (Baños) añade: “y la geopolítica lo es de la geoeconomía”. Lo que nos lleva a la repetidísima de Clausewitz: “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. ¿Acaso piensa la UE resolver sus problemas económicos con una guerra? ¿Por tercera vez será un campo de batalla, devastado en el mejor de los casos?


¿El resultado de estas elecciones estará a la altura de las circunstancias, de forma que delinee unas pautas realmente democráticas, unos límites a la excesiva autonomía de unos órganos directivos que nadie ha elegido directamente?


En este maremagnum se habla de crear una política de defensa. ¿Defensa sin analizar previamente la significación de los acuerdos entre Clinton y Yeltsin (9 de febrero de 1990)? ¿Sin recordar los establecidos en la Asociación para la paz (1994)? ¿Sin rememorar el Acta fundacional de relaciones mutuas, cooperación y seguridad? (7 de mayo de 1997)? ¿O acaso sus signatarios pensaban comprometer el honor de los países a los que representaban? ¿Frase rimbombante? No cabe duda de que el lenguaje define el nivel moral de su momento. 


En definitiva, que se realiza un vaciamiento sorprendente de la historia más reciente y se nos dice que el conflicto es una necesidad imperiosa. Pero esto sin delinear previamente una política exterior propia (es decir, sin contabilizar las necesidades). Primero se diseñan los medios (un ejército, entre otras cosas) y después se establecerán los fines. Como anécdota recordemos el modernísimo Tigris II alemán (IIGM), que tenía un grave problema (entre otros): su excesivo peso para combatir en un territorio enfangado. Se habla incluso de restablecer el servicio militar obligatorio sin reparar en costos. Y esa política militar ¿será defensiva, ofensiva, continental, continental y marítima, nuclear, expansiva, independiente, reforzante de lo que ya hay (¿doble presupuesto?)? ¿Y a costa de qué, de quién?


Un señor de la UE que utiliza el singular mayestático (¿lapsus linguae de una política sin colegialidad?) ya nos anticipó algo sobre hospitales y estado de bienestar. Pero ¿cuándo, dónde, con quién lo discutió? No debemos caer en la trampa de volver la mirada a políticas pescs y comisiones y consejos europeos agotados. La UE ha dado un giro no de 360º, como quería la ministra de exteriores alemana, sino de 180. Nadie puede negar que todo esto es nuevo, por lo cual habría que redefinir todas las políticas, y no trozos de ella. A ningún sitio iremos con programas incoherentes e inconsecuentes. A trozos, sólo construiremos un Frankenstein que termine asesinando a su hermano.


Volviendo al asunto de la delineación de una política propia, parece que la UE está empeñada en levantar un muro (¿de la torpeza?) que la desconecte de una parte importante del mundo, en especial de Oriente. ¿Y qué hay en ese bloque? Tenemos a China, India, mundo islámico, mundo ortodoxo y resto de países asiáticos. Entre los cinco grupos constituyen la mayoría de la población mundial, de las materias primas, del comercio, de parte de la tecnología y del producto interior bruto. ¿Se puede vivir de espaldas a una parte importante del mundo más, posiblemente de  América del Sur y de África (más de cuarenta países con políticas muy independientes).


En la actualidad ha crecido el número de expertos en geopolítica. Aún recordamos aquellos tiempos en los que la política internacional aburría porque no se le veía objeto. Pues muchos de estos expertos no nos hablan de geoeconomía, sino de moral. Una moral, por cierto, con raseros diversos y cambiantes.


Un mapamundi desplegado nos demostraría que todos los caminos ya no llevan a Roma, sino a Asia y Eurasia. Estas son atravesadas de este a oeste y de norte a sur, incluyendo al Polo Norte, por vías comerciales en las que está en parte el futuro del mundo. ¿Para esos expertos es un dato importante, teniendo en cuenta que como dice Baños la geopolítica es la continuación de la geoeconomía? ¿Qué pensar de un médico que ignorara las arterias y venas del cuerpo? Haciendo una pequeña digresión, los médicos occidentales despreciaban la medicina india. Los médicos de esta se sonreían. No saben, decían, que mientras ellos sólo conocen su medicina, nosotros conocemos las dos. Qué mala es la soberbia. Más si es ignorante.


