El pasado jueves 2 de marzo tuve el placer de formar parte de la mesa en la que se presentaba uno de los libros llamados a convertirse en uno de los más señalados acontecimientos poéticos del presente año: “Poesía para todo. 66 experimentos de Jaco Liuva” (Rilke, 2017), de José Luis Pérez Fuente, quien me hizo sentir no poco honrado cuando me solicitó un prólogo para esta su última obra individual hasta el momento.
El concurrido acto tuvo lugar en el Ateneo de Madrid bajo la dirección del también poeta Felipe Espílez, que puso en valor el entusiasmo con que Pérez Fuente acostumbra a rociar su poético quehacer. Hizo asimismo alusión a las otras obras (individuales y colectivas) tras de cuyo auspicio estaba el protagonista de la noche: “Poesía para todo: 101 tentativas de Jaco Liuva”, “Poemarte”, “I Taller de Creación Literaria ‘Carpe Litteram’”…
También destacó Espílez los diversos flancos desde los que Pérez Fuente contribuye a la creación poética: como escritor, promotor, editor, animador cultural…
Tras las intervenciones de quienes estábamos en la mesa fueron tomando la palabra poética diferentes recitadores que declamaron afinadamente distintas piezas de entre las que engrosan el tomo allí presentado: comenzó Felipe Espílez con “Reminiscencias”, continuó José Luis Pérez Fuente con “Cuatro infinitivos y una infinidad”, siguió Alicia Arriero con “Poema-Piedra”, después intervino Marina Moreno con “Analectas lunares”, y después Pedro Antonio González con “¿Quién cruje?”; acto seguido, Carmen Badillo leyó “Retrato de mujer 88”; tras esta, Pérez Fuente recitó al alimón con Carlos Mendigutía “Poeta condenado”. Después accedió al estrado María Teresa Bouza para declamar “Taraxacum officinale”, siendo sucedida por Helena Martínez a cuyo cargo estuvo “Asequible”, y cuando terminó, regresó José Luis con dos nuevas piezas “Su realismo es surrealismo” y “Hombre irresoluto”. El broche final lo puso Margarita Béjar con “Santander 2013”.
Fue el que nos ocupa, al fin, un evento tan encantador como encandilador en el que, por mi parte, como glosador de la poesía contenida en el volumen, dejé ciertos apuntes, algunos de los cuales paso a rememorar: comencé aludiendo a un texto en el que Gómez de la Serna apuntaba que había escritores acreedores de lirismo literario y otros, menos numerosos, con lirismo personal, y ejemplificaba a estos últimos a través de Alejandro Sawa. Tal cosa la entreveo yo en José Luis Pérez Fuente, siempre implicado en romántico-poético-sentimentales proyectos, no en vano la poesía performativa de sus constantes aventuras lírico-librescas compite con la que nos entrega en letra impresa.
También hice hincapié en mi parentesco estilístico con él, pues compartimos parámetros estético-temáticos y una musa a través de la que se “fraguó” la fraternal relación que hoy nos une.
De manera desenfadada aludí a su temperamento polifacético, ese que insufla a su poesía. Me referí a él como un “recolocador de parámetros en desacostumbrados perímetros que trabaja poéticamente realizando mudanzas de mobiliario cotidiano hacia los contornos de lo inusitado”.
También lo califiqué de “agricultor lírico” dedicado a sembrar magnificencia en los ámbitos escolares, tan anémicos estos por la falta de los nutrientes propios de la cultura con mayúsculas…
Y, no conforme con las anteriores “adjudicaciones profesionales”, sumé a ellas la de “traumatólogo inverso”, ya que en su proceder poético se solaza dislocando las estructuras óseas de la más manida convención lírica.
Tras el compendio de lírico-menesterosas atribuciones, traté de ejemplificar estas a través de cinco poemas: “Ya llegan las llagas estivales”, “La vida según san satanás”, “Predestinación”, “Me hablas” y “Suénate, Tina”, en este último poema se percibe claramente su prurito por ofrecer el envés de lo canónicamente elevado, erigiéndose Pérez Fuente en un modernista castizo y chocarrero presto a tornar ladrillo visto lo marmóreo. Tiende José Luis muchas veces a llamar a capítulo a lo sublime para acabar generando una belleza de lo genial-campechano. También eleva a categoría los más “a priori” insignificantes lances cotidianos. Exprime la ironía y del jugo surge una melodía eufónica que a su vez se solidifica en piezas poéticas de lo más regocijantes. Precisamente por todo lo antedicho y mucho más estoy convencido de que “Poesía para todo…” está llamado a ser uno de los más destacados acontecimientos poéticos de los próximos meses.
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