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El Polisario se queda predicando en el desierto

La descabellada idea de independizar el antiguo Sahara español, se sostiene desafiando al tiempo y la lógica solo por avidez de los que lucran con ella
Luis Agüero Wagner
lunes, 26 de septiembre de 2016, 07:49 h (CET)
A principios del corriente año, Suecia había retirado su apoyo a la causa del “Sahara Occidental” esgrimida por el Polisario, afirmando que los criterios exigidos por el Derecho Internacional para reconocerla no se cumplen. Lo había anunciado la ministra sueca de Exteriores Margot Wallstrom, a través de un comunicado oficial.

El dictamen sueco coincidía con la opinión de la mayoría de los diplomáticos e intelectuales que han penetrado en el tema, dado que la pretendida y ficticia república del Polisario no está dotada de los más elementales atributos de soberanía. La “RASD” carece de gobierno, población y territorio, considerados en su sentido más tradicional.

No posee gobierno dado que en la práctica es Argelia quien toma las decisiones por ella, y además, le cede gentilmente su territorio para vivir su fantasía. Tampoco puede considerarse que tengan población establecida, dado que los presuntos “saharauis” viven en condición de secuestrados en Tinduf.

Un par de meses atrás tomaron la decisión de desconocer la RASD varios otros países, entre ellos Zambia, que anunció su determinación tras una reunión entre su canciller Harry Kalaba con Nacer Bourita.

En marzo del presente año, también Surinam había anunciado el retiro de su reconocimiento a la RASD, que se encontraba vigente desde 1982. El anuncio público se hizo luego de que Salaheddine Mezouar recibiera la comunicación telefónica de su su homólogo de Surinam Niermala Badrising.

El alicaído bloque de países que reconocen a la RASD sufrió un nuevo golpe hace unos días, cuando también Jamaica dejó sin efecto su reconocimiento tras constatar que todo se trató siempre de un engaño.

El anuncio oficial jamaiquino lo realizó su ministerio de Asuntos Exteriores y Comercio Exterior el pasado 14 de septiembre de 2016, comunicando que esta decisión será “debidamente notificada a las Naciones Unidas”. También expresó sus deseos de que se logre pronto una solución justa y pacífica a tan prolongada controversia regional.

Este nuevo revés para Argelia y el Polisario se produce apenas dos meses después que veintiocho países africanos hayan solicitado la suspensión de la RASD en el seno de la Unión Africana, de tal suerte a facilitar el retorno de Marruecos al bloque regional.

Este rechazo se suma al de todos los países con peso internacional en el mundo, que ven en el conflicto del Sahara un resabio de la guerra fría, y un subproducto de la rivalidad argelino-marroquí.

Solo desde el año 2000, unos treinta y cuatro países de todo el mundo han retirado su reconocimiento a la RASD, de ellos nueve se sitúan en la región caribeña. Los retiros se han incrementado sobre todo desde que Marruecos pusiera sobre la mesa de negociaciones su Plan de Autonomía para el Sahara.

La “causa” solo sobrevive en unas consignas que suenan a letanía, testimoniando mentalidades y usos de otras épocas.

Visto y considerando este curso de los acontecimientos, todo parece indicar que pronto el Polisario y los beneficiarios de su extravagante aparato de propaganda política, así como los delegados parásitos que desperdigaron por todo el mundo, terminarán en total orfandad y literalmente predicando en el desierto.

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