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Opinión
Etiquetas | esquizofrenia | Autores | Poesía | Kafka | Miguel Hernandez | Lorca
Porque la conciencia duele

​Esquizofrenias, ay, que nos pueblan

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Esquizofrenia, del alemán Schizophrenie, y este del griego σχίζειν ‘escindir’, y de φρήν, φρενός ‘entrañas; alma, mente; pensamiento; conciencia; voluntad; deseo’. [Decidan ustedes en lo que están más divididos]


“Un libro tiene que ser el hacha para el mar helado que llevamos dentro”. Kafka. [¿Puede serlo un artículo?]


Porque la conciencia duele. Porque somos quienes nos pueblan, desde que nacemos hasta que morimos. Somos esquizofrenias que nos pueblan, desde que nacemos hasta que morimos. Quienes nos pueblan esquizofrénicamente nos insertan lo que les puebla. Nos pueblan trabajo y explotación, liberación y opresión, placer y represión; nos pueblan palabras vacías y agudas, miradas duras y tiernas, sonrisas falsas y afectivas; nos pueblan abrazos poseedores y solidarios, caricias posesivas y cariñosas, besos dominantes y placenteros; porque nos pueblan años con lo bondadoso y lo perverso, experiencias que nos hunden y que nos elevan, sabiduría entregada y conquistada; nos pueblan mentiras y verdades, inocencia y malicia, gozo y dolor. Y uno se pasa la vida apostando entre las esquizofrenias, ay, que le pueblan. Porque la conciencia duele.


“(…) y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto/ que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase. (…)” Lorca. “(…) Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes/abrid los escotillones para que vea bajo la luna/las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros”.


Una apuesta vital, un vivir sin fin todas las preciosas esquizofrenias, todas las personalidades que a uno le pueblan y le enriquecen. Porque la conciencia duele, “no es solo un hombre/ son muchos hombres/ no es solo un hambre/ son muchas hambres/ no es solo una mujer/ son muchas mujeres/ no es solo un dolor/ son muchos dolores/ no es solo un niño/ son muchos niños/ no es solo una vida/ son muchas vidas”.


Averroes me puebla. “El motor de la civilización es el mestizaje”. Iberoamérica con emproar el mundo hispano hacia un polo emergente -emproar, verbo en catalán, gallego y portugués, aproar, poner proa- “por el hispanismo hacia la fraternidad asiática” -lema de hispanistas asiáticos- hacia el futuro del mundo hispano, de sus pueblos y fuerzas progresistas, ante un imperio en su ocaso y el ascenso de potencias emergentes. Con Filipinas -unas 630 personas apellidadas Madroñal, 3º después de España y Argentina- estamos en deuda.


Machado. “Canto y cuento es la poesía/ se canta una viva historia/ contando su melodía. (…) Y los bolcheviques/ (sobran rejas y tabiques) / di, madre, ¿cuándo vendrán? (…) Hay una mano de niño/ dispersa en la tarde gris/ o en la tarde gris se borra/ una acuarela infantil”. Y su último verso “este sol de la infancia”.


Miguel Hernández. “Estos hombres, estas liebres, (…) estas fugitivas cacas/ que me duelen hace tiempo/ en los cojones del alma (…) cobardes de piel cobarde/ y de corazón de caña”.


Lorca en su prosa luminosa. “Porque es necesario que sepáis todos que los hombres no trabajamos para nosotros sino para los que vienen detrás, y que éste es el sentido moral de todas las revoluciones, y en último caso, el verdadero sentido de la vida. (…) Y sabed, desde luego, que los avances sociales y las revoluciones se hacen con libros y que los hombres que las dirigen mueren muchas veces como el gran Lenin de tanto estudiar, de tanto querer abarcar con su inteligencia. Que no valen armas ni sangre si las ideas no están bien orientadas y bien digeridas en las cabezas. Y que es preciso que los pueblos lean para que aprendan no sólo el verdadero sentido de la libertad, sino el sentido actual de la comprensión mutua y de la vida”.


