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Dolores Redondo (Donostia-San Sebastián, 1969) es la autora de la ‘Trilogía del Baztán’, el fenómeno literario en castellano más importante de los últimos años. Las tres entregas de la trilogía, ‘El guardián invisible’, ‘Legado en los huesos’ y ‘Ofrenda a la tormenta’, han llegado a cientos de miles de lectores fieles. Además, hoy son ya más de 30 las editoriales de todo el mundo que han publicado su obra. Tras la aparición de ‘El guardián invisible’, la crítica la saludó como una de las propuestas más originales y contundentes del género negro de nuestro país, elogios que ha mantenido con las siguientes dos entregas.
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El pasado 15 de octubre, Dolores Redondo se convirtió en una de las escritoras más felices de este país. Esa noche, recién pasadas las veintitrés treinta, fue galardonada en Barcelona con el Premio Planeta por su obra ‘Todo esto te daré’, una novela policiaca de las suyas, mezcla de thriller y género negro, con escenarios potentes, de esas que tienen subyugados a más de un millón de lectores de todo el mundo. La sonrisa permanente de la escritora donostiarra y el brillo de sus ojos, alegre, emocionado y redondo como su apellido, acentuaban la enorme satisfacción que la embargaba cuando visitó Valencia hace unas fechas para presentar su novela.
Dolores, enhorabuena por el Premio
Muchas gracias.
En tan solo tres años has ganado el Planeta, ¿alguna vez imaginaste que te ocurría algo así?
Recuerdo que en 2013 me entrevistaste con ‘El guardián invisible’, que ya lo había escrito mucho antes. Desde entonces han sucedido bastantes cosas, he publicado tres libros y han rodado una película sobre el primero de ellos, un rodaje en el que he tenido mis implicaciones. Ha sido mucho trabajo y muy intenso, y la verdad es que llegó un momento que empecé a imaginar y a preguntarme por qué no podía ganar el Planeta. Hace muchos años ya me presenté con otra novela que no llegó ni a ser finalista. Pero el sueño de conseguirlo siempre estuvo ahí y le ha llegado el momento.
¿No ha ido todo muy deprisa?
Ha ido muy deprisa desde el principio, desde antes de la publicación de ‘El guardián invisible’. Esa novela se vendió en la Feria del Libro de Frankfurt en 2011 y, cuando se publicó en España dos años después, ya la habían comprado once editoriales extranjeras y la película había sido contratada por el director de ‘Millenium’. Eso me sirvió para ver lo que me estaba ocurriendo y tomar conciencia de que todo estaba muy bien, pero que hasta que el libro no llegase al lector no servía de mucho. Sucede lo mismo ahora con el Premio Planeta. Cuando te lo entregan, todo explota y se acelera. En pocas fechas has de procesar la novela para que vaya al taller y se publique. Esos días son una especie de travesía del desierto hasta que la novela cae en manos del lector, que es quien tiene siempre la última palabra, porque su juicio es el que vale. Yo prefiero tener los pies bien asentados en tierra.
Para algunos colegas tuyos ganar un premio supone la posibilidad de comprar tiempo para escribir, ¿qué significa para ti el Premio Planeta?
Esa frase creo que la dijo Rosa Regás, pero no sé dónde lo compraría. Y me gustaría saberlo porque a mí no me da tiempo, me lo quita. Yo podía haber continuado con el éxito de la ‘Trilogía de Baztán’, pero tenía en mente una novela que quería ubicar fuera del valle y opté por escribirla. En definitiva, pienso que el Planeta me aportará nuevos lectores, porque es un galardón que allana el camino y te los acerca, aunque también puede suponer un rechazo para aquellos que piensen que se van a enfrentar con un libro muy escabroso. Mi compromiso con temas difíciles sigue siendo el mismo, pero en esta ocasión los he tratado desde otra pauta, en otro escenario y con una voz masculina. El lector que indague un poco sabe que va a encontrar a Dolores Redondo en esta novela.
La novela finalista, ‘El asesinato de Sócrates’ de Marcos Chicot, también es policiaca, ¿significa este pleno que el género negro ya ha alcanzado en España el reconocimiento que merece?
Ahora creo que ocupa el lugar que ha merecido siempre, el que goza en otros países como Estados Unidos. Quizá la llegada de Stieg Larsson, la posibilidad de sacar la historia de las calles y contarla desde otra posición, nos quitó esa vergüenza de hablar de lo nuestro con la misma naturalidad que se narra desde Los Ángeles o Boston. En mi caso y en el de otros autores, como el propio Marcos Chicot o Víctor del Árbol, que me viene ahora a la cabeza, somos escritores que hemos transgredido sin miedo los límites del género negro. No escribimos novelas negras puristas, pueden llamarlas como quieran, pero están escritas desde la absoluta libertad del autor, emplazándolas en escenarios distintos. En este sentido, el ejemplo más próximo es el de Marcos, que ha colocado un thriller en una novela histórica.
