El famoso cineasta estadounidense Ken Burns, varias veces ganador del Emmy, realizó en 1985 un brillante documental sobre el recordado Senador Huey Pierce Long, asesinado en Baton Rouge en poco claras circunstancias en 1935. El documental refresca la memoria sobre denuncias que había realizado Long, recordado en Paraguay por sus denuncias sobre motivaciones subyacentes de la guerra del Chaco, acerca de un complot para acabar con su vida poco antes de que se consume su asesinato.
El documental exhibe, en lo que se considera un sello de su realizador, impresiones y fotografías originales de publicaciones periodísticas de la época, donde se intenta ironizar sobre la denuncia de Long con caricaturas y comentarios satíricos publicados por la prensa. Lamentablemente, el complot sí existía y poco después el denunciante sería abatido por las balas cuyo origen sigue siendo controvertido hasta el día de hoy.
El entorno del presidente Horacio Cartes ha hecho recientemente denuncias parecidas, y de manera igualmente irresponsable, la prensa paraguaya ha intentado desacreditar las graves denuncias, dando base real al concepto de “Sicario mediático” que muchos consideran oficio inexistente.
Un error al introducir un miembro en un grupo de Whatsapp creado por la senador Desirée Masi, hizo que el chat de manera íntegra se encuentre hoy en poder de partidarios del presidente Cartes, incluyendo fotografías y mensajes de audio. En las conversaciones grupales en varias ocasiones los participantes hablan de asesinar al presidente de la república, de contratar sicarios, e incluso de un golpe de estado para que asuma el presidente del Congreso, Roberto Acevedo.
Precisamente Acevedo se ha visto envuelto en varios episodios de mutuas acusaciones e incluso atentados atribuidos a la mafia del narcotráfico de la zona fronteriza entre Paraguay y Brasil. Aunque gusta de presumir de adalid del combate al tráfico de estupefacientes, versiones periodísticas lo han relacionado siempre con la venta de armas, cigarrillos y drogas y con Fahd Jamil Georges, sindicado como autor del asesinato del periodista Santigao Leguizamón en 1991. En el año 2010 sobrevivió a un ataque de sicarios en el que muchos entrevieron una disputa entre bandas mafiosas rivales.
Un periodista de un medio tradicional, Cándido Figueredo, había denunciado que Acevedo le amenazó con enviarlo al mismo infierno. El banquero Hernán Arbizú, detenido en Argentina y extraditado a Estados Unidos por fraude bancario, robo de identidad agravado y fraude, acusó a Roberto Acevedo de estar involucrado en una “complicada” red de lavado de dinero proveniente del Narcotráfico. Arbizu, denunciado por sus mismos empleadores de JP Morgan, describió a Acevedo como un gangster que lo recibió rodeado de matones armados cuando estuvo en Paraguay.
Por si todo esto fuera poco, como enviando una señal al estilo de las leyendas en el mundo del hampa, el día que Acevedo asumía la presidencia del Congreso se perpetró el más espectacular homicidio de la historia paraguaya: el asesinato de Jorge Rafaat Toumani. El fallecido, emboscado por un verdadero ejército de pistoleros con armas de uso militar, también había anticipado que Acevedo soñaba con verlo muerto.
Por otra parte, es conocida la fortuna de dudoso origen que ostenta Acevedo, y que incluye al menos siete estaciones de servicio, comercios de cigarros en línea internacional, cuatro estancias, incontables vehículos y viviendas, además de medios de comunicación.
Curiosamente, la misma prensa que ha publicado y conoce hoy todos estos antecedentes, intenta desacreditar la denuncia, presentada por los partidarios del presidente Horacio Cartes, y de manera irresponsable la ridiculizan sin un pleno conocimiento de causa.
Hace pocos años, unos cineastas estadounidenses estrenaron el documental 61 bullets, donde intentan resolver las dudas que persisten sobre el polémico asesinato del Senador Long, perpetrado hace ochenta y dos años. Tal vez aquel homicidio hoy estaría resuelto, de no ser por la displicencia con que la prensa de la época desacreditó las denuncias sobre un complot que realizó el mismo Long.
Es de esperar que en las futuras ocho décadas, en Paraguay no tengamos que lamentar un magnicidio nunca resuelto, debido a la confusión que hoy se esfuerzan en crear los sicarios mediáticos nativos.
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