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Etiquetas | Política | Paraguay

Horacio Cartes y Fernando Lugo inclinan la cancha

Lo que parecen no comprender los detractores de la Enmienda Constitucional en Paraguay, es que Lugo y Cartes aglutinan casi el noventa por ciento del electorado
Luis Agüero Wagner
miércoles, 12 de abril de 2017, 00:00 h (CET)
El fin de semana el ex presidente de Paraguay Fernando Lugo, a quien muchos consideraban un cadáver político sorprendió a propios y extraños logrando reunir a miles de adherentes en un masivo mitin de apoyo a su liderazgo.

Fernando Lugo y el actual presidente Horacio Cartes son los dos líderes políticos más aglutinantes del país, algo que es confirmado por todas las encuestas que se realizan, sin que metan mano en ellas los empresarios con delirios de dueños del país, Aldo Zuccolillo y Antonio Vierci.

La alianza entre ambos es desde hace tiempo un secreto a voces en el mundillo político paraguayo, y significa lisa y llanamente que cualquier oposición política a lo que ambos puedan llevar adelante está condenado a la derrota.

Ese motivo explica que hasta ahora el proyecto de Enmienda Constitucional para convertir a los presidentes en reelegibles, haya avanzado dejando un tendal de derrotados por el camino que han apelado a todo tipo de falsedades y sofismas para intentar instalar el absurdo de que enmendar la constitución es violarla.

La constitución, de acuerdo a esto, no dice lo que la Corte Suprema interpreta, sino lo que Zuccolillo y Vierci quieren que diga.

Aunque la Corte Suprema de Justicia es la instancia natural que debe decidir cuando algo es inconstitucional, el poder financiero de estos empresarios les permite disputar la prerrogativa. Dueños de “la verdad prestigiosa”, sus sentencias inapelables sobre el futuro político del país se han cumplido durante tanto tiempo que nadie osa dudar de ellos.

Ya lo escribió alguna vez Woody Allen, de la hermenéutica a la heurística solo hay un breve paso, algo que puede entreverse cuando dos hermeneutas aficionados son capaces no solo de acomodar una constitución a sus intereses, sino también convencer a un sector de la sociedad de que están en lo cierto. Sin embargo, hay varios claroscuros en la campaña que hasta ahora viene siendo derrotada paso a paso por Lugo y Cartes.

En primer lugar, los detractores de la Enmienda no han logrado ponerse de acuerdo para determinar si la enmienda constitucional es una maniobra para favorecer a Cartes o a Lugo.

Lo que sí queda claro es el irrefrenable deseo de excluir a ambos de la carrera presidencial, evidenciando que no se sienten capaces de enfrentarlos en las urnas. Esta percepción fue definida como un intento desesperado de ganar por ausencia del rival.

En segundo término, está el recurso al cual apelan, la violencia contra símbolos democráticos como el mismo edificio del Congreso.

Incendiar el Congreso, lo sabe quien conoce la historia, es toda una alegoría nazi. A raíz del incendio del Reichstag del 28 de febrero de 1933, entraría poco después en vigor el Decreto: “Verordnung des Reichspräsidenten zum Schutz von Volk und Staat” (Decreto del Presidente del Reich para la defensa del pueblo y del Estado).

Fue la catapulta para que lleguen al poder los nazis, cuyo paso por la historia generó un gran trauma que todavía no fue superado en la misma Europa.

En Paraguay, por extraña ironía, con una simbología nazi ciertos sectores dicen defender la Constitución y la Democracia.

Teniendo en cuenta que los líderes más aglutinantes del país han acordado respecto a la tan mentada Enmienda, no es difícil comprender que las alternativas para los detractores de la enmienda son muy pocas y no pasan precisamente por la violencia ni los operativos de prensa.

Tampoco en interpretaciones que solo responden a la conveniencia de algunos, pero como ya lo dijo hace siglos Marco Tulio Cicerón, no hay nada tan increíble que las palabras no puedan volverlo aceptable.

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