La política es una especie de castillo de naipes. No se puede sacar uno de ellos sin que se venga abajo el castillo. ¿Se ha pensado en los efectos que puede tener sobre el sistema un recorte drástico y obligado de lo que se llama estado de bienestar por subida del gasto en defensa? ¿Más petróleo y gas, y más caro? Como imagen: ¿servicio militar y después paro? ¿Recorte de prestaciones sociales? ¿Recortes de pensiones? ¿Subidas de impuestos? ¿Menos ayudas a las empresas? ¿Cómo los políticos monologuistas justificarán esta situación? O no hay nada que justificar porque el cargo es efímero hasta la próxima estación.

​Elecciones europeas, ¿para la paz?

La política es una especie de castillo de naipes: no se puede sacar uno de ellos sin que se venga abajo el castillo
Luis Méndez Viñolas
sábado, 9 de marzo de 2024, 12:15 h (CET)

La paz es el bien más preciado. Lo reúne todo. Eso se sabe, sobre todo, cuando se pierde.


En junio habrá elecciones en la Unión Europea. ¿Fecha muy lejana para hablar de ellas? Razonando con la mentalidad desenvuelta que impera, sí. Basta con quince días de tópicos.


Sin embargo, la realidad es que en quince días es imposible tratar a fondo la grave situación de España y de la UE. ¿Saben ambas hacia dónde van? La sensación es más bien la contraria. Menos aún que sea una conjunción coordinada de soberanías lúcidas. Y esto desde hace décadas, sólo que ahora se evidencia frente a una crisis mundial peligrosa.


En una entrevista de Pedro Baños a Eduardo Olier este afirma que la UE ha perdió su esencia, su capacidad de pensar a largo plazo. Que está muy debilitada en aspectos fundamentales como energía, potencia financiera, tecnología, industria, IA. Así mismo, afirma, que carece de estadistas, de liderazgo político. Pedro Baños puntualiza que la UE actúa reactiva, no proactivamente. Hay que subrayar que Eduardo Olier es considerado una eminencia en diversas materias y no es sospechoso de antiatlantismo. Respecto a la capacidad financiera debemos recordar que la City no radica en la UE, y que se coordina mejor con Wall Street que con cualquier otro organismo financiero.


Vislumbrado este panorama ¿pretenden esas supuestas élites, entre otras cosas,  meternos en un conflicto bélico sin informarnos, sin preguntarnos antes, sin devolvernos el perdido derecho a decidir? A cualquier trabajador se le exige justificar su salario. ¿Esta obligación no alcanza a nuestros europarlamentarios? Hemos conocido personalmente a algunos de ellos, y sus conversaciones resultaban intranscendentes. Viven en una especie de felicidad irreal. ¿Y qué dicen nuestros subvencionados partidos democráticos? ¿Y nuestros medios de comunicación oficializados, enredados desproporcionadamente en pequeñeces miserables?


Cuando vayamos (quien vaya) a esas elecciones ¿sabremos qué representa cada fuerza en asuntos trascendentales, como el de evitar o propiciar un conflicto de dimensiones impredecibles? ¿Alguien dice algo sobre el asunto, salvo contados pensadores, que precisamente están vetados en los principales medios de comunicació,? ¿O seguimos pensando que un dios indispensable proveerá? Hay múltiples documentales actualizados sobre el llamado pequeño Nicolás. Viéndolos no debe extrañar nada de lo que ocurre.


Baños rescata de un político una frase sobre la que es preciso reflexionar: “la política es la expresión concentrada de la economía”, a lo que él (Baños) añade: “y la geopolítica lo es de la geoeconomía”. Lo que nos lleva a la repetidísima de Clausewitz: “la guerra es la continuación de la política por otros medios”. ¿Acaso piensa la UE resolver sus problemas económicos con una guerra? ¿Por tercera vez será un campo de batalla, devastado en el mejor de los casos?


¿El resultado de estas elecciones estará a la altura de las circunstancias, de forma que delinee unas pautas realmente democráticas, unos límites a la excesiva autonomía de unos órganos directivos que nadie ha elegido directamente?


