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El incierto futuro de Obama y Putin

Germán Gorráiz
Germán Gorráiz López
lunes, 26 de julio de 2010, 01:01 h (CET)
En EEUU, Obama comenzó su mandato bajo el signo de la “Obamamanía”, fenómeno sociológico que logrará que una persona sin experiencia ni ideario político conocido se convierta en icono de masas, insufle vientos de cambios y devuelva la ilusión y la esperanza a una sociedad americana hundida en la recesión, con lacerantes desigualdades sociales y una significativa erosión de su imagen en el mundo tras los sangrantes episodios de vulneración de los Derechos Humanos en Irak y Guantánamo.

Su principal reto será el estancamiento de la crisis económica, con una severa contracción del consumo interno ( uno de los tradicionales motores de la economía de EEUU ya que representa más de la mitad del PIB del país ,llegando las tasas de paro a niveles desconocidos desde la II Guerra Mundial y debiendo esperar al 2.011 para dar por finiquitada la crisis económica, no siendo descartables la reedición de los disturbios raciales del verano del 1.963

Asimismo, la decisión de Obama de desclasificar documentos secretos que involucran a la CIA en técnicas de interrogatorio basadas en la tortura física y psicológica le habría granjeado la peligrosa enemistad de la Troika formada por Rumsfeld, Hayden y Cheney, lo que aunado con la firma por Obama de una retirada progresiva de tropas de Afganistán (decisión que no será compartida por su vicepresidente Biden ), podría coadyuvar a la gestación de una trama endógena que reeditara el Magnicidio de Texas (Kennedy, 1.963).

Caso de consumarse el magnicidio, Joe Biden se vería obligado a asumir la Presidencia del País y a hacer cristalizar las iniciativas inconclusas de su predecesor en un posterior mandato presidencial , especialmente la Ley de Inmigración, Seguro de salud para los Ancianos y Pobres, Viviendas de bajo costo y Plan de Renovación urbana,( condenando de paso al ostracismo político a un Partido Republicano inmerso en luchas intestinas y lastrado por la nefasta gestión de sus antecesores) y el objetivo de su programa “Guerra contra la Pobreza” será construir una gran nación donde la igualdad de oportunidades y una alta calidad de vida sean el patrimonio de todos, aunque su mandato quedará presumiblemente marcado por la Guerra de Afganistán.

Posteriormente podríamos asistir a la pérdida progresiva del liderazgo mundial de EEUU al conjugarse el disparatado consumo energético con el estrangulamiento de la producción mundial de crudo y la ruptura del sistema de paridad de las divisas internacionales y la libre fluctuación de los mismos con la lógica devaluación del dólar y subsiguientes dificultades para financiar su desorbitante deuda exterior y el severo estancamiento económico posterior irá acompañado de la agudización de la fractura social, provocando frecuentes estallidos de violencia racial lo que aunado con sucesivos desastres naturales y catástrofes medio-ambientales coadyuvarán a la anunciada pérdida del papel hegemónico de EEUU tras el revés militar de la Guerra de Irak-Afganistán, regresando a escenarios ya olvidados de política exterior aislacionista y proteccionismo económico en el horizonte del 2018.

Mientras, en Rusia silenciando las voces y medios de comunicación disidentes mediante el miedo escénico, la asfixia económica, la incoación de arbitrarios expedientes por delitos fiscales y las vías expeditivas, Putin habría conseguido la desaparición de la oposición propia de los países democráticas y la instauración del oficialismo: doctrina política que conjuga las ideas expansionistas del nacionalismo ruso, las bendiciones de la todopoderosa Iglesia Ortodoxa, los impagables servicios del FSB ( sucesor del KGB) , la exuberante liquidez monetaria conseguida por las empresas energéticas ( GAZPROM).y parte del ideario jruschoviano.

Dicho ideario estaría simbolizado en un poder personalista autocrático al intentar reunir en su persona la Jefatura del Estado y la Presidencia del Partido, previa defenestración por Putin de la primitiva clase dominante proveniente de la época de Yeltsin (oligarcas: corrupta camarilla mafiosa equivalente a un miniestado dentro del Estado Ruso ya que el 36% de las grandes fortunas concentran en sus manos el equivalente al 25% del PIB) y su sustitución por sujetos de probada lealtad a su persona, sin veleidades políticas y con el único afán del lucro rápido aunado con la reducción del poder de los Gobernadores Regionales.

No obstante, no sería descartable el intento de un “Golpe de mano” del oficialismo ruso contra Putin antes de las Presidenciales del 2.012 pues las reformas para aligerar la Burocracia y sus fracasos en materia económica (los malos resultados agrícolas obligarían a la importación masiva de cereales lo que originaría una desbocada inflación que rondaría los dos dígitos), podrían hacerlo impopular en el partido y en la Administración y podrían debilitar el otrora poder omnímodo de Putin y permitir que se fraguara una conspiración alentada por oligarcas defenestrados por Putin y obligados a exiliarse en el extranjero para apartarlo del poder, siendo acusado de los mismos cargos con los que decapitó a la camarilla oligarca: abuso de poder, corrupción y delitos fiscales, siendo sustituido por Mendeiev.

Caso de ser finiquitado políticamente, asistiríamos a la reaparición de la Troika para evitar la acumulación de un poder autocrático y al regreso de la Doctrina Brézhnev (también llamada doctrina de la soberanía limitada), doctrina que instauró que Rusia tiene derecho a intervenir ( incluso militarmente) en asuntos internos de los países de su área de influencia y que conjugando hábilmente la ayuda a minorías étnicas rusas oprimidas, el chantaje energético, la amenaza nuclear disuasoria, la intervención militar quirúrgica, la desestabilización de gobiernos vecinos “non gratos” y el ahogamiento de la oposición política interna intentará situar bajo su órbita a la mayoría de los países desgajados de la extinta URSS y gestar la Nueva Gran Rusia en el horizonte del 2020, fruto del atavismo de la Gran Rusia de Pedro el Grande.

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