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Controladores aéreos

Ángel Ruiz Cediel
Ángel Ruiz Cediel
sábado, 7 de agosto de 2010, 08:11 h (CET)
El país, indignado por el agitador profesional, ministro de Fomento don José Blanco, se ha echado con inusitada ferocidad sobre el colectivo de los controladores aéreos, corriendo peligro ya de que cualquiera de ellos sea linchado por la turba en cualquier parque o en cualquier urbanización de España, en plan far west. Parece ser que su único pero imperdonable pecado es que cobran un salario que levanta envidias (unos 14000 euros mensuales), algo intolerable para las puristas conciencias patrias, las cuales parece ser que mayoritariamente desean que los trabajadores a sueldo –los antaño proletarios- cobren menos de mil euros por mes, sin pagas extras, sin derechos laborares, sin horarios de personas libres y con contratos eventuales de esos que inventó Felipe González “coyunturalmente” y que ha eternizado Zapatero, proyectándolos al infinito y metiendo el diente a los que tenían algunos intolerables derechillos conseguidos. Para el PSOE y los suyos, por lo que se ve, los trabajadores han de ser esclavos. Se obvia en esta malintencionada agitación, adempero, que los controladores aéreos tienen una formación exquisita, hablan uno o varios idiomas, su responsabilidad es enorme y no cobran sus salarios embozados o a punta de pistola, sino que son derechos conseguidos porque han sabido negociar y ser inteligentes. Es impúdica, cuando menos, la actitud de los que los critican.

Por mi parte, qué quiere que les diga, que me parece perfectamente que cobren esto y más si pueden. Lo que me parece intolerable de verdad es que no cobren cantidades semejantes cantidades (o aun mayores) los policías nacionales, sino que sean incluso discriminados como si valieran la mitad que los municipales; o los guardias civiles, que cada día se juegan el tipo por nosotros a cambio de un estipendio tan ridículo como insultante; o nuestros soldados, que se juegan la vida por placeres de algunos en infiernos donde no se nos ha perdido nada; o los trabajadores de la limpieza y la construcción, que una miseria soportan los rigores del invierno y el impiadoso calor del verano sin nadie que se preocupe por ellos; o los bomberos, hombres y mujeres admirables donde los haya, quienes son vilipendiados por sus autoridades y ninguneados en los recursos que los facilitan para realizar su imprescindible labor; o el personal sanitario, esos médicos maltratados por el Gobierno que cobran como si fueran poco menos que aprendices de comercio, pero que trabajan y se emplean en lo más sagrado: el mantenimiento de la vida.

No; no considero en absoluto que los controladores aéreos estén sobrepagados o que deban renunciar a ninguno de los derechos que han conquistado, perjudiquen a quien perjudiquen en sus huelgas, si es que llegaran a hacerlas. ¿Acaso no vivimos en un régimen capitalista?... ¿O es que, acaso, sólo pueden cobrar dignos estipendios ciertos… personajes (bastante menos memorables)?... La huelga es un derecho cuya fuerza –la única que tienen los trabajadores- precisamente radica en las incomodidades que causan a la sociedad en general, evidenciando con ello la importancia que tiene la labor que desempeñan. Es inmoral e indigno que haya quien critique este derecho conseguido en siglos de lucha y que ha costado ríos de sangre. Si realmente es cierto que pueden causas pérdidas de tantísimos millones a los sectores más importantes del país, ¿no será que su salario, en consecuencia, está más que sobradamente justificado, y aún es corto?... Por la boca muere el pez, y los mismos detractores, indirectamente y por ignorancia supina, están demostrando con evidencias que, efectivamente, merecen lo que cobran y mucho más, porque su labor, como queda visto y demostrado, es de vital importancia para la economía de toda España, por más que el colectivo lo conformen unos pocos.

Los que más me llama la atención de todo esto, sin embargo, es que, enganchados a la agitación gubernamental, sus mayores críticos se encuentran entre los opinadores ésos que arramplan con mucho más cada mes por soltar simplezas acá y allá (¿será que acaso ellos si pueden cobrar tanto y no quieren a nadie que los haga sombra?); y, cuando no, lo son los ministros ornamentales cuyo cargo obedece a burdas truculencias de partido, o miembros de ese partido que en su casa y en su gobierno tienen a ministr@s que han multiplicado problemas, cargos que cobran muchísimo más por no hacer absolutamente nada útil a favor de la sociedad y hasta ciertas otras que no está claro si ocupan el cargo por talento, por derecho suyo y muy suyo o por eso que tanto denostan públicamente las tales, que son las cosas del género y los glúteos. Todo esto, además de que la mayor parte de quienes tanto critican a los controladores en el Gobierno y periferia, han sido incapaces de acabar sus estudios, carecen de carrera, ignoran cualquier idioma extranjero y su único mérito es saber medrar en el partido y sus arrabales, aunque son verdaderos maestros en a colocar a miles y miles de amiguetes, colegas, parientes y conocidos como altos cargos públicos de designación directa con contratos multimillonarios a cargo del Erario, y más que bien blindados.

Desengañémonos, que si queremos cuestionar quién gana mucho, a lo mejor tendríamos que analizar a los miembr@s del mismo Gobierno, su Partido y en la periferia del mismo (por allá por Benidorm y tal), que lo mismo sale mucha gentecilla que se iba a quedar en el paro o en lugar más fresco; y tendríamos que hablar de los futbolistas, los seleccionados de la Roja, los frikis televisivos, la inmoral banca, los especuladores en bolsa, etcétera. No; mejor no meneallo, que ni el Rey, siquiera, saldría bien parado.

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En la observación de la Naturaleza detectamos la sencillez entrelazada con la espontaneidad y la complejidad constitutiva sirve de base sustentadora. Tratamos con una adaptación genuina entre los recursos y la vitalidad de los diversos elementos. De resultados tan vistosos como ejemplares para nuestras maneras de ver las cosas.

 
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