En el ritmo esquizofrénico de sus versos. “Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whitman/ contra el niño que escribe/ nombre de niña en su almohada/ ni contra el muchacho que se viste de novia/ en la oscuridad del ropero/ (…) Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades/ de carne tumefacta y pensamiento inmundo/ madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño/ del Amor que reparte coronas de alegría”.


Kafka. “¿Se puede atar a una muchacha con la escritura?”. ¿Con palabras que atraviesen el corazón y se claven en la conciencia? “Sólo camino a sangre viva/ con tres heridas abiertas/ mis hijos y sus hijos/ mi lucha revolucionaria/ y una Mar de amores/ heridas a sangre viva”.


Porque la conciencia disfruta. “Por fin, bailé con ella/ hacían falta 1.184 metros de altitud/ ay, para bailar con ella/ hacía falta gente sana/ y algo de sidra asturiana/ ay, para bailar con ella/ aunque a 1.184 metros uno ya no baila/ uno ya solamente vuela/ Me gustaría/ con ella volar/ hasta el final/ de mis días”.


Porque la conciencia disfruta esquizofrénicamente. Ella: “Quiero desprenderme/ de las ataduras/ cual árbol que siempre/ sus cándalos suelta”. Él: “No quiero que seas mi pareja/ no quiero compromisos/ ni ataduras/ y si mis ojos te miran/ inundados de ternura/ no es asunto mío/ que en mis ojos/ no mando yo”.


Brindis a conciencia. ¡Hoy -XXX/III/MMXXIV- brindo porque todos mis seres queridos, por toda la gente sencilla, por todos los seres humanos de bien que luchan por vivir todas sus preciosas esquizofrenias!

Posdata a conciencia. Mi más profundo agradecimiento a los que publican mis artículos. Éste es también un regalo para todos ellos.

​Esquizofrenias, ay, que nos pueblan

Porque la conciencia duele
Eduardo Madroñal Pedraza
sábado, 30 de marzo de 2024, 12:39 h (CET)

Esquizofrenia, del alemán Schizophrenie, y este del griego σχίζειν ‘escindir’, y de φρήν, φρενός ‘entrañas; alma, mente; pensamiento; conciencia; voluntad; deseo’. [Decidan ustedes en lo que están más divididos]


“Un libro tiene que ser el hacha para el mar helado que llevamos dentro”. Kafka. [¿Puede serlo un artículo?]


Porque la conciencia duele. Porque somos quienes nos pueblan, desde que nacemos hasta que morimos. Somos esquizofrenias que nos pueblan, desde que nacemos hasta que morimos. Quienes nos pueblan esquizofrénicamente nos insertan lo que les puebla. Nos pueblan trabajo y explotación, liberación y opresión, placer y represión; nos pueblan palabras vacías y agudas, miradas duras y tiernas, sonrisas falsas y afectivas; nos pueblan abrazos poseedores y solidarios, caricias posesivas y cariñosas, besos dominantes y placenteros; porque nos pueblan años con lo bondadoso y lo perverso, experiencias que nos hunden y que nos elevan, sabiduría entregada y conquistada; nos pueblan mentiras y verdades, inocencia y malicia, gozo y dolor. Y uno se pasa la vida apostando entre las esquizofrenias, ay, que le pueblan. Porque la conciencia duele.


“(…) y el niño que enterraron esta mañana lloraba tanto/ que hubo necesidad de llamar a los perros para que callase. (…)” Lorca. “(…) Pero si alguien tiene por la noche exceso de musgo en las sienes/abrid los escotillones para que vea bajo la luna/las copas falsas, el veneno y la calavera de los teatros”.


