Cuenta la historia china que al culminar el siglo XIX, desolado por el avance de la dominación imperialista occidental sobre su país tras las guerras del opio, el letrado Kang Yeu-uei escribió al joven emperador Kuang Siu: “Estamos amenazados de seguir el mismo destino de la India, Egipto y Turquía. No tenemos tropas, ni armas, ni municiones. ¡Ferrocarriles, comercio, bancos, aduanas, nada es nuestro, nada! Aunque parezca que aún existimos, en realidad es como si no existiéramos”.
Una carta parecida podríamos escribir hoy sobre el Paraguay del cura Fernando Lugo, fraudulento adalid de la soberanía, donde la mayoría de las secretarías del estado han caído en manos de personeros de la embajada norteamericana de Asunción, cuyas agencias ya manejan la prensa, las fuerzas armadas, la policía y hasta el ministerio público del país.
En este contexto, los paraguayos han visto durante el presente gobierno deteriorarse progresivamente la situación de los derechos humanos, mientras el ministro del interior se sumerge en el tráfico de armas y otros negocios con los herederos colombianos de Alvaro Uribe.
Para colmo de males, la prensa al servicio de la embajada norteamericana no ha hecho otra cosa que desinformar intentando satanizar a los mismos luchadores por los Derechos Humanos.
En las entrañas del monstruo
Decía el historiador argentino José María Rosa que la lucha contra los imperios es como el yudo japonés: el pequeño, para vencer, necesariamente debe valerse de la fuerza del grande.
José Martí, el Héroe Nacional cubano, escribió el 18 de mayo de 1895, un día antes de su caída en combate por la independencia de la Isla, una carta inconclusa a su entrañable amigo mexicano Manuel Mercado, considerada su testamento político, donde argumentaba su antimperialismo y su lucha por “impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.
De aquella memorable carta se recuerda con frecuencia el párrafo en el que advertía: “Viví en el monstruo, y le conozco las entrañas:—y mi honda es la de David.”
Precisamente las “entrañas del monstruo” ( Washington D.C.,) fueron escenario del 140º periodo ordinario de sesiones de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (C.I.D.H.), en el cual, se realizó una Audiencia sobre la situación de “seguridad ciudadana y derechos humanos” en Paraguay. La Coordinadora de Derechos Humanos del Paraguay (Co.De.Hu.PY) fue el organismo de DD.HH. denunciante ante la C.I.D.H.
El descargo, fue perpetrado por el Ministro del Interior Rafael Filizzola, calificado por activistas de los Derechos Humanos como “ Represor, pro yanqui, y el filo colombiano”, A propósito, esta circular informativa de CODEHUPY.
CIDH deploró la estigmatización de defensores/as de DDHH
CIDH recibió información sobre prácticas de torturas e impunidad en Paraguay
Al término de su 140° periodo de sesiones, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitió un comunicado en el que resalta los principales aspectos abordados. Con relación a Paraguay manifestó que recibió información sobre los persistentes casos de tortura y la estigmatización de los defensores y defensoras de derechos humanos.
Las sesiones de la CIDH se realizaron entre el 25 de octubre y el 5 de noviembre de 2010. Al finalizar las mismas dieron a conocer el comunicado de prensa Nº 109/10 y un anexo al mismo donde dan cuenta de las principales informaciones recibidas, en el marco de las mismas. Manifestó que “Las audiencias y los informes reflejan algunos de los problemas estructurales en materia de derechos humanos que aún persisten en la región. Se refieren al respeto al derecho a la vida y la integridad personal, las garantías del debido proceso y la protección judicial…”.
Con relación a la audiencia sobre seguridad ciudadana y derechos humanos, que fue solicitada por la Codehupy manifestó que “recibió información sobre la situación de impunidad que caracteriza las violaciones de derechos humanos que se registran en ese país, y sobre la práctica de la tortura en centros carcelarios y en comisarías”.
Situación de defensores y defensoras de DDHH
La CIDH dedicó un apartado al análisis de la situación de los defensores y defensoras de derechos humanos, así como las garantías para el ejercicio de este trabajo. En este sentido, manifestó que recibió información sobre la “grave situación de las defensoras y defensores en diversos países”, entre los que se encuentra Paraguay.
Menciona igualmente que “autoridades estatales continúan usando expresiones que tienden a deslegitimar la labor de las organizaciones defensoras de derechos humanos o de sus miembros y que llegan incluso a estigmatizarlas como colaboradoras de agrupaciones armadas al margen de la ley, grupos terroristas o como organizaciones que tienen como fin la desestabilización del Estado”.
Con relación a esta situación, la CIDH expresó que “resultan de especial preocupación los efectos que dichas expresiones pueden generar en la protección de la integridad física y mental de defensoras y defensores de derechos humanos”.
Igualmente, la CIDH deploró “las situaciones que se presentaron durante el año 2010 en las cuales personas que acudieron a audiencias de la CIDH han sido víctimas de acciones de descrédito en sus países, en ocasiones por parte de autoridades de Gobierno. A través de este tipo de declaraciones se pone en riesgo la seguridad de las personas que acuden a la Comisión Interamericana, al tiempo que se genera un ambiente nocivo para el trabajo de defensores y defensoras de derechos humanos en el país”.
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