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El presidente Sánchez ha fundamentado su decisión de continuar al frente del gobierno afirmando que “no supone un punto y seguido, es un punto y aparte, se lo garantizo”. Desde luego, deseamos profundamente que -al expresar la necesidad de un “punto y aparte”- acepta que es necesario, de manera urgente, un cambio que no se limite a reformas cosméticas. ¿Pero qué es punto y aparte para nosotros -para la inmensa mayoría- ante el galopante empobrecimiento que sufrimos?
No es verdad que -como ha afirmado Pedro Sánchez en su comparecencia- en España “vivamos un muy buen momento económico”. Solamente es verdad para los grandes bancos, los oligopolios y el capital extranjero -masivamente estadounidense- que encadenan, año tras año, plusmarcas de beneficios, es decir, ya ganan entre el doble y el triple que antes de la pandemia. Y los resultados de este primer trimestre de 2024 anuncian que seguirán ganando más, siempre a costa de todos nosotros.
Es pronto para valorar en su justa medida los efectos reales de este terremoto político. Pero si podemos estar seguros de una cosa. Ya no basta con alertar del peligro de que “gobierne la derecha y la ultraderecha”. Si para los trabajadores, los pensionistas, los jóvenes, los autónomos y los agricultores, su situación empeora también con un gobierno “de izquierdas”; si no se abordan medidas para ampliar de verdad la democracia; si no se emprenden políticas que mejoren las condiciones de vida de la mayoría redistribuyendo la riqueza, entonces inevitablemente ganarán “los malos”.
En titulares -de lo particular a lo universal- por si les da pereza leerlo entero. Un fondo buitre expulsa a los vecinos de toda la vida de un barrio de Madrid, mediante proceso de apropiación. El 45% de los hogares en alquiler están empobrecidos. La juventud no puede tener vivienda, aunque trabaje. Si alquilas, no puedes comprar. Los jóvenes -ahora- no pueden ahorrar. La solución -con voluntad política- es crear un parque público de viviendas en alquiler.
Trece años hace del 15M, cuando espontáneamente grupos de personas acamparon en plazas en la mayoría de las ciudades de España. Fue un movimiento pacífico reclamando mejoras en todos los aspectos sociales para la población. Mejoras que, trece años después, el PSOE se está arrogando como propias.
Nuestro paso por aquí abajo, se sustenta en allanar los caminos vivientes y en facilitar pulsaciones existenciales. Todo hay que hacerlo con amor, reconociendo, respetando y apreciando a los demás. Por desgracia, aún no hemos aprendido a convivir en paz, porque nos falta cultivar los remos interiores, con la capacidad de escucha, mediante un soplo de entendimiento y de cooperación mutua.
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