Juan Antonio Aznar/ Cartagena
El FC Cartagena ha afrontado su segunda temporada en Segunda con la obsesión de evitar el que muchos han denominado como “mal del segundo año”, por el cual todo equipo recién ascendido a la categoría de plata, que completa una gran campaña en su estreno -pero no alcanza la Primera División- está condenado a volver a las catacumbas de la Segunda B al año siguiente.
Sin embargo, aunque ése debiera ser el objetivo racional y políticamente correcto -“tenemos que consolidarnos” “lo importante es no volver a Segunda B y seguir creciendo como entidad” etc.- ha resultado inevitable que, tras estar a punto de ascender el año pasado, y para justificar una innecesaria subida en el precio de los abonos, desde el club se haya proclamado abierta –e inconscientemente- que el objetivo es estar el año venidero en Primera División.
La consecuencia más inmediata de esto es que una parte del entorno a la que, por otro lado, tampoco le hacían falta demasiadas excusas, se ha tornado algo –quizás demasiado- exigente y, al contrario que el año pasado, esta vez, las expectativas están jugando en contra del equipo y de un técnico, Juan Ignacio Martínez, cuyas decisiones, en determinados momentos del final de la temporada pasada, le han valido un considerable –aunque no mayoritario- número de detractores predispuestos a dejarse oír a poco que las cosas vayan medio regular.
Lo cierto y verdad es que, según todo el mundo, la plantilla de este año, por nombres, es más completa que la del año pasado. El problema, por lo visto hasta ahora, viene derivado de que muchos de los futbolistas que el pasado ejercicio rindieron a un excelente nivel –caso de Lafuente, Víctor o Longás- este año parecen estar un peldaño por debajo de su potencial, lo que unido a los continuos cambios en una defensa atacada por el virus de las lesiones y las dudas en una portería en la que ya no está Rubén, explican, en buena medida, la irregular marcha del equipo en este inicio liguero.
No conviene, por tanto, ponerse demasiado nerviosos y la afición del Cartagena, soberana pero aún inexperta –un 60% de los abonados no habían ido al campo en su vida hace tres años- tal vez debiera entender de las dificultades de esta categoría en la que clubes con mucho mayor potencial, recursos y urgencias históricas que el Efesé, no andan, que digamos, mucho mejor.
La temporada es muy larga, esto acaba de empezar y en la plantilla hay el talento suficiente para brindar, si se tiene paciencia, otro gran año a la parroquia blanquinegra. Mientras tanto la consigna debería ser disfrutar de todo lo bueno, que también lo hay. Y si no que levante la mano el que no se haya puesto en pie con las internadas de Keko, los goles de Toché y las carreras de Botelho o, simplemente, no se alegre viendo a tanto niño pequeño ataviado con la blanquinegra por las calles de Cartagena.
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