En sus crónicas sobre el cartel de Sinaloa, Diego Enrique Osorno relata que el narcotraficante Alfredo Beltrán Leyva, alias el Mochomo, había enseñado al general Guadarrma y a otros militares a pilotear avionetas Cessna con la finalidad de que también colabararan en el transporte de estupefacientes.
El Cessna es un emblema del narcotráfico, quienes conocen esta aeronave afirman que tiene versatilidad. El modelo Cessna Grand caravan, una de las favoritas, puede aterrizar en cualquier superficie. También alcanza grandes alturas, incluso sobrevuela la cordillera de los Andes, y puede hacerlo con una carga de hasta 1500 kilos. Además tiene una autonomía de vuelo de seis horas.
Otro mérito de esta nave es que puede aterrizar en cualquier superficie, incluso si esta no cuenta con las medidas básicas de aterrizaje como la iluminación. Para ello solo necesita 570 metros de pista para poder descender en cualquier región del país.
Para despegar la aeronave necesita de unos 738 metros de pista, si se quiere que alcance su máxima altura, que son los ocho mil metros sin carga. Soporta condiciones extremas
Si algún forastero recorre el Paraguay, entre las muchas cosas sorprendentes que verá, será la enorme cantidad de avionetas Cessna en el aeroparque, y las enormes dimensiones de algunos establecimientos agro-ganaderos. No debe extrañarse de que los aeropuertos carezcan de radares.
A partir de esos indicadores, podrá deducir cuál es uno de los rubros prohibidos que dinamiza gran parte de la economía del país, y el “asombroso” crecimiento económico del cual se jacta el gobierno. Curiosamente, nunca aparecen las ganancias por el tráfico de drogas en los reportes del presidente Fernando Lugo sobre el crecimiento económico que vive el Paraguay, donde hace pocos días se incautó una tonelada de cocaína que los narcos se aprestaban a enviar a Mozambique.
No puede omitirse que un militar con antecedentes de tráfico de sustancias tóxicas en avionetas, que incluso purgó una condena en Argentina, fue nombrado por el cura en el sensible puesto de jefe de inteligencia de la Fuerza Aérea.
Travestismo ideológico y moral
Para hacerse una idea de la hipocresía y censura reinantes en medios paraguayos en el tema del narcotráfico, basta mencionar lo omitido respecto al atentado sufrido en enero de 2010 por el astro de la selección paraguaya de fútbol, Salvador Cabañas. Uno de los principales implicados en el hecho, al cual incluso se refirió en sus discursos el cura presidente Fernando Lugo en varias ocasiones, era el famoso pistolero Edgar Valdés Villarreal, a quien por sus facciones delicadas, ojos azules y piel blanca se apodaba la Barbie, famoso sicario de la frontera en México al servicio del cartel de Sinaloa, instructor de asesinos michoacanos y pandilleros de la Mara Salvatrucha. Los vínculos del atentado contra el futbolista del América y el tema de las drogas fue omitido de manera total, tal vez previendo que alguien se tome por aludido en Paraugay, aunque los graves hechos incluso hayan motivado comunicaciones de Lugo con el mismo presidente mexicano Felipe Calderón.
Varios otros hechos han llamado la atención sobre el poder de los carteles de la droga en Paraguay, desde la llegada de Lugo al poder. El más reciente fue la fuga de varios miembros de una conocida banda de narcos brasileños en el penal de Pedro Juan Caballero, con la complicidad indisimulable del mismo director del penal. La impunidad para organizar una fiesta con prostitutas brasileñas como despedida de la cárcel, con anuencias de la autoridad, sólo es comparable a la fuga del Chapo Guzmán del penal de Puente Grande, seguida de una fiesta en su rancho de Badiraguato.
Otro hecho que conmocionó a Paraguay tras la llegada de Lugo al poder fue una explosión que sacudió la vivienda del comisario de la policía paraguaya Edgar Salcedo. A causa del estallido fallecieron sus hijas Larisa Magalí (16) y Gianina (19). La madre de ambas jóvenes, Norma Pastor de Salcedo, fue llevada al Hospital del Quemado, donde tras permanecer en la sala de terapia intensiva algunas horas, también falleció. El atentado se produjo luego de que la familia del asesinado recibiera amenazas a través del teléfono celular del mismo jefe de la policía, Viviano Machado, un hombre considerado entonces como ficha política del gobierno encabezado por el clérigo-presidente Fernando Lugo.
De acuerdo a la denuncia, el hermano del comandante llamó desde el celular corporativo de la Policía Nacional, destinado al comandante, para recriminar a Salcedo que su personal estaba negociando con un cargamento de cocaína incautado.
Viviano Machado confirmó posteriormente que su hermano, Vidal Machado, fue el que realizó la llamada al comisario Salcedo, aunque negó las amenazas. La policía ignoró todas las denuncias, algo comprensible en Paraguay cuando afecta al hermano de un alto jefe uniformado, y hombre de confianza del actual gobierno. El resultado fue una tragedia que costó la vida a las dos hijas y la esposa del comisario.
Otra denuncia frecuente en Paraguay es que cuando con gran parafernalia se queman plantaciones de marihuana, sólo se destruyen los cultivos parcialmente, cuando se trata de personajes de segunda línea sin protección de políticos influyentes.
Sin embargo, la actual propaganda oficial del luguismo insiste en que en Paraguay “volverán a reinar los narcotraficantes”, cuando el cura Fernando Lugo sea desalojado del poder.
Es que si algo ha caracterizado a Lugo y los suyos, ha sido desde el principio un descarado travestismo ideológico y moral. Se decían referentes de la izquierda latinoamericana, pero hoy sabemos que consideran a Evo Morales un indio acomplejado, y tienen prohibido por sus amos de la prensa mediática siquiera mencionara a Hugo Chávez.
Se presentaron como impolutos ejemplos de la moralidad pública, pero hoy sabemos que en realidad se aglutinaron en torno a un abusador de limpiadoras pobres de iglesias, referente conspicuo de la pederastia imperante en la jerarquía eclesial.
Por algo se dice que los travestis existen porque muchos se arrepienten de ser hombres. Al parecer, Lugo y los suyos no han logrado graduarse de ello.
|