Cuenta la historia que de entre todos los Borgia que llegaron a Roma de la mano de Calixto III, ninguno aprovechó mejor sus privilegios que el sobrino del Papa, Rodrigo Borgia. Elevado a la categoría de Cardenal, tras servir a cinco papas, en 1492 él mismo fue elegido pontífice con el nombre de Alejandro VI.
Ello no implicó renunciar jamás a la vida mundana, pues antes de representar a Dios en la Tierra tuvo el ímpetu suficiento no sólo para engendrar cinco hijos - Pedro Luis, Juan, César, Lucrecia y Giufro-, sino también de reconocerlos como legítimos merced a una bula que le concedió el entonces Papa Sixto IV.
Con el advenimiento de la podredumbre y escoria de la iglesia católica a la política paraguaya, de la mano del cura con hijos Fernando Lugo, los tiempos de los Borgia parecen estar reeditándose en Paraguay bajo la alegre pornocracia arzobispal.
Otro cura abusador en la arena
El caso de otro cura político, candidatado por el Pmas aprovechándose de la influencia de la iglesia católica en el Paraguay, sacude con un escándalo desde los medios al pais.
Se trata del intendente candidatado por Camilo Soares y Rocío Casco, también íntimos de Fernando Lugo, Celso Ovelar, hoy señalado como abusador de una mujer indígena a quien dio un hijo siendo sacerdote.
El intendente de San Lázaro, Celso Ovelar, reconoció ayer la paternidad de un niño que nació de la unión con una joven indígena, cuando aún era sacerdote.
La madre de la criatura, Petrona Sánchez, de 23 años, recibirá una pensión y una motocicleta para retomar sus estudios primarios. Petrona, quien es hija del cacique de la comunidad Guana Río Apa, se había acercado al entonces cura por una ayuda espiritual tras la muerte de su madre, y acabó siendo abusada.
El cura Fernando Lugo, por su parte, ha reconocido un hijo con Viviana Carrillo y está en trámite el reconocimiento de más hijos engendrados durante su disipada vida, en la que las normas de su iglesia le importaron un bledo. Se sabe de millonarias sumas de dinero invertidas en acallar a sus ex amantes, algunas de las cuales recibieron hasta viviendas en terrenos fiscales y asignaciones mensuales de dinero público. Otro tanto se invirtió en sobornar periodistas para omitir el urticante tema, y hasta en contratar asesores de imagen para enfrentar el bochorno internacional.
Sobre Ovelar, sentenció el obispo Zacarías Ortiz que “fue sancionado por la iglesia y suspendido su sacerdocio”. Es decir, otro personaje incapaz de respetar las normas de su propia institución a la que, para colmo, sus creencias confieren una naturaleza divina.
Este tipo de personajes sin integridad son el legado que la iglesia católica ha decidido aportar a la política paraguaya, como si faltaran en ese ámbito atorrantes.
Una Constante en la Iglesia Católica
Lugo reconoció en la semana santa del 2009, para mayor simbolismo, ante las cámaras de Televisión haber tenido relaciones con una jovencita de 15 años, Viviana Carrillo, en tiempos en que se desempeñaba como Obispo de San Pedro, desmoronándose así de súbito su imagen ante la prensa internacional.
El escándalo de Lugo coincidió con el de la iglesia católica irlandensa, y con el del Padre Grassi en Argentina, alcanzando proporciones descomunales en la prensa internacional. Al mismo tiempo, las denuncias por encubrimiento de pederastas alcanzaron al papa Benedicto XVI.
En esta misma semana, la Iglesia católica chilena entró esta semana en su peor crisis en décadas, enlodada por escándalos sexuales que envuelven a sus cardenales y obispos.
No está demás mencionar que la Iglesia Católica protege a estos delincuentes para defender su propia imagen en lugar de denunciarlos y expulsarlos para defender al resto de ciudadanos. La mayoría de los casos de pedofilia se han intentado resolver internamente, trasladando a los curas pederastas a otras parroquias y hablando con las familias para evitar las denuncias. Lejos está Paraguay de ser un caso aislado en Sudamérica.
