Recuerdo que un famoso escritor latinoamericano criticaba la costumbre arraigada en el seno de los Partidos Liberales de la región, de responder a las crisis encerrándose en sus casas para emitir tibios comunicados sin reserva en oro que los respalde.
Algo parecido hizo el Partido Liberal de Paraguay hace unos días, en una confusa convención,, que se inició con una verdadera batalla campal, en la que se utilizó a las sillas donde debían sentarse los deliberantes como munición de artillería.
Aunque en Paraguay es bien sabido que los afiliados a un partido político dan poca importancia a las resoluciones que se toman en los mismos en general, y en el Partido Liberal en particular, la prensa de los empresarios que vienen perdiendo subsidios y negocios con el actual gobierno del Presidente Horacio Cartes, “festejó” la endeble resolución de un sector liberal de rechazar una Enmienda Constitucional que habilite la reelección.
Intentar imponer a los congresistas un sentido del voto específico es algo que simplemente está prohibido por la misma Constitución que la prensa de los empresarios y sus gerentes políticos dice defender. Los congresistas representan al pueblo en general y no a un partido en particular, y pueden tomar acciones y votar o comprometerse aplicando su propio entendimiento de los asuntos, sin obligación de reparar en indicaciones de facciones o medios periodísticos.
Una de las primeras constituciones en establecer la nulidad del mandato imperativo es la de la Quinta República francesa, promulgada en 1958, que establece que los mandatos imperativos como el que intenta imponer el Partido Liberal es nulo, dado que el derecho a voto de los miembros del Parlamento es personal.
El artículo 201 de la Constitución paraguaya, por su parte, deja bien en claro que senadores y diputados no estarán sujetos a mandatos imperativos. Para dejar bien en claro que la Enmienda Constitucional para habilitar la reelección es solo cuestión de tiempo, una decena de Senadores del Partido Liberal recurrieron a la Corte para votar de acuerdo al mandato representativo que ostentan.
Intentando hollar los derechos de estos senadores, el Partido Liberal intentó imponerles el mandato imperativo agravado por amenazas y extorsiones. Es decir, los que pretendieron violar la constitución, en realidad son los que las han violado con su descabellada imposición.
En medio de un confuso mar de mentiras, la prensa de los empresarios que han perdido privilegios bajo la consigna de transparencia del actual gobierno paraguayo, ha intentado instalar que enmendar la constitución equivale a violarla. Sin embargo, otros sectores de la prensa han recurrido a prestigiosos juristas internacionales que dejaron en claro que la Enmienda es un mecanismo legal y constitucional.
Los defensores del falaz argumento, los dueños de los medios más poderosos del país, han pasado por alto que la constitución del país que tienen como modelo, la norteamericana, tiene veintisiete enmiendas, y que la vigésimo segunda de ellas se refiere precisamente a la reelección.
El fracaso en el intento de instalar su argumento de la supuesta violación de la constitución, una verdadera propaganda engañosa, tiene fácil explicación. En primer lugar, defender abstracciones para colmo adulteradas no es una causa popular en Paraguay.
En segundo término, la ciudadanía ya ha dado muestras de hastío ante las continuas mentiras que la prensa publica sobre la fecha en que supuestamente se tratará la enmienda. Los diarios han anunciado en cuatro oportunidades el supuesto debate en el senado, sin que ello se concrete. La movilización contra la Enmienda tuvo escasa convocatoria, y todos saben que en Paraguay los gobiernos estables y duraderos gozan siempre de aprobación popular. Apenas tres gobernantes abarcan un siglo d historia paraguaya: José Gaspar Rodríguez de Francia, Carlos Antonio López y Alfredo Stroessner.
Finalmente, los esfuerzos periodísticos para doblegar al presidente Horacio Cartes han tenido exiguos resultados. Allegados al presidente han dejado en claro que el actual gobierno no se guía por titulares de los diarios para tomar decisiones, y el mismo jefe del ejecutivo aconsejó públicamente a la ciudadanía que deje de darle importancia a las tapas de los diarios.
A pesar de todas las evidencias, el poder mediático sigue desangrándose con un discurso infructuoso, alejado de la realidad, en tanto la ciudadanía asiste indiferente al desgaste y muerte lenta de los opositores a la enmienda.
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