Si algo pudo comprobarse en la sesión del senado brasileño de ayer, es que el avance en materia de imagen en el exterior del Paraguay, ha sido nulo con el gobierno de Fernando Lugo.
Legisladores brasileños llegaron a afirmar que si Brasil le da dinero al gobierno de Fernando Lugo, es lo mismo que enviarlo a un destino desconocido. Itaipú fue calificado como una gran caja negra, que funciona sin controles.
De esta manera Lugo, que buscó que los paraguayos estuvieran pendientes de una votación en el senado brasileño, permitió a sus compatriotas conocer cuán deplorable es la imagen de su país y de la gestión de sus gobierno en el exterior.
La imagen paraguaya en Brasil sigue pésima
El gobierno del cura Fernando Lugo no fue capaz de mejorar la imagen del Paraguay en el Brasil, a pesar de tantas declamaciones en ese sentido.
Ello fue patente durante el debate en el Senado Brasileño con respecto al tema del aumento del dinero que Paraguay percibirá por la energía que no usa en Itaipú, variable ínfima que
irá disminuyendo con el tiempo hasta convertirse en cero en poco tiempo.
Varios senadores brasileños se refirieron al Paraguay como un país donde impera el crimen, el contrabando, el robo de automoviles, etc.
Uno de los legisladores brasileños llegó a afirmar que Brasil ya pagó la deuda de la guerra de la Triple Alianza con todos los muertos por narcotráfico ocasionados por Paraguay, y con todos los autos robados que sustrajo de Territorio brasileño.
Queda mucho por hacer, obviamente, al próximo gobierno paraguayo, que deberá limpiar la pésima imagen que el actual dejará. Según la prensa paraguaya, "La lista de oradores fue muy extensa, y en sus exposiciones no faltaron los insultos al presente y el pasado de la República del Paraguay, que recuerda el sábado el bicentenario de su independencia.
En efecto, una vez endilgaron a nuestro país la responsabilidad del contrabando, del trafico de armas, del narcotráfico y las falsificaciones.
El ex presidente Itamar Franco, por ejemplo, inició la ronda de debate pronunciándose contra el aumento de las compensaciones. El político del PDS preguntó por qué Brasil debe otorgar mayores concesiones a su socio, cuando ya mostró de “su generosidad” permitiendo la participación igualitaria de nuestro país en la usina que “pudo ser solo brasileña”.
Franco criticó, asimismo, la falta del control de las contabilidad de la binacional y que la fiscalización corra por cuenta de una empresa de capital abierto, como Eletrobrás. Franco fue quien hizo los mayores cuestionamientos al documento. Inquirió también quién era el responsable del financiamiento de la línea de 500 kV, comprometida sin costo para el Paraguay.
Aloysio Nunes Ferreira, del PSDB (SP), a su turno, señaló que “no tenía ningún sentido aumentar la cuenta de la luz de los brasileños, para otorgar dinero a los paraguayos”.
Otros legisladores manifestaron su rechazo al escaso tiempo otorgado a los senadores “para analizar un tema tan delicado, cuando en otras instancias tardaron en su tratamiento más de 18 meses”.
Alvaro Días (PMBD) cuestionó a la “diplomacia de la generosidad” en la que está embarcado en el Gobierno de su país. Al referirse al tema, expresó su total disconformidad con el proyecto y votó en contra, preguntando cómo podría interesar al Brasil liberar más de US$ 6.000 millones, ‘graciosamente’, sin justificativo legal”.
Jarbas Vasconsellos (PMBD), por su parte, sostuvo que es falso que “Paraguay viva en la extrema pobreza”. Cyro Miranda (PMBD) indicó, por su parte, que el gobierno de Dilma Rousseff no tenía derecho “de hacer cortesías con el dinero brasileño”, mientras que Mario Couto (PSDB) fue más lejos y, en una encendida arenga a sus colegas, les advirtió que con la aprobación de la propuesta del Ejecutivo estaban cometiendo “una alta traición a la patria”.
Lo que queda claro de toda esta discusión es que nuevamente Paraguay volvió a quedar al desnudo como nación mendicante, y con una imagen deplorable en el exterior, aunque el cura Lugo y sus secuaces hubieran festejado la graciosa concesión del senado brasileño como una nueva victoria de Curupayty.
Ya lo advertía Borges, las derrotas tienen una dignidad que la victoria no conoce. Y cuando se trata de victorias del gobierno arzobispal, mucho menos.
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