Otro grave escándalo, de características y dimensiones similares al que estalló hace años en Estados Unidos, se instaló más recientemente en los altares de la Iglesia Católica de Brasil.. Entre ellos figura el sacerdote Félix Barbosa Carreiro, quien hace unas semanas fue detenido tras ser sorprendido en una orgía de droga y sexo con 4 adolescentes, y que acusó a “otros 12 padres” de incurrir en prácticas similares. Otro caso es del padre Alfieri Eduardo Bompani, de 45 años, quien grababa videos y escribía un diario donde daba cuenta de sus acciones.
El más repulsivo es el caso es el del padre Tarcisio Spricigo, que abusó de varios menores antes de ser arrestado por haber violado un pequeño de sólo cinco años de edad. En los documentos y pruebsa del proceso contra el cura ha sido incluido un diario, que es una especie de “manual de pedofilia”, que incluye consejos como “jamás tener una relación con niños ricos”. El libro de Spricigo, que fue descubierto por casualidad por una monja que lo llevó a la Policía brasileña, también contiene “diez reglas para actuar y quedar impunes”.
“Llueven niños seguros y confiables que son sensuales y que mantienen un total secreto, que sienten la falta del padre y viven sólo con la madre (…) Soy un seductor, seguro y calmo. Basta aplicar las reglas y el chico caerá en mis manos y seremos felices para siempre”, anotó el religioso en su escalofriante“manual”.
La lista de casos de depravados y criminales ocultos bajo las sotanas se antoja interminable: En Chile, el religioso Jaime Low Cabeza, fue detenido por presunto estupro y abuso sexual contra menores. Los abusos que supuestamente afectaron a cinco menores -todos varonesde entre 15 y 17 años- se habrían concretado cuando el religioso se desempeñaba en la pastoral juvenil de la parroquia.
En 2001, el religioso salesiano Carlos Larraín fue acusado de abusos contra una menor de nueve años en la época en que se desempeñaba como director del Colegio María Auxiliadora (entre 1997 y 1999). En abril de 2004, el sacerdote Víctor Hugo Carrera fue detenido en el Aeropuerto Internacional de Santiago, luego de permanecer tres años como prófugo de la justicia, pues fue acusado de abuso sexual contra un menor en 1999 en Punta Arenas.
Mientras en Paraguay el obispo Fernando Lugo reconoció haber cometido estupro siendo obispo, y niños sordomudos denunciaron haber sido violados por curas en Verona, en México denuncian que existen logias protegen a estos criminales.
El cardenal mexicano Norberto Rivera Carrera y el arzobispo de Los Angeles, Roger Mahony, habrían encubierto a un sacerdote mexicano acusado de varios casos de abuso sexual contra menores monaguillos bajo el paraguas de esta suerte de Odessa de pedófilos.
La deportación por parte de las autoridades de la Santa Iglesia de Roma, con destino a Paraguay, de varios sacerdotes católicos acusados de haber abusado sexualmente de menores en todas las latitudes del orbe, aumenta las sospechas en cuanto al encubrimiento brindado a estos criminales. No hace mucho que en un ambiente caldeado laicos organizados y fieles católicos del Alto Paraná, a trescientos kilómetros de la capital del pais, denunciaron que en su comunidad se habían refugiado en un seminario los padres Carlos Urrutigoity y Eric Ensey, acusados de abuso sexual en Estados Unidos.
La historia de un Criminal
Marcial Maciel, historia de un criminal de Carmen Aristegui es un famoso libro y extraordinario trabajo de investigación periodística, que desgrana a través de una serie de entrevistas un caso de pederastia clerical que tiene como protagonista al oscuro fundador de Los Legionarios de Cristo.
Al igual que muchos que criticaron en Paraguay a Fernando Lugo, Aristegui acabó censurada en cierta empresa de medios mexicana por motivos poco claros.
Al igual que Maciel, la biografía de Fernando Lugo fue torcida por unos publicistas venales, conocidos por falsificar reputaciones, y políticos inescrupulosos que apelaron a la influencia de la iglesia católica en un país dominado por el atraso y la ignorancia, para alcanzar sus objetivos sin grandeza.
Hoy los resultados en Paraguay, están a la vista.
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