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Hay tres razones por las que una persona está dispuesta a ir a la guerra. La religión siempre ha sido la primera desde tiempos inmemoriales. Al margen de la opinión que pudiera tener cualquier forma de Dios, siempre ha habido algún intérprete de la voluntad divina en la tierra, dispuesto a apoyar la violencia contra los “infieles”.
La mano que firmó la paz en la guerra alcanzó fama y prestigio mundial. La mano firmó la paz en Palestina. También en Ucrania. Porque no es una mano cualquiera. Es una parte del cuerpo importante. Miles de personas en las redes intentaron copiar la firma del tratado. La mano de la paz recorrió el planeta. Dio conferencias desde Shanghái hasta Montevideo. Estuvo en todos los programas de máxima audiencia. Tuvo que enseñar la firma de los tratados en todas las cadenas.
Estamos viviendo un “Año jubilar”, año de la verdad, que nos hará libres y no al revés. No basta tener madera de santo, ser buenecillos; hay que negarse, tomar la cruz, cada día la de cada uno. “Militia es vita hominis super terra”, duro combate, pero con Dios será victoria siempre. Tú sabes más Señor, me conoces y me amas más que yo a mí. Dios sabe más. Y María está en nuestro camino, nunca solos.
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