Tu novela se fue «cociendo en tu cabeza» a fuego lento, ¿resulta sencillo alimentar una historia durante tanto tiempo antes de sentarse a escribirla?
Lo cierto es que yo siempre me muevo entre dos novelas a la vez y me decanto por la que siento un pálpito especial en un momento determinado. Esta novela la tenía en mente varios años y no encontraba el día adecuado para escribirla. No me veía preparada aún para hablar desde una voz masculina, homosexual, y tocar temas delicados como la Iglesia o la pederastia… Ahora los lectores ya me conocen y asumen que puedo contar cualquier tipo de historia desde mi libertad de escritora. Y sé también que no van a anteponer la temática a mi voz como autora y que van a disfrutar con la lectura.
Hay algunas citas introductorias, de ellas dos pertenecen a Agatha Christie, ¿qué influencias ha ejercido en ti la escritora inglesa?
Agatha Christie es mi primer escalón, mi primer nivel, el que me impulsó a escribir novelas de crímenes y misterio porque la leí desde muy pequeña. Sus novelas representan esos crímenes a los que un niño puede acceder y disfrutar con su lectura porque carecen de sangre y de vísceras, son fáciles, rápidas, sin grandes complicaciones a nivel estructural y muy dinámicas. Sus crímenes de mansión y de la aristocracia a mí me fascinaban y ahora los he trasladado a la Galicia más profunda desde luego bajo otros parámetros. En las citas también he incluido una de ‘El padrino’ de Mario Puzo, otra novela fetiche para mí. Me traumatizó mucho observar que Michael Corleone se convirtiera en el siguiente «Don», porque parecía que era el único que podría escapar de esa tradición. Pero el peso de su apellido era muy grande.
En ‘Todo esto te daré’, ¿la Ribeira Sacra Galega adquiere el mismo protagonismo que Baztán en tu anterior trilogía? Igual que allí, ¿se puede considera también como un personaje más de la novela?
Ése era el propósito. Tanto Baztán como la Ribeira Sacra son los escenarios que a mí me gustan, territorios muy exigentes, casi hostiles, que te llevan a preguntarte cómo alguien se estableció a vivir en ellos. En este caso, Manuel Ortigosa descubre que su marido, Álvaro, ha estado viajando allí constantemente para hacerse cargo de los asuntos de su familia. En vez de marcharse, Manuel se queda porque Nogueira, el policía, y Lucas, el sacerdote, le arrancan un compromiso para que averigüe si Álvaro fue asesinado o no. Al correr las cortinas, Manuel descubrirá cómo es la familia de su marido, que siempre ha vivido como príncipes de la tierra, auténticos caciques, aprovechándose constantemente de todos los privilegios que les otorgaba su situación.
Has empleado como voz narrativa la tercera, igual que en la trilogía, ¿lo has hecho para resultar todavía más reconocible para tus lectores?
No, no, mi novela ‘Los privilegios del ángel’, que es anterior a ‘El guardián invisible’, está escrita en primera persona y se desarrolla en San Sebastián, pero ocurre que su protagonista es un personaje muy controvertido, con grandes sufrimientos y todo el mundo me decía que era yo, lo cual no era cierto en absoluto. Por eso he preferido utilizar la tercera persona.
Recordemos un poco a Amaia Salazar, a la que pronto conoceremos en el cine. Tú ya la habrás visto moverse ante tus ojos, ¿qué sensación te produce ver corporeizada a tu criatura, creada con tinta y papel?
La actriz escogida es Marta Etura y es cierto que no cuadra del todo con la descripción física del personaje, pero en Amaia Salazar lo importante es que trascienda al espectador todo el peso que ella guarda dentro y Etura tiene esa carga interior, ese fondo. La vi en Baztán durante el rodaje y hacerlo allí ha sido un gran acierto, porque es un territorio muy exigente. Durante la filmación han pasado frío, angustia, niebla, han conocido la zona in situ y han vivido el ambiente en sus propias carnes, algo que resultaba imprescindible.
Sé que tienes intención de que Amaia Salazar protagonice alguna novela nueva, ¿será una ampliación de la trilogía o un caso independiente?
Todavía no lo sé. Cuando encuentras un personaje con el que quieres seguir creo que es una bendición, pero es evidente que esta bendición no hubiera sido posible sin la colaboración de los lectores. Continuaré con Amaia, pero la trilogía se ha terminado. Lo que va a ocurrir ahora es que se convertirá en una serie, insisto, a petición de los lectores.
Y la última por hoy: ¿es la misma Dolores Redondo la que publicó ‘El guardián invisible’ que la que ha ganado el Premio Planeta con ‘Todo esto te daré’?
No, no soy la misma. Escribir significa estar creciendo continuamente, pero para hacerlo hay que ser consciente de que un escritor debe estar aprendiendo cada día, con cada frase, con cada palabra, con cada experiencia. Creo que ahora escribo mejor que antes.
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