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Autoritarios y retrógrados contra la Enmienda

Con sus tradicionales métodos de amedrentamiento a través de su aparato para-Fiscal, los dueños de la opinión de sus periodistas insisten en su empeño autoritario y retrógrado
Luis Agüero Wagner
viernes, 27 de enero de 2017, 00:18 h (CET)
Generó polémica por estos días la opinión de un parlamentario liberal en las redes sociales, quien calificó como “demócratas” en materia económica a Aldo Zuccolillo y Antonio J. Vierci, dos de los principales monopolizadores de la opinión periodística que imponen de manera dictatorial a sus asalariados.

Una prueba del pensamiento totalitario de estos empresarios, es la persecución que han intentado imponer contra los partidarios de la Enmienda de la Constitución para hacer posible la reelección presidencial en Paraguay. La Enmienda, como se sabe, es una herramienta legal y jurídica aceptada en los países considerados más democráticos en el orbe, la misma constitución de Estados unidos tiene veintisiete enmiendas.

Y conste que su documento original era producto de una mente brillante como la de Thomas Jefferson, y no de iletrados convencionales electos por lista sábana en un padrón donde aún votaban hasta los muertos.

Los detractores de la Enmienda están muy lejos de ser los paladines del orden constitucional que se pretenden.

Zuccolillo y Vierci son, en realidad, los principales impulsores de la división en estériles facciones dentro de la clase política paraguaya, siempre con la intención de imponer sus intereses a la voluntad del pueblo , suplantando el interés general por sus miras pequeñas y artificiosas. A través de operativos de prensa que encargan a sus empleados, acostumbraban dirigir la administración pública por mal concertados e intempestivos proyectos, de tal suerte a seguir acumulando una obscena fortuna en un país que ellos mismos intentan presentar a través de su propaganda interesada como estado fallido.

Cada vez se sabe mejor que ambos defienden los proyectos en los que pueden sacar jugosa tajada, pero atacan muchos otros que podrían ser beneficiosos, si no obtienen ganancias a través de sus múltiples empresas.

En el caso de Vierci, ha sido señalado también como responsable del azúcar que ingresa al país, de mala calidad y dañino para la salud de los consumidores. Su monopolio de supermercados fija precios a su antojo sin ningún control, sin que nadie pueda contravenir los dictados de su avaricia.

Ambos son enemigos de la estabilidad política porque acostumbran hacer triunfar a su antojo a diferentes facciones de manera alternativa, sin más principio ni interés que obtener todos los negocios lucrativos que pueda proveerle el grupo triunfante.

De esta manera, en lugar de que un gobierno pueda trazar planes consistentes y saludables para llevar al país por la senda del progreso, debe someterse al imperio del sistema de facciones alternativas impuesto por Zuccolillo y Vierci.

Ambos son responsables de que en el Paraguay sea imposible trazar planes a largo plazo, y de que nada sea estable, nada sea cierto, pues imponen sofismas variables de acuerdo a sus intereses, y el destino del pueblo queda sujeto a la variedad eternamente cambiante de las hipótesis y de las opiniones a la que echan mano según su conveniencia.

Ha llegado, pues, el momento que los líderes se rebelen contra el imperio de las facciones que estos inescrupulosos han impuesto, y en lugar de buscar aprovecharse de la artificial inclinación de ánimos que crean con su monopolio mediático, elevarse por encima de algo que pronto estará ruinas.

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Censura. No la juzgo como una práctica muy denostada en estos días. Por el contrario, se me antoja que tiene más adeptos de los que, a priori, pudiéramos presumir. Como muestra de ello, hay un sector de usuarios que están abandonando cierta red social para migrar a otra más homogénea, y no con el fin de huir de la censura, sino por la ausencia o supresión de la misma en la primera de ellas.

Vivimos agazapados sobre los detalles mínimos a nuestro alcance y llegamos a convencernos de que esa es la auténtica realidad. Convencidos o resignados, estamos instalados en esta polémica de manera permanente; no aparece el tono resolutivo por ninguna parte. Aunque miremos las mismas cosas, cada quien ve cosas con matices diferentes y la disyuntiva permanece abierta.

El nombramiento de Teresa Ribera huele que apesta, aunque el Partido Popular y el Gobierno han escenificado perfectamente su falso enfrentamiento. Dicen en mi tierra que entre hienas no se muerden cuando no conviene o, si lo prefieren, entre bomberos no se pisan la manguera. El caso es que el Gobierno y sus socios ya celebran por todo lo alto ese inútil e inesperado nombramiento.

 
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