La novela finalista, ‘El tiempo mientras tanto’, narra la desafortunada relación entre una madre y su hija y el diálogo que se establece entre ellas a partir del momento en que María José sufre un accidente, entra en estado de coma y su madre siente la necesidad de recuperar el tiempo perdido. La novela habla del sentido de la vida, una vida que se precipita por un terraplén sin freno posible y de las segundas oportunidades, que siempre aparecen en momentos inesperados. ‘El tiempo mientras tanto’ es una novela de personajes, de cómo cada uno de ellos vive la historia y de su relación con los demás.
Carmen Amoraga junto al también escritor, Eduardo Mendoza.
Herme Cerezo / SIGLO XXI
Carmen Amoraga, escritora: "Valencia, como escenario de una novela, es tan válida como cualquier otra ciudad"
La novela finalista, ‘El tiempo mientras tanto’, narra la desafortunada relación entre una madre y su hija y el diálogo que se establece entre ellas a partir del momento en que María José sufre un accidente, entra en estado de coma y su madre siente la necesidad de recuperar el tiempo perdido. La novela habla del sentido de la vida, una vida que se precipita por un terraplén sin freno posible y de las segundas oportunidades, que siempre aparecen en momentos inesperados. ‘El tiempo mientras tanto’ es una novela de personajes, de cómo cada uno de ellos vive la historia y de su relación con los demás.
Periodista, escritora, tertuliana, jefa de prensa, madre, concejala, ¿te queda tiempo para escribir...y para dormir?
Escribo no sé cuando, pero lo hago y lo he hecho. Ésta es la prueba -señala su novela con una sonrisa-. La verdad es que he tenido mucha ayuda porque la tata, que cuida a mi hija, y mi madre me permiten hacerlo. Y sí, sí que duermo.
Dentro de la escritura, ¿en qué registro te mueves más a gusto?
Es difícil de decidir porque es como si tuviera que elegir entre comer y beber. Son dos ocupaciones vocacionales que, a aveces, me cuesta llamarles trabajo. Si tuviera que quedarme con una sería escribir novelas, porque creo que es lo que hago mejor, pero sin desdeñar todo lo demás.
¿Es cierto que la noticia de tu premio no le ha sentado demasiado bien a alguien?
Mira, hay personas que tienen un techo muy bajo en esta vida y cuando alguien supera ese nivel le sabe mal. Pero este premio me ha servido, sobre todo, para darme cuenta de que hay mucha gente buena a mi alrededor que se ha alegrado con lo que me ha ocurrido.
¿Cuál es la primera imagen, el flash, que desencadena la escritura de ‘El tiempo mientras tanto’?
No fue una imagen, fue un pensamiento. Estaba embarazada y me puse a pensar cómo me gustaría que fuese mi relación con mi hija. Pensé que querría que fuera como la mía con mis padres, que no son mis amigos, porque yo creo que no han de serlo, pero siempre me han ofrecido su cariño y su presencia, nunca me ha faltado ni su apoyo, ni su aliento. Entonces me planteé que aunque fuera igual que mi relación con ellos, mi hija no podría saber cómo había sido la vida de su madre, o sea, la mía, antes de su nacimiento, porque es imposible. Di un paso más e imaginé que si esto era así, en caso de que se llevaran mal, la cosa sería horrible y de ahí surgió todo.
Aunque existen, las relaciones difíciles entre madre e hija no son demasiado frecuentes, ¿no?
En mis novelas, normalmente, las madres no tienen una buena relación con sus hijas. Yo quería que tuvieran una relación enfrentada, sobre todo porque ambas, sin saberlo, se parecen mucho entre sí. La madre es una mujer como muchas que nos encontramos por la calle, una señora amargada de esas que cuando te saludan parece que te están dando una bofetada.
En la novela, la relación está tan degradada que a la madre se le ha olvidado cómo hablarle a su hija.
Sí, a la madre le cuesta hablarle incluso a un cuerpo inmóvil, pero justo en ese instante es cuando las dos rompen su silencio, es cuando ella, de alguna manera, le cuenta a su hija lo que piensa y cuando María José hace lo propio aunque sea en silencio, porque está en coma, pero no muerta. Este diálogo permite que se conozcan un poco mejor, que reflexionen sobre sí mismas.
Desde pequeña, María José gozaba de mala salud, en cierto sentido parecía encaminada hacia un final trágico de su vida, ¿tu obra está basada en un hecho real?
Lo cierto es que María José, la protagonista, no tuvo suerte en la vida, como a mucha gente le ocurre. La novela no está basada en un hecho real concreto, sino en muchos hechos reales, como son los casos de Sonia, fallecida en un accidente de moto, o de Goumba, un senegalés tetrapléjico. Por supuesto, los nombres están cambiados.
En el libro, un sacerdote dice: "La diferencia entre la vida y la muerte es más difusa de lo que uno cree", ¿es así en la realidad?
¿Cuándo muere María José realmente? A veces estar muerto o no sólo es cuestión de terminología médica. Cuando tienes muchos sueños en la vida vas rindiéndote, vas muriendo poco a poco, pero tienes que reinvertarte para seguir viviendo.
‘El tiempo mientras tanto’ también es un canto de esperanza, un canto a las segundas oportunidades.
Yo creo firmemente en las segundas oportunidades, reivindico el error como método de aprendizaje en la vida.
La novela se ubica en tu tierra, en Valencia
Me gusta mucho que una novela mía me genere a mí misma empatía como lectora. Efectivamente sale Valencia, El Perelló y el Hotel Astoria donde estamos ahora. Reivindico esta ciudad como escenario literario, porque es tan válida como Madrid, Barcelona, Londres o Nueva York.
Presentaste la novela al concurso bajo el seudónimo de Lord Jim, ¿por qué?
Lord Jim es el nombre de mi perro y le puse este nombre porque el primer día que llego a mi casa devoró esta novela completa. Me gustó y lo escogí como seudónimo.
¿El Planeta que vemos o intuimos desde fuera es muy distinto del Planeta real?
Ya había estado en la gala del Planeta en otras ediciones como periodista cubriendo el evento y la verdad es que se pasa bien. Acudí a la cena sabiendo ya que era finalista, lo supe esa misma tarde, y estuve muy tranquila todo el tiempo porque, además, te tratan fenomenal.
Terminamos. He leído por ahí que soñabas con ser finalista del Planeta, no su ganadora. Ya lo has conseguido, ¿qué viene ahora?
Cuando no podía dormir, soñaba despierta que era finalista, porque soy muy imaginativa. Creo que la carrera de escritor es muy larga y a mí no me gusta correr. Después del Planeta no viene nada, seguir escribiendo como lo he hecho siempre. Lo que ha cambiado es que desde el 15 de octubre soy consciente de que puedo ganarme la vida con ello y que, además, creo que cuento con el respaldo de una gran editorial.
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