El Movimiento 15M, la #spanishrevolution, la Democraciarealya y todos esos artificios de internautas se muere de muerte natural, ante la decepción de los unos, el fiasco de los otros y los aplausos de los demás. Y uno, claro, a pesar de haberlo dicho desde el segundo día en que se montó este cirio de ociosos, lo plantea de nuevo: ¡Ah!, pero ¿de veras creían poder redimirnos?... Y añado: ¿Así, sin hacer nada, sólo por hacer camping en las plazas y corear consignas ingeniosas?...
Nuestros chicos están muy mal formados, culpa, sin duda, que recae de pleno en el hortera y pésimo sistema educativo que los ñoños políticos han implantado vez sobre vez volviendo tarumba a la cordura, y de nuestra parte, sus padres, porque los hemos sobreprotegido y les hemos forzado a vivir en una jaula de cristal. Si en vez de ir a clase a perder el tiempo y a adoctrinarse, y aún a la Universidad a copiar como escolares –que es el sistema que prima en buena parte de las carreras universitarias españolas- habrían aprendido, tal vez, que para transformar una cosa en otra es preciso aplicar la cantidad necesaria de energía, que todo trabajo es la transformación de una energía en otra, que nada es gratis, y, mucho menos, cambiar la sociedad, lo cual requeriría colosales dosis de energía. Física aplicada, en fin. Si pensaron que sólo por estar ellos acampados en las plazas la corrupta clase política iba a darse golpes de pecho arrepentidos por vivir como curas a costa de ese anacrónico absurdo de “pueblo”, o que los tiburones especuladores, conmocionados por sus acusaciones de niñatos enrabietados, se iban a dedicar a la filantropía de ahí en más, se han dado de bruces con la realidad. ¡Feliz despertar: bienvenidos al mundo real!
Tal y como dije entonces –pueden visitar mis artículos-, sin sufrimiento no hay gloria, y sin dar algo grande a cambio, nada grande se puede obtener. Han sido, en fin, la locurita social, el desfogue de una frustración en plan Movimiento Hippy o un pseudorevival de un trasnochado Mayo Francés. No; no se pueden hacer revoluciones desde la inacción contemplativa, ni se pueden cambiar las cosas sin empujarlas ni redimir a la sociedad desde la prédica sin acción, únicamente con asambleas de orates que no tenían claro adónde se dirigían. Todo cambio, siempre -¡siempre!- es traumático: la normalidad no cambia nada, y lo ridículo, mucho menos. Y el poder, como es natural, les dio sedal para que se ahorcaran a sí mismos, tal y como han hecho, a la vez que han quedado estupendamente como supertolerantes, superguays, e incluso los especuladores se han permitido llevarles churros para que desayunaran. Ya dije que para jugar al póquer con tahúres tenían pocas, demasiadas pocas, picardías.
En fin, que se ha llegado adonde se tenía que llegar: al duro sonar del despertador, a tener que colgar los sueños en el perchero del fiasco y tener que descender a la cruda realidad. Las revoluciones no se hacen con nicks ni son virtuales, sino que hieden a revuelta, apestan a dolor, molestan hasta la saciedad, sangran y hacen sangrar… o no valen de nada. ¿Es que no han leído nada de Historia?..., ¿es que no había nadie entre ellos que tuviera dos dedos de frente y hubiera leído algo que no fuera de Harry Potter, aunque nada más fuera el título?... Pues no, parece que no.
Lo han tenido en sus manos porque han estado respaldados por la sociedad en pleno, o, al menos, por la mayor parte de la sociedad. Si se hubiera producido una tercera batida bestial de la Policía sobre ellos, sin duda hubiera saltado la chispa del incendio social, y, sin duda, otro gallo nos cantara ahora, y no cuento si hubiera habido una sola víctima. Pero no ha pasado nada de nada, no ha habido una propuesta coherente más allá de las gratuitas palabras y se han dedicado a desinflar con ahínco el globo que ellos mismos inflaron, permitiendo que tomaran su bandera los pasotas, fumetas, chateros, ligones y tal, entretanto servían de decorado para que los pijo-progres se hicieran la foto testimonial de su rebeldía de postín. Una locurita, en fin, y, ¡hala!, todos a casita a dormir la mona. Y, lo que es peor, han servido de excusa para desacreditar una verdadera revolución que, de no haber estado haciendo el ganso, sin duda se hubiera producido mejor antes que después. Y el Sistema lo sabía, por eso les han dado alas: porque eran inofensivos..., no como los que venían detrás y estaban listos para tomar el Palacio de Invierno.
Si tuvieran un plan..., si cuando tuvieron al grueso de la sociedad de su lado hubieran llamado a la abstención, a la desobediencia civil, a la retirada de fondos de los bancos, a la destrucción de los sindicatos y al establecimientos de sociedades de trabajadores, todavía hubieran tenido una oportunidad; pero no han hecho nada de eso, sino que querían que el mundo cayera gratis a sus pies como un regalo, sólo porque ellos estaban ahí sin hacer nada, a no ser hacer camping urbano. No sé, no sé si con esta generación iremos a otro lado que a ser más rebaño. Es lo malo que tiene Internet, ya lo he dicho demasiadas veces, y nuestros chicos viven en Matrix. Demasiado fácil lo tienen todo, y a lo más que llegan cuando quieren algo, es al pataleo o al berrinche, como los chicos malcriados que son. Y somos nosotros los que tenemos la culpa. El Sistema se ha defendido haciendo lo mismo que ellos, nada, sentarse y esperar mientras se fumaba un Cohíba, y, como es natural, ante tan poco enemigo, ha ganado por goleada.
Demasiado poco Cristo han sido para redimir a tanto pecador.
|