La verdad es que en ocasiones me cuesta entender la necesidad que tienen algunas personas de eliminar el término felicidad de nuestro cada vez más nutrido vocabulario y sacarlo sin más de nuestra vida. Sin duda somos seres en constante cambio, ese cambio tiene o debe de tener un dirección, ya la genética apunta a un crecimiento constante hacia la mejora de la especie, siendo los individuos de cualquier especie que mejor se adaptan a la supervivencia lo que sin duda, producen cambios significativos en la misma.
En las personas también sucede algo similar, jugamos con dos objetivos transversales y paralelos, pero con un único fin, el de mejorar la vida de las personas, haciéndolas más felices. Lo que no significa que sean menos infelices. Desde los comienzos del saber, la filosofía como cuna de todos ello y con el tiempo las diferentes ramas del conocimiento humano han volcado sus esfuerzos a ese objetivo.
En nuestro caso, la psicología ha desarrollado miles de técnicas que han ido orientadas a hacer a las personas menos infelices, bajo un concepto de supervivencia basado en la ausencia de enfermedad y no en la mejora de la calidad de vida, el bienestar y la felicidad de las personas, en definitiva ese concepto actual de salud en general.
Esto orienta a una gran parte de personas y profesionales a abordar el potencial de las personas desde el concepto de ausencia de sufrimiento o enfermedad. Pero por el contrario existe otro grupo de personas, cada vez más nutrido, que intentamos entender que la vida es un continuo proceso de cambio y en mi caso me gusta describirla como un continuo proceso de crecimiento personal basado en el aprendizaje y la adaptación constantes.
Todo esto ha hecho que las terapias psicológicas y psiquiátricas centradas en la enfermedad y el sufrimiento se hayan basado en bajar el nivel de infelicidad de las personas, sin plantearse nunca intervenciones positivas, dejando de lado las debilidades de las personas para centrarse en sus fortalezas, es decir, aquello que las define y que les genera bienestar. Pero además, debemos de entendiendo la vida destinada a un fin, el crecimiento personal desde el sentido vital, lo que nos permite desarrollarnos en toda nuestra plenitud.
Sin duda alguna, esta forma de afrontar la vida, de entender la salud como fuente de felicidad, bienestar o viceversa ha encontrado en la ciencia y el estudio de elementos que otros han desechado como la felicidad, un manantial inagotable de nuevas aportaciones que enriquecen cada vez más nuestra vida.
Quizás debemos de partir de la base que nos plantea la siguiente pregunta: ¿Qué hace que las personas sean felices?
Los diferentes estudios realizados nos muestran que existen tres maneras de afrontar la vida y que generan felicidad en las personas:
Por un parte estaría la vida basada en potenciar las emociones positivas, es decir, vivir bajo pequeñas explosiones constantes de felicidad. Lo que conocemos como la felicidad del ji ji o del ja ja ja. Pero carente de sentido y significado vital, lo que aporta felicidad momentánea que con el tiempo se ve carente de sentido.
En un segundo lugar estarían aquellas personas que plasman un compromiso en su vida, son aquellas personas que centran su vida en un objetivo determinado. Que centran su vida entorno a actividades y acciones marcadas por el compromiso, dedicando su vida plenamente al desarrollo de alguna actividad con la que logran conectar, desde su trabajo a una determinada labor, viviéndola como propia.
Por último estarían las personas que cargan de significado todo aquello que hacen, que se conectan a una causa, algunos estudios incluso encuentran que solo aportando significado a nuestra vida, aunque esta esté carente de esa felicidad más hedónica, se consigue cierto proceso de crecimiento personal.
Para concluir me gustaría plantearles un ejercicio centrado en la vida placentera y en potenciar las emociones positivas, para ello os voy a sugerir que imaginéis un día placentero, un día hermoso donde todo esté en armonía con vosotros, utilicen toda vuestra conciencia en visualizar ese día, veréis como vuestro grado de felicidad aumenta, si este ejercicio lo repetimos a diario, comenzaremos a experimentar emociones positivas, así aprenderemos a utilizarlas y a controlarlas, y ello nos ayudará a potenciar nuestro bienestar psicológico.
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