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El selecto club de los tolerantes de la izquierda cavernaria

Almudena Negro
Almudena Negro
viernes, 12 de marzo de 2010, 09:06 h (CET)
No, no va la cosa de Miguel Bosé, respondido como se merece en desgarradora carta por las Damas de Blanco, del inefable Willy Toledo o de los 19 chequistas que respaldan el exabrupto del presunto actor contra la memoria de Orlando Zapata, hasta el momento última víctima del socialismo criminal que oprime en Cuba. Va de España.

Hace unos meses un grupo de seres humanos, sin duda tolerantes izquierdistas y defensores a ultranza de la sexista Ley de Violencia de Género, crearon un grupo en Facebook titulado, con perdón, “Si cada persona que odia a Esperanza Aguirre le diera una hostia, la matábamos”. Más de 2.400 camisas pardas se unieron al violento grupo. Grupo en el que desde petición de asesinar a la presidenta de los madrileños de un tiro en la nuca o prendiéndole fuego, lamentos porque Aguirre no murió en el conocido accidente de helicóptero que sufrió junto a Mariano Rajoy, insultos, injurias y calumnias de todo tipo o comentarios de un machismo recalcitrante, de todo había. Vamos, una preciosidad digna de los tiempos que corren.

Indignados, numerosos internautas comenzaron a denunciar ante Facebook a este grupo de bárbaros. Facebook retiró el mismo y, los más enfadados ante esta brutalidad, denunciaron en sus bitácoras los nombres y apellidos de los del grupo violento, entre quienes había todo tipo de personajes.

Ya se sabe que en la red cuanto escribes queda indeleblemente unido a Google. Así pues, alguien abrió una página a través de la cual se denunciaba a esta fauna sin civilizar y se reproducían sus tolerantes “aportaciones” y bien pronto algunos nombres comenzaron a estar indexados en Google vinculados a sus fechorías. Una maravilla para cuando soliciten trabajo, que ya se sabe que las empresas hoy en día lo primero que hacen es consultar con San Google. Los medios de comunicación y decenas de bitácoras comenzaron a hacerse eco de lo sucedido. El PP de Madrid, lástima, no presentó, como debería de haber hecho previa captura de pantalla realizada ante notario, denuncia.

Entre los internautas más activos en la denuncia de los violentos, J.A.A, más conocido en la red como “Caballero ZP”. Produjo este blogger un vídeo en el que aparecían las imágenes y los nombres y apellidos de los violentos. Nombres y apellidos sacados del perfil público que dichas personas tenían en la red social más utilizada por los españoles. Imágenes colgadas por ellos mismos de forma voluntaria y hechas públicas en un grupo abierto de una red social. El vídeo, me cuenta J.A.A., fue censurado por Youtube porque alguno, pillado con las manos en la masa participando en un grupo de estas características, no soportó que la red contara a qué se dedicaba. Nada de “a lo hecho pecho”. Valientes en grupo, cobardes individualmente.

Entre los “demócratas” que se proclamaban, con su pertenencia al grupo como gentes llenas de odio dispuestas a matar a bofetadas a una mujer por sus ideas políticas, relean el título del grupo con talante, un tal R.S.C., quien debía saber, como todos los presentes, a menos que sea tonto de remate o un pobre analfabeto, en qué clase de selecto club acababa de entrar de forma voluntaria. Supongo que también sabía que cuando un mayor de edad sube imágenes a Facebook y las cuelga en “abierto” quedan al alcance de cualquiera.

Pues bien, hace unos días al blogger Caballero ZP le ha llegado un exhorto desde un juzgado malagueño. Y es que el pacifista R.S.C. habría denunciado que éste reprodujo la imagen que él mismo subió a Facebook, unida a su nombre y apellidos, en su bitácora. De locos. Los violentos no sólo se van de rositas después de entre risotadas siniestras incitar a la violencia, sino que encima va uno de los miembros del grupo en cuestión y se pone estupendo contra quien denunció su pertenencia a grupos violentos. J.A.A. me traslada que está muy tranquilo, puesto que la patochada, que considera persigue intimidarle, no tiene demasiadas posibilidades de prosperar. A buen seguro que el nombre de R.S.C., como suele suceder siempre que en la red se intenta practicar la censura, se hará bien pronto conocido entre los internautas. ¿Y qué otra cosa esperaba?

Otrosí.

España en la lista de trece países censores de internet que Google presentó ante el Congreso norteamericano. Los censurados, los bloggers que iniciaron en 2007 el llamado boicot a los productos catalanes.

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Censura. No la juzgo como una práctica muy denostada en estos días. Por el contrario, se me antoja que tiene más adeptos de los que, a priori, pudiéramos presumir. Como muestra de ello, hay un sector de usuarios que están abandonando cierta red social para migrar a otra más homogénea, y no con el fin de huir de la censura, sino por la ausencia o supresión de la misma en la primera de ellas.

Vivimos agazapados sobre los detalles mínimos a nuestro alcance y llegamos a convencernos de que esa es la auténtica realidad. Convencidos o resignados, estamos instalados en esta polémica de manera permanente; no aparece el tono resolutivo por ninguna parte. Aunque miremos las mismas cosas, cada quien ve cosas con matices diferentes y la disyuntiva permanece abierta.

El nombramiento de Teresa Ribera huele que apesta, aunque el Partido Popular y el Gobierno han escenificado perfectamente su falso enfrentamiento. Dicen en mi tierra que entre hienas no se muerden cuando no conviene o, si lo prefieren, entre bomberos no se pisan la manguera. El caso es que el Gobierno y sus socios ya celebran por todo lo alto ese inútil e inesperado nombramiento.

 
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