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Hablando con un jubilado

Tomás Salinas
Tomás Salinas
miércoles, 15 de diciembre de 2010, 07:57 h (CET)
Les cuento una historia. Tengo un buen amigo, septuagenario el hombre, que anda muy preocupado por el futuro inmediato. Su único delito ha sido trabajar como un burro toda su vida como autónomo y ahora pasa con lo justo. Le he dicho a Paco, que así se llama el caballero, que lo que tiene que hacer es gozar las fiestas a tope, no privarse de los manjares que con su miserable pensión se pueda permitir. Hay que comerse hasta las piedras y beberse el Nilo, que lo que va delante, va delante. Él me ha contestado que de excesos, nada de nada, que si el colesterol, la tensión, la próstata y los huesos. Que si se pasa mucho, acabaría en el hoyo. Que si lo que yo quería era librarme de su amistad. Nos hemos mirado, se ha reído con ganas y se ha desahogado, no sin antes acordarse de la madre de más de uno.

“El año se acaba y 2011 va a ser distinto, muy distinto. Pero no por mejorar, no. Más bien por lo que se me viene encima. Cobrar lo mismo o, si me apuras, menos, para enfrentarme a una supervivencia cada día más cara en lo primario. Que no hablo de lujos, Tomás. Que hablo de lo fundamental.

De entrada, la luz me va a pegar un pepinazo en los riñones; con la excusa de ayudar al carbón hay que sacar la pasta de otra fuente energética. Será por aquello de que la energía ni se crea ni se destruye, solo se transforma…en incrementos en los costes para el consumidor. Como el recibo del butano, que subirá, subirá, que tenemos un follón montado con Argelia del que no se habla, pero que está ahí, al acecho. Y con la luz y el gas, todo lo demás. Carburantes y transportes colaborarán a encarecer el precio de los productos básicos, de tal forma que alimentarse, que no comer, será una quimera. ¿Y entonces, qué? Tendré que ponerme a régimen por decreto, que el puñetero Gobierno se ha empeñado en cuidar por mi salud. ¿Verduritas? Planto una tomatera en el balcón y con eso, y las hojas de los geranios, salen unas ensaladas cantidad de nutritivas y saludables. El pescado, congelado, que es más barato y encima no tiene el parásito ése que te deja baldado. Carne, de ave: la escopeta de balines y a matar palomas. Y fruta, sin problemas. Un viaje nocturno a la huerta y tres bolsas llenas. Eso o ponerme en la cola de los contenedores, que siempre cae algo.
Mira lo que te digo, de seguir así, ellos condecorándose con medallas y garantizándose un retiro millonario, y nosotros cada día que pasa más miserables y más pobres, el sistema tiene que reventar. Pero no porque los jóvenes se movilicen o porque vosotros, esclavos de la hipoteca y el consumo , le echéis valor al asunto. Ni tampoco porque los viejos nos tiremos a la calle a pelear por lo que los demás no os atrevéis. Por nada de esto. Se destruirá, se romperá porque llegará el día en que no quede ya para nadie, ni tan siquiera para ellos. La teta se secará, no dará más leche.”

A todo esto yo le he contestado que por eso quiero que disfrute lo que pueda, que para ver lo que nos espera, pues casi que mejor irse al otro barrio. Nos hemos mirado de nuevo y, ahora, por no llorar, nos hemos partido de risa.

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Censura. No la juzgo como una práctica muy denostada en estos días. Por el contrario, se me antoja que tiene más adeptos de los que, a priori, pudiéramos presumir. Como muestra de ello, hay un sector de usuarios que están abandonando cierta red social para migrar a otra más homogénea, y no con el fin de huir de la censura, sino por la ausencia o supresión de la misma en la primera de ellas.

Vivimos agazapados sobre los detalles mínimos a nuestro alcance y llegamos a convencernos de que esa es la auténtica realidad. Convencidos o resignados, estamos instalados en esta polémica de manera permanente; no aparece el tono resolutivo por ninguna parte. Aunque miremos las mismas cosas, cada quien ve cosas con matices diferentes y la disyuntiva permanece abierta.

El nombramiento de Teresa Ribera huele que apesta, aunque el Partido Popular y el Gobierno han escenificado perfectamente su falso enfrentamiento. Dicen en mi tierra que entre hienas no se muerden cuando no conviene o, si lo prefieren, entre bomberos no se pisan la manguera. El caso es que el Gobierno y sus socios ya celebran por todo lo alto ese inútil e inesperado nombramiento.

 
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