En una visita reciente al campo de concentración de Auschwitz, las crónicas periodísticas atribuyeron a Joseph Ratzinger haber pronunciado la pregunta: ¿Por qué permitiste esto, Señor?
La pregunta encerraba un cinismo considerable, sobre todo si se tiene en cuenta todo lo que la fe católica había hecho a los judíos durante los trece siglos anteriores, y los antecedentes personales de su santidad.
La capacidad de aggiornarse del pontífice, un ex militante de las juventudes hitlerianas, solo puede compararse a la de los seguidores del caudillo de España por la gracia de Dios Francisco Franco, o a la de los del dictador neo nazi Alfredo Stroessner, quienes fenecidos sus respectivos regímenes lograron aparecer como fervientes demócratas en el nuevo escenario.
Así como la historia la escriben los vencedores, la intrahistoria de muchos siempre les dicta aparecer en ese bando en los relatos, tal es así que la santa madre de Roma olvidó muchas veces su papel durante el III Reich. Fue fácil olvidar que el obispo castrense Rarkowski ensalzaba a Hitler como “custodio y acrecentador del reich”, o que el obispo Berning de Osnabruck le dedicó uno de sus libros en “signo de mi veneración”. El obispo Hudal le dedicó su libro “Nacionalsocialismo e iglesia” a Hitler, a quien calificaba en la dedicatoria como “el Sigfrido de la esperanza y la grandeza alemanas”. Al final de la guerra, ayudó a fugarse a Brasil a F. Sangel, acusado de cuatrocientos mil asesinatos en Treblinka.
La lista sería interminable si se citaran a todos los especímenes, pero en esta breve reseña no puede faltar el cardenal Faulhaber, “el león de Munich”, que tras el fallido atentado contra Hitler en julio de 1944 ofreció una misa solemne en acción de gracias en la iglesia de Nuestra Señora de Munich y junto con todos los obispos de Bavaria mandó una carta al dictador felicitándole por haberse salvado.
Quienes creen que las alianzas de autoritarios de derecha e incluso de izquierda con jerarcas católicos pertenecen al pasado, deberían echar una mirada al sur del continente americano. Alianzas del mismo cuño hoy parecen volver a la moda en Paraguay, bajo el gobierno del cura Fernando Lugo y su izquierda clerofascista.
Las simpatías del cura Fernando Lugo por la tradición autoritaria del Paraguay quedó de manifiesto muy pronto, así como sus verdaderas filiaciones.
A poco de asumir, acudió a rendir homenaje al dictador nazi-fascista que impuso en Paraguay la dictadura al servicio de Washington, en 1940. El homenaje se reeditó hace unos meses, cuando el cura presidente Fernando Lugo junto con el vicepresidente Federico Franco, acompañados de autoridades castrenses y del Ejecutivo, depositaron en la mañana del 7 de septiembre una ofrenda floral en conmemoración del 70 aniversario del fallecimiento del Dictador Nazi Fascista José Félix Estigarribia. El acto se realizó en el Panteón Nacional de los Héroes.
José Félix Estigarribia, el dictador que el 18 de febrero promovió un autogolpe disolviendo el Congreso, es recordado en la historia paraguaya por haber impuesto una constitución totalitaria que sentó las bases para las dictaduras de Higinio Morínigo y Alfredo Stroessner.
Pocas semanas después, el oficialismo luguista avanzó en sus objetivos de un pacto con el ala neo nazi del parlamento paraguayo, encabezado por el general retirado Lino Oviedo, hasta concretar los contubernios hace una semana.
"Hoy el golpista Lino Oviedo está con Fernando Lugo, siempre estuvo" dice un titular de prensa citando al ex uniformado, en tanto los supuestos marxistas de Tekojoja (grupo gestado en las oficinas de USAID) hablan de una “alianza coyuntural” con quien por mucho tiempo tildaron de asesino y narcotraficante, matón temible, amenaza militarista y fascista y culpable de la muerte de “los jóvenes en la plaza” durante el marzo de 1999.
Oviedo reconoció coincidencias con Lugo y los contubernios en el Parlamento fueron una muestra fehaciente en la semana pasada.
"Si seguimos así va a poder gobernar y podrá hacer todas las reformas. Tiene mayorías y hasta juicio politico podrá hacer a quien quiera. Le costó dos años y meses" entenderlo, dijo exultante el ex jefe militar, que está dispuesto a crear una nueva mayoría en el Congreso, aportando el voto de sus legisladores para contrarrestar la acción opositora al gobierno del cura.
Lugo y Oviedo, Ratzinger y Hitler: Dios los cría y ellos se juntan, y no hay nada que agregar.
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