Una apuesta vital, un vivir sin fin todas las preciosas esquizofrenias, todas las personalidades que a uno le pueblan y le enriquecen. Porque la conciencia duele, “no es solo un hombre/ son muchos hombres/ no es solo un hambre/ son muchas hambres/ no es solo una mujer/ son muchas mujeres/ no es solo un dolor/ son muchos dolores/ no es solo un niño/ son muchos niños/ no es solo una vida/ son muchas vidas”.


Averroes me puebla. “El motor de la civilización es el mestizaje”. Iberoamérica con emproar el mundo hispano hacia un polo emergente -emproar, verbo en catalán, gallego y portugués, aproar, poner proa- “por el hispanismo hacia la fraternidad asiática” -lema de hispanistas asiáticos- hacia el futuro del mundo hispano, de sus pueblos y fuerzas progresistas, ante un imperio en su ocaso y el ascenso de potencias emergentes. Con Filipinas -unas 630 personas apellidadas Madroñal, 3º después de España y Argentina- estamos en deuda.


Machado. “Canto y cuento es la poesía/ se canta una viva historia/ contando su melodía. (…) Y los bolcheviques/ (sobran rejas y tabiques) / di, madre, ¿cuándo vendrán? (…) Hay una mano de niño/ dispersa en la tarde gris/ o en la tarde gris se borra/ una acuarela infantil”. Y su último verso “este sol de la infancia”.


Miguel Hernández. “Estos hombres, estas liebres, (…) estas fugitivas cacas/ que me duelen hace tiempo/ en los cojones del alma (…) cobardes de piel cobarde/ y de corazón de caña”.


Lorca en su prosa luminosa. “Porque es necesario que sepáis todos que los hombres no trabajamos para nosotros sino para los que vienen detrás, y que éste es el sentido moral de todas las revoluciones, y en último caso, el verdadero sentido de la vida. (…) Y sabed, desde luego, que los avances sociales y las revoluciones se hacen con libros y que los hombres que las dirigen mueren muchas veces como el gran Lenin de tanto estudiar, de tanto querer abarcar con su inteligencia. Que no valen armas ni sangre si las ideas no están bien orientadas y bien digeridas en las cabezas. Y que es preciso que los pueblos lean para que aprendan no sólo el verdadero sentido de la libertad, sino el sentido actual de la comprensión mutua y de la vida”.


En el ritmo esquizofrénico de sus versos. “Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whitman/ contra el niño que escribe/ nombre de niña en su almohada/ ni contra el muchacho que se viste de novia/ en la oscuridad del ropero/ (…) Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades/ de carne tumefacta y pensamiento inmundo/ madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño/ del Amor que reparte coronas de alegría”.


Kafka. “¿Se puede atar a una muchacha con la escritura?”. ¿Con palabras que atraviesen el corazón y se claven en la conciencia? “Sólo camino a sangre viva/ con tres heridas abiertas/ mis hijos y sus hijos/ mi lucha revolucionaria/ y una Mar de amores/ heridas a sangre viva”.


Porque la conciencia disfruta. “Por fin, bailé con ella/ hacían falta 1.184 metros de altitud/ ay, para bailar con ella/ hacía falta gente sana/ y algo de sidra asturiana/ ay, para bailar con ella/ aunque a 1.184 metros uno ya no baila/ uno ya solamente vuela/ Me gustaría/ con ella volar/ hasta el final/ de mis días”.


Porque la conciencia disfruta esquizofrénicamente. Ella: “Quiero desprenderme/ de las ataduras/ cual árbol que siempre/ sus cándalos suelta”. Él: “No quiero que seas mi pareja/ no quiero compromisos/ ni ataduras/ y si mis ojos te miran/ inundados de ternura/ no es asunto mío/ que en mis ojos/ no mando yo”.


Brindis a conciencia. ¡Hoy -XXX/III/MMXXIV- brindo porque todos mis seres queridos, por toda la gente sencilla, por todos los seres humanos de bien que luchan por vivir todas sus preciosas esquizofrenias!

Posdata a conciencia. Mi más profundo agradecimiento a los que publican mis artículos. Éste es también un regalo para todos ellos.

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