En este maremagnum se habla de crear una política de defensa. ¿Defensa sin analizar previamente la significación de los acuerdos entre Clinton y Yeltsin (9 de febrero de 1990)? ¿Sin recordar los establecidos en la Asociación para la paz (1994)? ¿Sin rememorar el Acta fundacional de relaciones mutuas, cooperación y seguridad? (7 de mayo de 1997)? ¿O acaso sus signatarios pensaban comprometer el honor de los países a los que representaban? ¿Frase rimbombante? No cabe duda de que el lenguaje define el nivel moral de su momento. 


En definitiva, que se realiza un vaciamiento sorprendente de la historia más reciente y se nos dice que el conflicto es una necesidad imperiosa. Pero esto sin delinear previamente una política exterior propia (es decir, sin contabilizar las necesidades). Primero se diseñan los medios (un ejército, entre otras cosas) y después se establecerán los fines. Como anécdota recordemos el modernísimo Tigris II alemán (IIGM), que tenía un grave problema (entre otros): su excesivo peso para combatir en un territorio enfangado. Se habla incluso de restablecer el servicio militar obligatorio sin reparar en costos. Y esa política militar ¿será defensiva, ofensiva, continental, continental y marítima, nuclear, expansiva, independiente, reforzante de lo que ya hay (¿doble presupuesto?)? ¿Y a costa de qué, de quién?


Un señor de la UE que utiliza el singular mayestático (¿lapsus linguae de una política sin colegialidad?) ya nos anticipó algo sobre hospitales y estado de bienestar. Pero ¿cuándo, dónde, con quién lo discutió? No debemos caer en la trampa de volver la mirada a políticas pescs y comisiones y consejos europeos agotados. La UE ha dado un giro no de 360º, como quería la ministra de exteriores alemana, sino de 180. Nadie puede negar que todo esto es nuevo, por lo cual habría que redefinir todas las políticas, y no trozos de ella. A ningún sitio iremos con programas incoherentes e inconsecuentes. A trozos, sólo construiremos un Frankenstein que termine asesinando a su hermano.


Volviendo al asunto de la delineación de una política propia, parece que la UE está empeñada en levantar un muro (¿de la torpeza?) que la desconecte de una parte importante del mundo, en especial de Oriente. ¿Y qué hay en ese bloque? Tenemos a China, India, mundo islámico, mundo ortodoxo y resto de países asiáticos. Entre los cinco grupos constituyen la mayoría de la población mundial, de las materias primas, del comercio, de parte de la tecnología y del producto interior bruto. ¿Se puede vivir de espaldas a una parte importante del mundo más, posiblemente de  América del Sur y de África (más de cuarenta países con políticas muy independientes).


En la actualidad ha crecido el número de expertos en geopolítica. Aún recordamos aquellos tiempos en los que la política internacional aburría porque no se le veía objeto. Pues muchos de estos expertos no nos hablan de geoeconomía, sino de moral. Una moral, por cierto, con raseros diversos y cambiantes.


Un mapamundi desplegado nos demostraría que todos los caminos ya no llevan a Roma, sino a Asia y Eurasia. Estas son atravesadas de este a oeste y de norte a sur, incluyendo al Polo Norte, por vías comerciales en las que está en parte el futuro del mundo. ¿Para esos expertos es un dato importante, teniendo en cuenta que como dice Baños la geopolítica es la continuación de la geoeconomía? ¿Qué pensar de un médico que ignorara las arterias y venas del cuerpo? Haciendo una pequeña digresión, los médicos occidentales despreciaban la medicina india. Los médicos de esta se sonreían. No saben, decían, que mientras ellos sólo conocen su medicina, nosotros conocemos las dos. Qué mala es la soberbia. Más si es ignorante.


La política es una especie de castillo de naipes. No se puede sacar uno de ellos sin que se venga abajo el castillo. ¿Se ha pensado en los efectos que puede tener sobre el sistema un recorte drástico y obligado de lo que se llama estado de bienestar por subida del gasto en defensa? ¿Más petróleo y gas, y más caro? Como imagen: ¿servicio militar y después paro? ¿Recorte de prestaciones sociales? ¿Recortes de pensiones? ¿Subidas de impuestos? ¿Menos ayudas a las empresas? ¿Cómo los políticos monologuistas justificarán esta situación? O no hay nada que justificar porque el cargo es efímero hasta la próxima estación.

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