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Cuando las leyes se convierten en adorno, mandan los tanques, las bombas y los discursos vociferantes y, no es que estemos volviendo a los años treinta: es que algunos ni siquiera se molestaron en salir de ellos. La historia, burlona, nos guiña un ojo mientras repite los mismos trucos con distinto decorado.
El sin sentido en el ser humano lo ilustra una anécdota en la vida de Thomas Henry Huxley, discípulo destacado de Darwin. Huxley tenía prisa en coger el tren que le llevaría a la ciudad en la que tenía que dar una conferencia divulgadora de la filosofía evolucionista. En la recepción del hotel en que pernoctó dio al recepcionista el encargo que avisara a un taxista, tenía prisa, era urgente.
Hay temas enormemente complejos y desconocidos en gran parte. Uno de ellos es la responsabilidad de los actos. Los actos tienen consecuencias buenas y menos buenas. Empezaremos por un dicho, que oí hace tiempo del mundo del arte. Si la madre de Miguel Ángel no hubiese tenido un problema de lactancia, el bebé Migué Ángel no hubiese sido criado y amamantado por la mujer de un cantero.
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