“Eso no puede pasar aquí” es el título de una novela donde Sinclair Lewis profetizó, según muchos analistas, el surgimiento de Donald Trump. La novela mencionada es una sátira política que muestra el Estados Unidos rural y provinciano que emerge tras el crac bursátil de 1929. La novela cuenta la historia del director de un periódico de Vermont y de su combate al candidato a la presidencia Buzz Windrip, quien detrás de un discurso populista y demagógico oculta su verdadera intención de fundar una dictadura totalitaria en Estados Unidos.
Aunque el protagonista, Doremus Jessup, es un director de diario con muchos vacíos morales, el triunfo en las elecciones del candidato que detesta lo transforma y le hace abandonar su pose de burgués acomodado y contemporizador, para convertirlo en un luchador con solidas convicciones morales. Una historia que conocemos bien los que de una u otra manera, nos relacionamos con el mundillo del periodismo en Paraguay.
El vacío moral de los amos de la prensa paraguaya se ha puesto en evidencia en las últimas semanas, con el descubrimiento de un complot para asesinar al presidente Horacio Cartes. Una de las cabezas visibles de la conjura es el senador Robert Acevedo, involucrado en varios oscuros episodios de sicariato. Un banquero argentino extraditado a Estados Unidos lo vinculó a narcotraficantes y lavado de dinero, periodistas lo denunciaron por amenazas de muerte, incluso en el año 2010 estuvo a punto de ser asesinado en un ajuste de cuentas de la mafia.
Sin embargo, para los amos y señores de la prensa, dueños de la opinión de sus periodistas, todo eso jamás sucedió aunque ellos mismos lo hayan publicado.
Pero hay más detalles que considerar en esta historia. Jorge Rafaat, presunto narcotraficante, murió en medio de una verdadera batalla entre dos bandas rivales de narcos que estalló en las calles de la fronteriza ciudad Pedro Juan Caballero. El tiroteo se produjo el mismo día en que Acevedo asumió la presidencia del Congreso. Rafaat había dicho justamente que Acevedo lo había amenazado y que soñaba con verlo muerto.
Un par de meses atrás, en un enfrentamiento entre la policía del Brasil y miembros del hampa, también fue abatido Jefferson Barbosa, el sicario que atentó contra Acevedo en el año 2010.
Además de historias de sicariato, Acevedo es conocido por su sospechosa fortuna, sus cuentas secretas y por jactarse mediáticamente de conocer a fondo los entretelones del negocio del narcotráfico y las disputas territoriales de la mafia fronteriza.
Se ha podido determinar que posee una cuenta en el banco BBVA de Zurich (Suiza), con el número 41.665 y otra cuenta bancaria en el Safra National Bank, de New York, donde cuenta con 720.150 dólares americanos.
Según Hernán Arbizu, preso en Estados Unidos, cuando viajó a Paraguay fue recibido a punta de pistola por Acevedo en el aeropuerto de Pedro Juan Caballero. Acevedo le reclamó una deuda de 2,8 millones de dólares, que logró restituir falsificando firmas y documentos de la cuenta del argentino Natalio Garber. Fue su último fraude bancario agravado por robo de identidad.
Garber descubrió el faltante y lo denuncio a JP Morgan, quien tomó medidas contra su ex empleado hoy preso al norte de la frontera donde Trump construirá su muro.
Un diputado del partido de gobierno asegura que Acevedo hizo fortuna en sociedad con Fahd Yamil, en el contrabando, tráfico de armas y las falsificaciones. Detalló además que poseen una fábrica clandestina de cigarrillos en el Alto Paraná.
El otro actor de la novela, Rafaat Toumani, recibió dieciséis balazos mientras Acevedo asumía la presidencia del Senado, en un atentado que muchos atribuyeron a un narco preso a la espera de su extradición al Brasil, Jarvis Chimenes Pavao. Un centenar de sicarios participaron del ataque, luciendo incluso un arma de guerra capaz de derribar aviones, una ametralladora calibre 50 de uso antiaéreo.
En setiembre pasado, los organismos de seguridad de Paraguay confirmaron que el mismo Pavao habría pagado cinco millones de dólares, para que un equipo de sicarios repita la operación que acabó con Rafaat, esta vez asesinando al presidente Horacio Cartes. Pavao fue presentado como un héroe por la prensa que manejan Zuccolillo y Vierci, en recientes entrevistas, y los complotados pensaban usarlo como testigo para derrocar al gobierno.
A pesar de que todos estos hechos están a la vista de los principales dueños de medios de comunicación tradicionales del Paraguay, Vierci y Zuccolillo, éstos insisten en que un atentado con sicarios para asesinar al presidente es absolutamente imposible.
Tal vez, como dijera Napoleón, se refugian en esa palabra por simple cobardía, o es la ignorancia de aquello que Sinclair Lewis profetizó en 1935 y acaba de cumplirse en el presente año 2017.
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