BOSTON - Algunos Republicanos están exultantes presumiendo del censo de 2010, pero cualquier avance en estados Republicanos que hagan va a depender de dos importantes condicionantes: de que la formación se someta a una conversión religiosa virtual y apoye a los inmigrantes, o de que se ponga a negociar repartos electorales como una loca.
La mayoría de las informaciones aparecidas esta semana a tenor de las nuevas cifras demográficas subestiman el tamaño del impacto de los inmigrantes. Si añade sus hijos nacidos en suelo estadounidense, los inmigrantes suponen las tres cuartas partes enteras del crecimiento de la población de la nación durante la última década, y no algo menos de la mitad difundida de forma generalizada, apoyada en la computación de los oriundos de fuera exclusivamente llevada a cabo en el estudio paralelo American Community Survey 2009 recabado por la Oficina del Censo.
El impacto es aún mayor en muchos de esos estados de alineamiento Republicano del oeste y el sur que son los que más crecieron y reciben más escaños legislativos. En Texas, el principal ganador con cuatro escaños, el 85% del crecimiento de la población se debió a minorías, según Kenneth Johnson, demógrafo de la Universidad de New Hampshire.
Y como sabemos de los sondeos y de las últimas elecciones, los inmigrantes y su descendencia reciente no ven con muy buenos ojos a los Republicanos. El partido, en su intento feroz de deportar a los inmigrantes en situación irregular, ha atemorizado a todos los grupos inmigrantes no blancos, generando acusados resentimientos.
El acto egregio más reciente fue el homicidio de la ley DREAM a manos de los Republicanos del Senado. La medida se concibió para ser la parte más aceptable de la reforma de la inmigración porque beneficiaba a los estudiantes de la educación superior y a los jóvenes dispuestos a alistarse en el ejército.
El énfasis del debate político se había hecho en los hispanos -- que suponen alrededor del 16% de la población -- pero los estadounidenses de origen asiático son casi el 5% y están impulsando igual la reforma de la inmigración, como los colectivos no sajones más reducidos procedentes de África, el Caribe y Oriente Próximo.
Sería maravilloso que los Republicanos vieran la luz y trataran de incorporar a estos estadounidenses nuevos, que en general son social conservadores. Pero el trámite de la DREAM y las campañas nativistas de las legislativas sugieren que hará falta primero un milagro.
Puesto que muchos inmigrantes aún no votan, el partido podría ser capaz de capear los comicios de 2012 ganándose a los varones blancos mayores, el grueso de su electorado. Pero es una estrategia perdedora a largo plazo, y podría no funcionar tampoco a corto plazo.
Las predicciones de 2012 dependen de cómo se interpreten los resultados de noviembre. Según la encuesta nacional a pie de urna, los latinos votaron a los Demócratas en noviembre 60 a 38, una brecha significativa, pero sorteable si se logra un buen trozo del voto blanco mayor, como hicieron los Republicanos.
Pero el sondeo, que no está diseñado para medir votos en función de raza o colectivo étnico, ha computado históricamente a la baja a los negros y los hispanos, según estudios académicos. La cuestión es cuánto. Latino Decisions, una empresa de sondeos centrada en los hispanos, estima en un estudio postelectoral que los latinos optaron por los Demócratas 71 a 29 en los ocho estados de mayor población latina. En los comicios a la gobernación y el Senado claves de Texas, Arizona, Colorado y Nevada -- todos grandes ganadores en el censo -- Latino Decisions apuntaba que los hispanos se decantaron por los Demócratas entre el 77% y el 90%.
Esa enorme brecha, por ejemplo, ayudaría a explicar la inesperada victoria en Nevada del Senador Demócrata Harry Reid que pasaron por alto los sondeos tradicionales. Nevada registró el índice de crecimiento de la población más alto de todos los estados.
Esto significa que los Republicanos van a tener que lograr avances aún mayores entre los blancos en 2012. Es más fácil recurrir al truco electoral llamado negociación de distritos, una práctica que suscriben las dos formaciones.
Los Republicanos controlan las Legislaturas de seis de los ocho estados que añaden escaños en la Cámara y en siete de los 10 que los pierden. La formación tiene garantizado valerse de esa influencia para volver a diseñar los distritos de forma favorable al Partido Republicano. Pero en esta cuestión están limitados por la Ley de Registro Electoral de 1965, que prohíbe prácticas electorales discriminatorias para las minorías. A causa de discriminaciones pasadas, todos o parte de los cinco estados que ganan escaños -- Arizona, Florida, Georgia, Carolina del Sur y Texas - tienen que ver aprobados con antelación sus cambios por el Departamento de Justicia de Obama.
Aun así, los Republicanos de Texas, por ejemplo, imaginan poder diseñar distritos electorales Republicanos garantizados en el caso de dos de sus cuatro escaños nuevos. La trifulca legal va a ser épica. Los inmigrantes van a preguntarse a qué tipo de democracia han llegado.
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