No sé si esta carta verá la luz publicada; lo que sí está claro es que el sumo derecho, la suma injusticia, la trama de lo que pasa, de lo pasado, presente y futuro, sobre todo del presente que avanza, nos puede llevar a veces a reflexionar sobre la desobediencia civil. ¿Qué solución podemos buscar? No basta con indignarse, pues cuando ciertos mecanismos democráticos fallan en todo o en parte, o en definitiva no te benefician en casi nada, y sin embargo tú eres una hormiguita constante sosteniendo las arcas públicas, pero los servicios públicos funcionan a medias, ¿qué podemos pensar? Cuando alguien ha atentado con un delito hacia una persona, pero no hay justicia, o en tantos supuestos variopintos como el no hacer acerca de una obligación de algo, de un cargo en el poder, de denegación de una petición o permiso… Y tantas cuestiones ambivalentes nos pueden llevar a la idea utópica de la desobediencia civil, en tanto en cuanto esta sociedad distópica y divisora oprime nuestra libertad, o simplemente no nos deja ser o pensar como nosotros mismos. Cuando hay personas que cortocircuitan deseos, ilusiones o ponen zancadillas por mera conveniencia política, o se dictan a veces sentencias judiciales que bordean la ley y su espíritu o pueden ir contra legem, por mal camino vamos… Cuando cada vez estamos más controlados y sometidos por un poder oculto, un gran hermano, yo apelo a la desobediencia civil, porque hay algunas —bastantes— normas que no precisamente protegen la dignidad del ser humano o la naturaleza, sino que buscan una finalidad tal vez partidista o torticera. Las leyes no debieran hacerse para favorecer tal o cual desiderátum o programa político, sino que deberían ser normas integrativas e integradoras, que no otorguen privilegios. La carestía imparable de los precios, por ejemplo, quizás nos pueda llevar a la desobediencia civil, como el manejo de la guerra y de las armas por unos pocos. Si alguien de tiempos pasados, de algunos siglos atrás, despertara en este mundo moderno, ¿no pensaría en parte en huir y en que estamos un poco locos? La desobediencia no es anarquía ni desorden: es discrepar de forma no violenta y activa contra la media verdad y la injusticia, a pesar de recibir algunas bofetadas… El sistema político-social, a veces, no tolera a los críticos y disidentes. ¿Tal vez porque hay miedo a que la gente no se someta a sus consignas y a la desobediencia civil?
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